LAST FIRST KISS » PIETRO MAXIMOFF.

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Los días pasaron y la chica castaña que Pietro Maximoff conoció con anterioridad fue quedando en el último lugar de su lista de prioridades.

Él había conseguido un empleo en una fábrica para poder ayudar a Kira —su hermana mayor— con los gastos del día a día. Estaba cansado de verla llevar esa carga sobre sus hombros todos los días. Ella se encargaba de mantener la estabilidad en la vida de los tres Maximoff.

Pero no más.

Pietro se creía lo suficientemente adulto como para conseguirse un salario por su cuenta y contribuir también.

En cierta forma, estar viendo días atrás las labores de aquella voluntaria de cabellos castaños —que hasta la fecha, le es una desconocida— en los refugios de Sokovia, había movido algo en él y quería ayudar también.

Pero antes de ayudar a alguien más, debía ayudar a su familia primero.

—Se me ha contagiado las ganas de hacer cosas productivas —le dijo a Kira en una de sus pláticas nocturnas.

—¿Tú? ¿Haciendo algo productivo? —le replicó su hermana a modo de broma—. Será el fin del mundo pronto.

Él, en lugar de enfadarse con ella, se rió de sí mismo. Aunque internamente, se sentía con la necesidad de cambiar aquella imagen que se había creado.

—Te mostraré que puedo hacer una diferencia en Sokovia —aseguró el castaño decidido—. Como aquellos voluntarios de los refugios.

Pietro recordó a la chica.

Kira le miró algo extrañada, su hermano no solía tener aquellas ideas y quería saber de donde las había sacado. Aún así, no preguntó, decidió dejar a Pietro por su cuenta, es decir, esperar a que él le contara las cosas cuando lo creyera conveniente.

Kira suele jugar "las cartas de la confianza entre hermanos". Las ha jugado desde que se volvió el soporte de la familia y hasta la fecha le ha funcionado. Esperaba mantener la racha así.

Además, la expresión decidida en el rostro de Pietro, le fue suficiente para saber que él hablaba enserio y que no se trataba de una broma.

Ella se levantó de la silla de madera para irse a sentar en el viejo sofá, a un costado de Pietro.

—No necesitas probarme nada hermano —le dijo ella, a la par que le pasaba el brazo derecho por encima de sus hombros— te querré siempre. No importa lo que hagas. Tú y Wanda son lo único que tengo y mientras estén bien, yo estaré bien.

Ella le alborotó los cabellos castaños, a lo que Pietro rodó los ojos divertido.

—Si, si, si. Nosotros también te querremos siempre, mamá —bromeó él.

Kira le sonrió nostálgica. Pietro le tomó de las manos.

—Gracias —le dijo el castaño—. Por todo lo que haces.

Kira asintió, sonriendo.

—Así que... ¿Un trabajo? —Esta vez Pietro sonrió.

—Sí, un trabajo.

—Va. Suerte en ello.

Y hasta la fecha, la suerte ha estado de su lado. Entre su salario y el de su hermana mayor, lograban librar los días.

"Así se hace un cambio" pensó el castaño. Sintiéndose satisfecho por su aporte.