Capítulo 4: ¡Ella no es mi madre!

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- Lo juro por mi preciada colección de películas de Disney. - puse una mano en mi corazón. - No fui yo, alguien quiere incriminarme.

- Claro, igual que la vez que hiciste explotar las tuberías.

-Pero...

- Al igual que la vez que pusiste tachuelas en mi asiento y ... - el Director continuó enumerando todas y cada una de las bromas que había hecho. - Según tú, todas esas veces alguien quería incriminarte también, ¿no?

- ¡Sí!, digo no... Espere, es en serio, tiene que creerme. - lo miré suplicante. - No fui yo y sé exactamente quién fue.

- ¿A sí? - el Director alzó las cejas divertido. - ¿Quién fue? ¿A caso fue Dracula? ¿El chupacabras?

- Leopardo, digo, Leonardo Jones. - el Director detuvo sus burlas y me observó fijamente.

- El jóven Jones, es un estudiante único, muy brillante debo decir. Estoy más que serguro de que él no tiene nada que ver en esto. - dijo recostandose en su asiento. - Y que el destino me envie una señal si me equivoco.

El espaldar de la silla rodante donde estaba sentado el Director se rompió, haciendo que este cayera de espaldas.

- Ahí lo tiene. - sonreí.

- Eso. - dijo levantándose, haciendo sonar cada uno de sus huesos. - No cuenta cómo señal. Esa silla tenía más años que una momia...

Y de repente, uno de los cuadros que colgaban en la pared de la oficina, cayó justo frente al Director.

O aquí había algún espirítu buena gente o el destino realmente le estaba enviando alguna mistica señal al Director.

Enarqué una ceja mientras lo observaba.

- ¡Quiero a Indiana Jones en mi oficina, ahora!- gritó el Director a la secretaria.

Esta lo miró con cara de póker.

- Leonardo... - corregí.

- ¡Quiero a Leonardo Jones en mi oficina, ahora! - la secretaria asintió y se marchó.

(...)

- ¿Me buscaba, Director Domenech? - preguntó el Sr. Amargado entrando en la oficina.

- Tome asiento. - ordenó el Director señalando una silla a mi lado.

Yo como la persona madura que era, me levanté del asiento y moví mi silla, alejándola varios centímetros del Sr. Amargado.

- No quiero que se me pegue la amargura de este hombre...- dije aclarando la situación.

- Joven Jones, ¿qué estuvo haciendo hoy a las 12:45 p.m.? - preguntó el Director ignorando mi comentario.

- Estuve haciendo labores comunitarios. - respondió tranquilo.

- ¡Mientes! ¡Tú estabas en el desmadre que se armó! - grité señalándolo.

- Eso no es cierto. - habló con tono calmado. - No quiero acusar a nadie pero yo creo que esta chica intenta incriminarme para esconder su sentimiento de culpa. - apreté mis manos en puños.

- ¡Mentiroso de quinta! - grité lanzándole la toalla mojada y sucia que aún tenía sobre mis hombros.

- ¡Annika! ¡Respete a su compañero! - el Director me miró con advertencia y revolee los ojos.

- Sí, Annika, respéteme como yo la respeto a usted.

- ¡Yo te enseñaré respeto! - dije antes de golpearlo con mi mochila.

Señorita DisneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora