Narra Leonardo:
(Cinco días después)
Cualquier persona normal estaría feliz de que las vacaciones de invierno hubiesen iniciado, yo no lo estaba.
Desde aquella tarde no había vuelto a ver a Annika. Y su ausencia... me estaba matando.
-Hijo, ¿qué te sucede? - escuché preguntar a papá, y levanté la mirada para encontrarlo sentado junto a mamá en el sofá.
- Es... nada. - mentí.
- ¿Es un chica, cierto? - preguntó mamá con una sonrisa pícara y sonreí como un estúpido. - ¡Oh por Dios! Nuestro niño está enamorado. - gritó eufórica.
- Invítala a cenar esta noche. - sugirió papá. - Queremos conocerla.
- Ella no quiere verme...
- ¿Le hiciste algo malo? - preguntó papá.
- No que yo sepa. - respondí.
Y era cierto. Yo no recordaba haberle hecho nada malo. Al contrario, había dejado a un lado mi vergüenza y le había preguntado si quería ser mi princesa. Pero ella no me había respondido, había salido corriendo con Nash, quién resultó ser su primo, y me había gritado que no quería que le hablara ni la siguiera. Me había pedido que la dejaran en paz.
- Entonces, no te rindas. Ve a su casa, habla con ella y dile todo lo que sientes. - sonrió mamá. - Invítala a cenar, yo prepararé la mejor cena, digna de un cuento de hadas.
Un cuento de hadas...
- Eso haré. - exclamé levantándome de un salto, iré a su casa, y haré que me escuche.
- Ese es mi hijo. Sigue mis concejos, eso es lo que hace un Jones. Así conquisté a tu madre. - murmuró y mamá rió ruborizándose.
Subí a mi habitación en busca de mi chaqueta y tomé las llaves de mi auto de encima de la mesita de noche. Apenas me despedí de mis padres, y conduje hasta llegar a la casa de la que en un momento había sido mi enemiga.
Bajé a paso rápido y... me detuve analizando la situación. Una genial idea cruzó por mi mente, y corrí hacia el auto nuevamente. Aceleré a toda prisa, moviéndome rápidamente por las calles de Levonville, y no me detuve hasta estar frente a una floristería.
- ¡Quiero un ramo de flores de todos colores y de todas clases! - exclamé apenas entré por la puerta.
La ancianita detrás del mostrador sonrió y se fue a no sé dónde. Esperé impaciente, hasta que quince minutos después, la mujer volvió a aparecer. En sus manos cargaba un enorme ramo de flores de todos los colores: rosa, azul, rojo, amarillo, violeta...
- Gracias, es usted muy amable. - respondí tomando el ramo de flores y dejando un billete de cincuenta dólares sobre el mostrador. - Quédese con el cambio.
(...)
Toqué la puerta tres veces y acomodé mi chaqueta para verme presentable, y respiré profundamente.
Abrieron la puerta, y para mi desgracia, la puerta la abrió el señor Scott. Estuve tentado a dar media vuelta, lanzar el ramo de flores y correr por mi vida. Sin embargo, tragué fuerte y sonreí nervioso. Debía hacer un esfuerzo, ella lo merecía. ¿Qué tan malo podía ser? El sujeto pelirrojo de mirada ruda, era mi jefe, el padre de mi amada, y coleccionaba escopetas. Nada más...
- ¿Qué quieres, niño? - gruñó.
Reí nerviosamente. - Hola, señor Scott... - sentí una gota de sudor resbalar por mi frente. - ¿Se encuentra la zanahoria con patas, digo, mi peor pesadilla, digo... Annika?
ESTÁS LEYENDO
Señorita Disney
HumorAnnika Scott, mejor conocida como Señorita Disney. Definitivamente ama Disney. Bromista. Infantil. Habladora. Leonardo Jones, mejor conocido como Señor Amargado. Definitivamente no es un príncipe. Gruñón. Aguafiestas. Bromista encubierto. Annika...