Capítulo 32: "A tu lado mi mundo tiene mucho más color" (Final)

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Dos semanas habían pasado. Los padres de Leonardo habían ayudado a los padres de Annika, y su casa se había salvado. Leonardo había hecho su obra de caridad realmente.

Annika trabajaba en aquella tienda de mascotas y de vez en cuando dejaba escapar a algunos animales, sin querer. Leonardo trabajó de gratis para el señor Scott en su ferretería durante un buen tiempo.

Las vacaciones de invierno habían acabado, y las clases habían iniciado con regularidad. No era una sorpresa para nadie la nueva relación que existía entre Annika y Leonardo. Eso no significaba que ellos hubiesen dejado de hacerse bromas, porque ¿qué más se podía esperar de la señorita Disney y del príncipe de las bromas?

Era el último día de clases nuevamente, a sólo horas para que las vacaciones de verano iniciarán.

Annika se despedía de todos sus amigos: Abril, Ashton, Zack, y Nash, con una radiante sonrisa, mientras que Leonardo asentía a modo de despedida con su típica actitud seria, sin hablar con nadie.

- Te amo más que a Disney. - dijo ella.

- Entonces supongo que nuestro amor es infinito. - dijo él guiñándole un ojo.

Él, tan caballeroso como siempre, la había llevado a su casa en su costoso vehículo víctima de tantas bromas.

- Tengo un regalo para ti. - habló Leonardo sonriendo dramáticamente feliz, sonriendo como sólo sonreía cuando estaba con ella. Porque él podía ser serio y amargado con todos pero ella hacía que la parte tierna que el chico siempre mantenía oculta saliese a flote. - Quiero que te lo pongas, vendré por ti a las seis de la tarde.

- Te estaré esperando. - respondió Annika arrebatándole torpemente el regalo de las manos, antes de besar la mejilla del chico y entrar a su casa.

Cuando el reloj dio las seis de la tarde, Annika salió de su habitación. Aún no podía creer que Leonardo le hubiese regalado un hermoso vestido a juego con unas lindas zapatillas. Tocaron la puerta y ella la abrió torpemente, provocando que el chico cayera al suelo junto al enorme ramo de flores coloridas que cargaba.

- Lo siento. - se disculpó apenada.

El chico bufó y puso los ojos en blanco, mas sonrió de lado.

Ella tomó el ramo de flores que el chico le ofrecía y saltó sobre él murmurando repetidos gracias, mientras el chico murmuraba repetidas quejas sobre cómo podía contagiarse con su dramática alegría.

Caminaron tranquilamente por las bonitas y tranquilas calles de Levonville. Admirando la puesta del sol, y disfrutando de la cálida brisa de verano.

Las manos de Leonardo y Annika estuvieron unidas durante todo el camino.

Era sorprendente. Ellos habían cambiado todo y nada a la vez. Ambos habían cambiado su relación de odio por una de inocente amor. Pero ninguno había cambiado su personalidad. Ella seguía tan alegre e infantil como siempre, vistiendo sus coloridos vestidos, y él seguía tan serio como la primera vez que lo había conocido, vistiendo su típica chaqueta oscura. Claro que eso no había impedido que su romanticismo saliese a flote.

- Te ves... demasiado bonita con ese vestido. Digo, te ves bonita siempre. - dijo él caballerosamente, en un intento de ser romántico y casi fracasando en el intento.

- Pensé que no te gustaban los vestidos. - admitió ella.

- No me gustaban... Hasta que te conocí.

Una persona no tiene que cambiar para agradarle a otra, porque todos somos tan diferentes como iguales. Porque no somos perfectos, y siempre habrá alguien cuya imperfección nos resulte irresistible. Porque aveces el sol y la luna se encuentran, formando el más bello de los eclipses. Porque algunas veces llueve cuando hay sol. Y porque en toda oscuridad, siempre brillará una luz.

Fin.

Señorita DisneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora