Capítulo 22: "Excursión al circo" (Parte I)

386 40 13
                                    

- "Y en otras noticias: Volviendo al penoso caso de la joven hallada cubierta de pegamento en un almacén, las autoridades descubrieron que la muchacha había escrito con sus propias lágrimas sus últimas palabras." - habló la reportera al otro lado de la pantalla. - "Un oficial atento al caso no explicará más a fondo. ¿Son ciertos estos acontecimientos o son sólo un rumor?" - preguntó la mujer a un hombre con placa.

- "Así es, según el último reporte que me enviaron los detectives del caso, la chica escribió sus últimas palabras con sus lágrimas. Los agentes y yo, encontramos las palabras "Mataré a Leopardo" escritas con lo que, luego de varios estudios, dedujimos que eran lágrimas. Por lo tanto, tengo la certeza de que... "

Apagué el televisor y lancé el control remoto, estrellándolo contra la pared.

- ¡¿Te crees lo suficientemente grande para romper cosas bajo un ataque de ira?! - gritó mi madre desde el pasillo. - Veamos que piensa la chancla voladora sobre eso.

No esperé más y salí de la casa como alma que lleva el diablo. La simple unión de las palabras "mamá" y "chancla voladora", no podían estar juntas en una oración positiva. Y como no quería presenciar la furia de mi madre, irse de la casa, era la mejor opción.

Rechiné mis dientes al ver a varios vecinos señalándome y murmurando cosas sobre el incidente en el almacén.

Todos eran unos inútiles, empezando por los oficiales y detectives del humillante caso "joven cubierta de pegamento en almacén". Lo peor de todo era que tenían el descaro de decir que yo había escrito mis últimas palabras con lágrimas.

Habían tres razones por lo que eso estaba completamente mal:

1) No podían ser mis últimas palabras si yo aún estaba viva.
2) No pude haber escrito mis "últimas palabras" porque estaba inmóvil gracias al pegamento.
3) Yo no había llorado, así que, ¿cómo pude escribir con lágrimas aquello?

¿Lo ven? Eran unos completos inútiles. Yo no mentía, lo que decía era la pura verdad,... obviamente.

Caminé rumbo a la preparatoria, sin importarme que aún faltase media hora para las siete en punto. Hoy era la excursión al circo, y algo me decía que el director planeaba irse sin mí. Cosa que yo evitaría a toda costa.

Estuve frente a la preparatoria justo en el momento en el que el director bajaba de su desgastado y viejo auto, y no dudé en acercarme.

- Buenos días, Herculano. - saludé energéticamente mientras movía mi mano de un lado a otro.

Él me miró horrorizado y corrió a encerrarse en su auto con expresión preocupada. Desde dónde estaba pude ver cómo le ponía seguro a cada una de las puertas de su vehículo. Cuando estuve lo suficientemente cerca, di dos golpecitos en su ventana, acción que sólo sirvió para que él tomase su celular, y llamara a emergencias.

Bufé frustrada por la falta de confianza y me senté sobre la grama a esperar a que el autobús y mis amigos llegaran.

(...)

- Ustedes no irán a la excursión. - dijo el director señalándonos a mí y a Leoparado. El último había llegado cinco minutos después que yo y había tenido la poca vergüenza de sentarse junto a mí sobre la grama y preguntarme cómo había hecho para quitarme toda la pintura negra.

Y ahora nos encontrábamos dentro del autobús escolar, esperando a que el director terminara su berrinche para poder marcharnos.

- Yo no hice nada. - dije.

- Uy, pero claro que no. - algo me decía que eso era sarcasmo. - ¡¿Entonces por qué el restaurante chino puso una demanda insinuando que mi preparatoria estaba llena de bestias en vez de estudiantes?!

Señorita DisneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora