Capítulo 14: "Hasta en la sopa"

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Iba yo caminando de lo más feliz, porque luego de horas de suplicas, había logrado convencer a Zack de que me prestara su chaqueta. Así que allí iba yo, con una chaqueta que era el doble de mi tamaño. Abrí la puerta del aula de mi próxima clase y entré.

Una nota.

Había una nota sobre mi asiento.

¡Lo sabía! ¡Sabía que este momento llegaría!

Porque era obvio, esa nota tenía que ser una invitación de un príncipe para algún baile real.

Salté al igual que lo haría una rana coja, hasta llegar a mi asiento.

Tomé la nota y la abrí, esperando encontrarme con una caligrafía impecable, digna de algún sirviente de la realeza, sin embargo, no me encontré con eso, me encontré con una caligrafía digna de un niño de preescolar.

Fruncí el ceño y comencé a leer.

Esto no podía ser. Esto no era cierto. Todas mis ilusiones se habían caído al suelo en el momento en el que comprobé que no era una invitación a un baile real, sino una amenaza.

¡Una amenaza!

¡¿Quién osa amenazarme?! ¡A mí!

"L. J."

¿Quién rayos es "L. J."?

Y como si un ángel me hubiese iluminado para darme la respuesta, apareció Leopardo, caminando de lo más casual por el pasillo.

"L. J."
"Leonardo Jones"

Genial.

A pasó rápido me acerqué al muchacho, quién al percatarse de mi presencia, hizo una mueca e intentó caminar en sentido contrario.

- ¡Hey, tú! - exclamé.

- ¿Quién? ¿Yo? - preguntó el estúpido.

- ¡Escúchame muy bien, gusano! - grité a mitad de pasillo.

- Te estoy escuchando. - dijo Ashton apareciendo en una esquina.

- Hablaba con el otro gusano. - aclaré rodando los ojos.

Ashton asintió y se marchó caminando como diva.

- ¿Cómo te atreves a amenazarme? ¿Quién te crees que eres? - gruñí a centímetros de su rostro.

Con un simple empujón, el Sr. Amargado me hizo a un lado y continuó su camino.

- ¡Te estoy hablando! ¡Sé que fuiste tú el que me dejó esa nota! - varias personas se habían parado a ver la escena que estaba montando.

Él, sumido en el espectacular y desesperante mundo de la ignorancia, continuó su camino, haciendo caso omiso a mis gritos recriminatorios.

Muy bien, tiempos desesperados requieren medidas desesperadas.
Corrí hasta alcanzarlo, y tomando impulso del mismo suelo, salté sobre su espalda.

- ¡¿Por qué me amenazas?! ¡Sólo quiero ayudarte para que seas menos miserable! - exclamé.

- ¡No te amenacé! - gritó como respuesta, mientras intentaba librase de mí.

- ¡Mientes! ¡Hasta los mosquitos mienten mejor que tú! - reclamé.

- ¿Sabes? Deberías cambiar tu nombre a "Annika - Infantil- Scott". - dijo burlón.

- ¡Cállate! - grité tirando de su cabello.

Mala decisión.

No sé cómo rayos pasó, pero su cabello resbaló de su cabeza y yo caí junto con el al suelo.

Señorita DisneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora