She

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Kise
Siete meses después

Esto solo me da dolores de cabeza. Mi vida solo me da dolores y tristeza. ¿Para qué seguir si todo el mundo al que quiero me abandona por cualquier causa? ¿Para seguir sufriendo como un idiota? Al final mi hermana tiene razón, soy demasiado despistado y no observo las cosas. La perra de Naoko me utilizó, luego Saricchi se va, y más tarde Kyoko es llevada a la cárcel. ¿Qué sentido tiene mi vida?

Empecé a golpear y patalear cada mueble de la habitación, también brotaron las lágrimas. Lloré, lloré por todo el peso contenido, créanme cuando digo eso. Me sentí impotente, con ganas de acabar con mi mísera vida, sin embargo, algo me lo impedía: ella. ¡Su maldito rostro, el que tanto había visto me bloqueaba! ¡Y su melodiosa voz, aquella que nunca creí añorar tanto! ¿Qué es lo que he hecho para merecer esto? ¿El karma me está devolviendo todos mis males?

-¿¡POR QUÉ DIABLOS NO PUEDO VIVIR EN PAZ!?-grité a los cuatro vientos, destrozando todo-Joder... Joder... ¡Joder!-me senté en la cama y volví a llorar-¿¡QUÉ MIERDA ES ESTA, DIOS!?-me levanté y le di un golpe a la pared, haciéndome la sangre en mis nudillos-Tsk...

Si estuviera aquí, me abrazaría y no me soltaría hasta la mañana siguiente para calmarme, acariciaría mi espalda y haría surcos en mi pelo mientras me intenta relajar. Ella me dejaría dormir a su lado, sin preocupaciones, sonriéndome como un ángel. Pero claro... ¡¡Todo es si estuviera!! Pero no está, se fue a su verdadero sitio, regresó con los suyos y dudo que vuelva algún día...
Me dejó, y lo hizo por su bien, lo se. Yo le estaba causando daño, solo la hacía sufrir pensando que todo estaba bien entre nosotros, pero no sé cuándo fue, no sé cuando mi corazón se volvió ciego y no me permitió ver el manto negro en el que estaba envolviendo a Saricchi. Mi egoísmo me cegó, el creer que mi vida era perfecta nubló todo y no vi que la persona que más me apoyaba estaba muriendo internamente, por eso se fue. Se fue para olvidarse de mí y empezar cero, para que una bestia como yo no le hiciera más daño.

-Sniff, Sniff...-mi llanto seguía, y cada vez más fuerte.

-Hijo...-escuché la voz de mi madre, pero la ignoré, solo quería desahogarme.

Mi llanto era escandaloso, interminable y penoso. No obstante, no me importó, solo quería acabar con mi humillante vida.
Solo dañaba miles de veces, solo quería verme muerto, y aún así, la quería aquí, conmigo. La quería con todo mi ser.

-Soy un mounstro, soy un mounstro, soy un mounstro-repetí incontables veces.

Todo era mi culpa, todo el caos había sido mi culpa. ¿Por qué tuve que estar tan ciego? ¿¡Por qué me doy cuenta ahora que la he perdido!?

Seguí llorando. Si al llorar pudiera olvidar... Todo sería más fácil...

Por interminables semanas falté a clases, a veces iba una semana si, la otra no, pero nada era lo mismo. Llegué a casa con la mirada bajada, recordando bellos momentos de mi dolorosa y agonizante vida.

-¡¡Kise!!-mi madre salió de la cocina-¡¡A Naoko la han encerrado en un centro de menores!!-me abrazó.

-¿C-cómo?-dije en shock.

-¡Sí! ¡Alguien dio las pruebas suficientes para poder denunciarla por diferentes delitos y la han encerrado! ¡Incluso dicen que si cumple los dieciocho, seguirá bajo custodia!-comenzó a llorar.

Por fin algo bueno, aunque eso no contrarrestaba lo demás. No le quitaba importancia a que Saricchi se haya ido, no le restaba importancia a que mi hermana siguiera en la cárcel.

Y sigo diciéndolo. ¡Si me hubiera dado cuenta mucho antes nada de esto pasaría! Kyoko estaría aquí, cada mañana sonriéndome desde el umbral de la puerta de la cocina, con su peludito pijama de conejitos y con una taza humeante de chocolate caliente en la mano, dando calor a su cuerpo; por las tardes, a la hora de mi llegada, se acurrucaría conmigo en el sofá, se taparía con la manta calentita color turquesa con lunares, abrazaría uno de los cojines del sofá y hablaríamos de interminables cosas, me daría consejos, haría chistes, veríamos la televisión y ella criticaría a los periodistas y presentadores que se equivocan o que su vestimenta no combina bien, incluso hablaría sobre su forma de hablar y todo lo que debía de haber detrás de las cámaras, enfrente del plató, sonsacándome una sonrisa de oreja a oreja.

Y qué decir de las miles de cosas que haría con Saricchi...

Cada fin de semana nos turnaríamos para ir a la casa de alguno y pasar dos noches y dos días, una vez allí, haríamos una pequeña fiesta solo para nosotros dos con golosinas, galletas, palomitas (o cotufas, así las llamaba ella), helado, papas fritas de paquete (como las Lays o las Pringels), incluso en un recipiente pondría galletas María, onzas de chocolate con leche y malvadiscos, los fundiría y nos lo comeríamos pasando un buen rato, al finalizar eso, nos taparíamos con una manta y conversaríamos sobre cómo nos ha ido la semana; un día iríamos de compras, se pondría a jugar como siempre con las gafas de sol, los collares completamente pegados al cuello, con las cosas de Justin Bieber que había en Claire's (siempre se burlaba de algunos artículos que sacaban al mercado, a veces los admiraba, aunque nunca le gustó este cantante), nos sentaríamos en una cafetería, tomaríamos un batido mientras atendemos el Facebook de cada uno y nos enseñaríamos mutuamente los mensajes absurdos que los hacían graciosos ante nuestros ojos; otro día lo pasaríamos en la playa, ya sea en bañador o no. Si fuera con trajes de baño, estaríamos horas metidos en el agua, y al salir, ya anocheciendo, a ella le daría frío y se acurrucaría en mis brazos buscando calor, yo la abrazaría miles de veces sin pedirle nada a cambio, disfrutando del contacto de nuestras pieles, la enrollaría con mi toalla y apoyaría mi cabeza en su hombro mientras nos sentamos y observamos el cielo, más tarde nos vestiríamos e iríamos a la casa, por el frío que se ha acumulado en su cuerpo, me pediría dormir conmigo esa noche, yo aceptaría sin vacilar.
A la mañana siguiente, si está aún dormida, miraría su rostro con detenimiento, y esta vez, sí me daría cuenta de lo hermosa que es, tanto por fuera como por dentro.
Una musa, una ninfa, un hada, una sirena escondida tras sus espontáneos y brillantes ojos, tras sus poco carnosos labios y tras su piel levemente bronceada, debido al gran tiempo que ha estado en Japón. Sí me daría cuenta de todos esos detalles que me brindaba, captaría las indirectas que me enviaba, dejaría que se preocupara por mí mucho más de lo que ya lo había echo, y juro solemnemente, que siempre la haría despertar con esa bella sonrisa risueña, siempre jugaría con sus cabellos castaños, siempre le diría lo mucho que me encantan sus ojos y la forma de hablar tan peculiar que tiene, siempre la protegería desde las sombras, la ayudaría en todo, le daría la calidez, la confianza y el amor que me había brindado y que nunca fui capaz de agradecer.

Viviría, enfermaría, enloquecería, vengaría, moriría solo por darle las gracias y devolverle todo lo que me había estado dando durante tantísimos años. Y esta vez, por todos mis muertos, por mi actual vida deprimente, por todo lo que hizo Kyoko por ella, por no escuchar los lamentos de mi mejor amiga mucho antes, por estar ciego y no poder parar el caos y por las lágrimas que habrá estado derramando por mi culpa, prometo, no, juro, que nada de esto volverá a pasar. Si regresas, esta es mi promesa.

Juro, hasta el fin del universo y el fin de mis días, por ser tan idiota, que de ahora en adelante te amaré eternamente y te esperaré, Saricchi.

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-Iora- ;-;
POR DIOS ;^;
He de admitir que este capítulo no me salió como quería, puesto que quería transmitir mucha tristeza por parte de Kise, y al final, se tornó a una cosa muy cursi y sentimental </3
Aun así espero que les haya gustado, de todo corazón.
Para hacer el final tuve que escuchar Still de Aomine Daiki (les dejo la canción en multimedia) c: aunque me hubiera valido Kitto Wasurenai xD

¡¡Las quiero!!

&lt;&lt;Saricchi&gt;&gt; [KnB - Kise Ryouta] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora