Capítulo 14

90 13 0
                                    


Ya han pasado dos meses desde lo ocurrido en París y cada vez me vienen a la mente más fragmentos de la vida de Elena. Me estaban volviendo loca. Quería hablar, contárselo a alguien, pero no podía; Álvaro se ilusionaría con que realmente yo fuera su ex prometida, mis padres se enfadarían y me mandarían lejos de aquí o a un psiquiatra.

Necesitaba contarlo lo antes posible o me volvería más loca aún, pero ¿a quién? Me pasaba horas y horas encerrada en mi cuarto con los ojos cerrados intentando dejar de pensar o intentando dejar de recordar,pero me era imposible.

Tal vez si liberara un poco de tensión podría pensar con más claridad... ¡Gimnasio!

Me levanté corriendo y me vestí con mallas, un top y deportivas, me recogí el pelo y tras coger auriculares para música salí de mi casa directa a un gimnasio que había por ahí cerca. Estuve tres horas haciendo ejercicio que me ayudó a desestresarme. Al volver a casa vi un mensaje de mi padre de que necesitaba hablar conmigo.Llevaba un par de semanas de baja en el trabajo. Me duché, peiné y vestí y me fui a la oficina.

Al entrar al despacho de mi padre vi a Álvaro y a Blas con mi padre. Un escalofrío me recorrió imaginando lo peor.

― Hola.―Dije sentándome en una de las sillas libres.― ¿Qué pasa?

― Kayla...―Me miró mi padre.― Lo siento mucho...

― ¿Porqué? ¿Qué ha pasado?

― Te hemos estado mintiendo.― Le miré confundida.―No eres Kayla, eres Elena.

― Eso es mentira.―Respondí seca.― Me vuelvo a casa.

― Elena por favor...― Habló Álvaro levantándose y cogiéndome de la mano que enseguida le aparté.

― Soy Kayla y no quiero que te me vuelvas a acercar.

Salí del despacho y pedí el ascensor. Estaba furiosa y no sabía por qué.

Estaba furiosa y no sabía por qué. Tal vez porque habían confirmado mis sospechas y no lo quería aceptar. En menos de dos años he sido dos personas yeso no es normal. Esto quiere decir que tengo una familia de la que o me acuerdo y... ¡Mi hija!

― ¡Kayla, para y escucha!― Álvaro se me acercó corriendo.― A ver... Sé que es difícil pero eres Elena y...

― ¡Que no, joder!― grité furiosa.― ¡Déjame vivir!

― ¿Quieres que me aleje de ti? Porque a menos que me pidas lo contrario mañana me voy a España de nuevo...

― Pues buen viaje.― Respondí sin mirarle.

― Me tendré que casar con Natalia...― Agachó la cabeza.

― Pues que seáis felices y comáis perdices.― El ascensor llegó y me metí en él.― Hasta siempre.

El ascensor cerró sus puertas dejándome como última imagen la de un Álvaro devastado y lleno de odio hacia mí. Soy su ex prometida y la madre de su hija y no quiero aceptarlo... Tal vez para mañana ya me haya logrado tranquilizar y pueda ir a solucionar todo con él.

Ala mañana siguiente me presenté en su casa pero por mucho que toqué el timbre nadie me abrió y todo estaba cerrado. Le llamé a él, a Blas, a Paula pero ninguno de ellos me respondió. Acababa de perderle... No, joder.

Me volví a mi casa y estuve en la cama todo el día llorando hasta queme quedé dormida. Al abrir los ojos me encontré en un escenario que no reconocía. Era una especie de campus universitario. Me miré en el móvil y vi que tenía un aspecto mucho más joven del que solía tener cuando tenía estos sueños. Resoplé y mi cuerpo se empezó amover como siempre sin que yo tuviera ningún control sobre él. Llegué a una zona con césped y vi a dos perdonas sentadas en él. Al llegar a donde estaban ellos vi que eran Paula y Blas.

― ¡Hola, Elena!― Exclamó Paula sonriendo. Me agaché junto a ella y le di dos besos.― Este es mi amigo Blas.

― Hola...―Le di dos besos sonriendo.― Encantada de conocerte Blas, yo soy Elena.

―En-encantado...― Qué dulce... Blas acababa de sentir un flechazo conmigo, pero no me supe dar cuenta.― Vamos juntos a la gran mayoría de clases...

― Genial... Al menos conozco a alguien aquí.― Le sonreí.― Nos sentaremos juntos, ¿vale?

― Sí, por mi perfecto.― Respondió el embobado sin dejar de mirarme.

La escena cambió llevándome a un rellano. La puerta del ático A estaba entreabierta y me dirigí hacia esta. Al entrar la puerta se cerró y sentí unas manos alrededor de mi cintura. Sentí la respiración de alguien chocando contra mi oreja y enseguida empezó a cantar Thinking Out Loud de Ed Sheeran. Aquella voz era angelical por lo que cerré los ojos y disfruté hasta el último segundo que duró.

― Sé que ahora esto te parece una cursilada...― empezó a hablar Blas.

― Me ha encantado.― él se colocó delante de mi sonriendo con la sonrisa más sincera y bonita que le había visto jamás a él.― Ha sido precioso...

― Pues espera que te falta lo mejor.― se arrodilló delante mi. Oh Dios...― Algo que me has dejado claro en nuestra relación es que siempre que yo avance, tu avanzaras conmigo y esto será muy precipitado pero quiero hacerlo. Eres la mujer de mi vida, no necesito a nadie más. Te amo, te amo con locura y quiero estar contigo para siempre así que...― sacó una cajita de su bolsillo y la abrió dejando ver un precioso anillo de compromiso. Joder... ¡Qué forma tan bonita de pedirlo eligió el jodido! Como para decir que no... ― Ahora para ti esto debe ser demasiado, pero no te pido que te cases conmigo hoy, ni mañana, ni siquiera dentro de dos años... Será cuando lo veamos conveniente ¿vale? Me da igual si no nos casamos, quiero que lleves este anillo en el dedo como prueba de mi amor eterno... ¿aceptas casarte conmigo aunque sea en un futuro muy lejano?

― Dios mío Blas... Yo... no sé que decir...― le miré a los ojos y vi todo el amor y la sinceridad del mundo en ellos.― ¿qué coño? ¡Si, quiero! ― él sonrió aliviado y me puso el anillo para después abrazarme con fuerza ― Te amo...

La escena cambió de nuevo y estaba tumbada junto a Blas en la cama. Parecía que acabábamos de hacerlo. Él me acariciaba el brazo. Me abrazó contra su pecho haciéndome estremecer. Él me besó la cabeza y yo sonreí.

Me desperté y miré la hora. Había dormido más de cuatro horas...Recuperar la memoria es agotador.

Stranger |II Temporada de Pillowtalk|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora