Capítulo 15

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Álvaro

Estaba a tres días del día del final de mi vida y el principio de mi infierno. Se suponía que ese debía ser el mejor día de mi vida, el de mi boda, pero no lo era. No lo era por la simple razón de que no era con la chica de la que estaba enamorado.

A Natalia le tenía mucho aprecio porque me había apoyado mucho después de todo, pero no la quería más que como a una buena amiga. Ella tampoco quería casarse, pero igual que a mi, no le quedaba otra. Lo único que podíamos hacer era aguantar y pasar el resto de nuestras vidas juntos.

Estaba secándome después de ducharme en la suite del hotel en el que nos hospedábamos hasta el día de la boda cuando alguien tocó a la puerta. Pensando que sería Sophia que había vuelto de comprar golosinas con Blas abrí en calzoncillos llevándome una muy grata sorpresa.

― Hola...― Ella me sonrió ligeramente.

― ¿Kayla?― Pregunté incrédulo.

― Elena ,por favor.― Me corrigió ella.― ¿Puedo pasar?

Le dí paso y ella entró. Cogí unos pantalones y me los subí rápidamente sin dejar de mirarla. Estaba preciosa... Bueno, como siempre. Había ganado peso pasando de estar delgadísima a tener unas curvas de infarto. Sonreí como un idiota.

― Esto...― Dije intentando romper el hielo.― ¿Quieres beber algo?

― No,gracias.― Ella me sonrió y se sentó en mi cama.― Natalia me ha invitado a vuestra boda y ha insistido en que tenía que venir a hablar contigo así que aquí estoy.

― No me ha dicho nada...― Me senté junto a ella.― ¿Has recuperado la memoria?

― Sí... Bueno, al menos un 94% de ella.― Sonrió.― Álvaro, creo que lo mejor sería olvidarnos el uno del otro y seguir con nuestras vidas.

Me quedé de piedra. No me esperaba eso, sinceramente. Pensé que mediría algo como que me seguía queriendo o que quería volver a intentarlo.

― Yo ya no estoy enamorada de ti y así nos ahorramos muchos problemas.―Me volvió a sonreír.

Volvieron a tocar pero esa vez con golpes más pequeños y suaves. Me levanté y abrí viendo a Sophia con una bolsa de golosinas en las manos sonriendo. Entró a la habitación y corrió a los brazos de Elena al verla.

― Ay mi pequeña...― Se abrazaron con fuerza.― ¡Pero qué grande estás mi niña!

― ¡Qué bien que hayas venido mami! ¿Has visto mi vestido?― Preguntó ella emocionada.

― No,enséñamelo.

Sophia fue al armario y lo abrió. Durante el tiempo que estuvo Sophia sacando el vestido no pude dejar de mirar a Elena que parecía más preocupada del vestido de Sophia que de lo que acababa de decirme. La pequeña volvió a la cama con su vestido sonriendo lo tendió sobre la cama.

― ¡Qué bonito es!― Exclamó Elena acariciando el pelo de nuestra hija.― Me lo tienes que dejar algún día ¿eh?

― Pero mami, ¡si no vas a caber!― Respondió Sophia riendo.― Pero yo te lo dejo.

― Muchas gracias su majestad.― Ambas rieron.― Yo me voy ya a mi habitación que tengo cosas que hacer...

― No, mami, que acabas de venir, quédate...― Sophia me miró.― Dile que se quede...

― No. Ve tú con ella.― Respondí seco.― Igualmente tenía que salir a correr, así te dejo con alguien.

― Bueno, me la llevo.― Dijo Elena levantándose.― Se quedará a dormir, ¿Vale?

― Lo que quieras.― Volví a responder seco.

― Vale, adiós...― Elena cogió a Sophia y me dio un beso en la mejilla.― Soph, despídete de papi.

― Adiós papi...― Me rodeó el cuello con los brazos sin despegar las piernas del cuerpo de su madre y me dio un par de besos en la mejilla.

― Luego te llamo y hablamos, Álv.― Dijo Elena cerrando la puerta.

Sentía tantísima rabia en mi cuerpo... Dí una patada al colchón de mi cama y me puse mallas y una camiseta para salir a correr. Me até las deportivas y salí a un parque cercano. Empecé a correr y fui acelerando progresivamente apretando mis puños enfadado. Cuando llegué a la velocidad máxima a la que podía ir chillé sin cortarme ni un pelo y paré. Me puse las manos en la cara mirando hacia el cielo tapando así mis lagrimas.

Elena

Tras cerrar la puerta me subí al ascensor con mi pequeña en brazos y nada más cerrarse las puertas del ascensor sollocé. Sophia me miró asustada y me abrazó con fuerza.

― Mami no llores... Todo irá bien, ya lo verás.― Me secó las lágrimas y me acarició el pelo.― Papi siempre me lo dice...

― Porque tu padre es lo mejor...― Intenté sonreír y el ascensor paró en mi piso.― Vamos mi princesa...

Salimos del ascensor y me sonó el móvil. Respondí sin mirar el número sabiendo quién era.

―Ya lo he hecho, déjame al menos estar hoy tranquila con mi hija.

― Solo llamaba para felicitarte.― Se rió provocando en mi repulsión.―En parte añorabas estas llamadas.

― Adiós.―Colgué.

― ¿Elena?―Oí una voz familiar detrás y me giré enseguida.― ¡Elena!― Nos abrazamos con fuerza.

― Dios, Blas...― Me separé y le miré.― Qué guapo estás...

― Anda que tú...― Nos volvimos a abrazar.― Soph, ¿por qué no me has dicho que mami ha vuelto cuando hemos ido a por las golosinas?

― Porque no lo sabía.― Sonrió y se tiró a los brazos de él.

Pasamos los tres a mi habitación y Sophia se puso a jugar con los juguetes que le había traído como regalo mientras Blas y yo hablábamos tumbados en la cama.

― ¿Has hablado con Paula?― Negué.― Es que está rara...

― Ya... Últimamente cuando la llamo o me cuelga o es muy seca.― Resoplé.― Carlos está normal, pero ella no.

― ¿Interrogatorio de poli malo al cuadrado?

― Interrogatorio de poli malo al cuadrado.― Nos chocamos los puños y nos miramos riendo.

― Te quiero...― Me acarició la mejilla y me besó.

Mierda. ¿Y hora qué coño hago?


Stranger |II Temporada de Pillowtalk|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora