Narrador Omnisciente
La habitación estaba en completo silencio. Sólo se oía el sonido delos tacones contra el suelo y el choque entre las brochas de maquillaje al remover el neceser. Para ser el día de una boda, el ambiente era triste, melancólico. Las tres chicas se encontraban en un estado de dolor emocional que parecía permanente casi.
― Elena...― Dijo Natalia sacándola de sus pensamientos.― ¿Me puedes cerrar el vestido?
― Claro...― Esta se acercó y le cerró el vestido intentando contener sus lágrimas.
― Escúchame.― Paula se acercó a ella.― No nos mientas a nosotras también.
― Lo siento, pero es que diga lo que diga, nada cambiará...— Respondió Elena sin siquiera mirar a sus amigas.
— Aún estás a tiempo. — Natalia la agarró por los hombros.— Ve a su habitación y le dices lo que realmente sientes.
— No puedo hacer eso Natalia... Es tu marido y yo ya no siento nada por él.
— ¡Déjate de gilipolleces, Elena!— Le gritó Paula. — ¿Vas a dejarle ir tan fácilmente?
— Sí, le voy a dejar ir, pero no fácilmente.
Paula chilló frustrada y salió de la habitación. Era horrible ver como su mejor amiga sufría sin que ella pudiera hacer nada. A todo eso debía añadirle sus propios problemas. Sentía que su cabeza iba a estallar de la rabia que sentía.
Sus problemas empezaron después de dar por finalizado su "plan de reconquista". Carlos parecía no inmutarse. Ella se empezaba a impacientar y no sabía qué más hacer. Había intentado incluso ponerle celoso con Blas, pero nada.
Lo peor llegó tres semanas después de acostarse con él. Le debía haber bajado hacía por lo menos dos semanas, pero ni rastro de su periodo. Se empezó a preocupar y no se atrevía ni a ir al medico ni a contarlo. Esperaba que solo fuera un retraso del periodo, pero en el fondo sabía que era más que eso. Por fin consiguió armarse de valor y fue a hacerse las pruebas. Dieron positivo.
Estaba embarazada de Carlos. ¿Qué podía hacer? Carlos a penas hablaba con ella. Pero el simple hecho de imaginar tener una familia con Carlos, una razón o escusa para poder volver con él le sacaba una sonrisa. De nuevo se armó de valor y fue a casa de Carlos. Éste abrió adormilado en calzoncillos y la invitó a pasar sin apenas mirarla.
― Yo...―Empezó Paula nerviosa.― ¿Puedo sentarme?
― Adelante.― Él se sentó.― ¿Qué quieres?
― Es que a ver...― Reempezó igual o más nerviosa.― Estoy embarazada y es tuyo...― Soltó de repente.
― Ah...― Respondió con indiferencia.― Y... ¿Qué se supone que debo hacer?
― Pues no sé...― Se quedó callada.
― Aborta o se una madre soltera porque yo me desentiendo.― Ella intentó hablar.― No. Ni lo intentes.
Se abrió una puerta y salió una chica en ropa interior. Paula se quedó mirándola. Era una chica preciosa. Parecía una modelo con ese cuerpo tan delgado y seguramente no superaría los 20 años. Su largo cabello pelirrojo caía sobre sus hombros en preciosas ondas naturales que hicieron que Paula se sintiera poca cosa junto a ella. Tenía una buena talla de pecho y su estomago era completamente plano. Su culo se veía tan bien en aquel tanga... Paula se levantó rápidamente del sofá y miró a Carlos con lágrimas en los ojos.
― Tú lo querías así, ¿verdad?― Le dijo él encendiéndose un cigarrillo mientras aquella pelirroja se sentaba junto a él.― Ahora debes apechugar.
Aquellas palabras seguían atormentando a Paula, que, sin darse cuenta ya estaba sentada en el banquillo de la iglesia donde se celebraba la boda de Álvaro y Natalia. Junto a ella estaba Blas y junto a él Sophia y Elena que mantenía la mirada perdida.
La ceremonia empezó y para lo único que Elena cambiaba su cara de sufrimiento era para hablar con su hija forzando una sonrisa. Eso más que una boda parecía un funeral porque a parte de los padres de Álvaro y los de Natalia, nadie parecía estar disfrutando de la ceremonia.
― Natalia.― La llamó el cura haciendo que Elena prestara atención.― ¿quieres recibir a Álvaro como esposo, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarle y respetarle todos los días de tu vida?
― Yo...― Natalia miró a Elena y ésta apartó la mirada. La novia suspiró y volvió la mirada hacia el cura.― Sí, si quiero...
― ¿Y tú Álvaro quieres...?
― Sí, si quiero.― Le interrumpió Álvaro impaciente mirando al suelo.
― Bien, pues... Si alguien tiene algo que decir, que hable ahora o calle para siempre.
Varios de los presentes centraron su mirada en Elena. Ella estaba teniendo un fuerte debate interno. ¿Debía protestar? No, no debía. ¿O sí? No. Blas se acercó a ella.
― Es tu última oportunidad, Elena.― Le susurró al oído.― Levántate.
― No.― Le respondió ella mirándole.― Es demasiado tarde Blas...
―No, no es tarde. ¿De verdad vas a dejar que se escape?― Preguntó entredientes con rabia para después suspirar intentando calmarse.― Es el amor de tu vida.
―Pero debe casarse con Natalia...
― Eso da igual.― La interrumpió él.― Ni él está enamorado de ella ni ella de él. Estarás haciéndote un favor a ti, a él y a Natalia... Sin olvidar a la pequeña Sophia...― Se le pusieron los ojos llorosos mirando a su hija que la miraba con tristeza e incomprensión.― Levántate, por Dios. Elena, mereces ser feliz y la única forma que hay es con él.
― Pero Blas, no siempre triunfa el amor... Entiéndeme. Tú más que nadie lo sabes.― Él miró a otro lado.― No sería justo.
― No, lo que no es justo es que teniendo esta oportunidad la dejes escapar.― Volvió a mirarla.― Yo no tengo esa opción en mi lista así que levántate ya.
― Bien...― Prosiguió el cura.
Con tan solo un cruce de miradas entre ella y Sophia, sacó la valentía y la fuerza necesaria para levantarse.
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Stranger |II Temporada de Pillowtalk|
FanfictionTras verse obligada a abandonar a su prometido Álvaro y su hija Sophia, Elena empieza una nueva vida, con un nuevo trabajo y un nuevo ambiente. Lo que no se espera es que un día despierte con una amnesia que le deja sin saber siquiera quién es en re...