Capítulo 19

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Narrador omnisciente

Las miradas se posaron en ella y lo que antes eran muecas de desaprobación se convirtieron en sonrisas y miradas llenas de esperanza. Álvaro, quien no se había percatado de lo ocurrido siguió con la mirada perdida hasta que se dio cuenta de que nadie hablaba, ni siquiera el cura. Se giró lentamente y posó su gélida mirada sobre la madre de su hija.

― Yo...― Empezó con un hilo de voz por el nerviosismo que le provocaba aquello.

Sophia se levantó del banco en el que estaba sentada y tiró ligeramente del vestido de su madre llamando su atención. Ésta la miró y la pequeña le dedicó una sonrisa para darle aún más fuerza y confianza a Elena quien tomó una bocanada de aire antes de volver a mirar a Álvaro.

― Lo siento.― Se le quebró la voz.― He necesitado una buena reprimenda para ver lo que realmente puedo hacer con solo decir la verdad.

Suspiró y cerró los ojos tratando de calmarse. Volvió a mirar a Álvaro quien permanecía con la misma mirada seria sobre ella.

― Te he mentido.― Prosiguió.― No, no he dejado de amarte, eso es imposible. Ni aunque quisiera podría dejar de amarte. Lo peor es que te iba a dejar escapar por miedo... Nuestro amor ha pasado por cosas como ser amantes en secreto, tener una hija por sorpresa, huir a Londres porque no podíamos estar juntos e incluso una pérdida de memoria total y ha seguido intacto. Me he dado cuenta de que siempre que imagino el futuro perfecto es contigo y con nuestra pequeña.

Sophia se abrazó a su madre y ésta le acarició el pelo. Álvaro las miraba tratando de mantenerse firme pero no podía mantenerse igual ante esa escena y esas palabras.

― Álvaro, te necesitamos... Yo te necesito en mi vida y si aún existe una pizca de consciencia o de humanidad y comprensión en la gente que os está obligando a casaros...― Elena miró hacia donde estaban los padres de Álvaro y de Natalia.― Os dejarán ir con la persona que realmente os hará feliz...― Volvió la mirada a Álvaro.― ¿Qué me dices? ¿Te vienes conmigo?

Lo que antes era silencio, se convirtió en un montón de murmullos que hicieron de la escucha de los pensamientos algo imposible. Álvaro se quedó mirándola un momento y volvió su mirada a Natalia. Ella le acarició las manos sonriendo.

― ¿En qué diablos piensas Álvaro?― Se rió ella.― No tienes nada que pensar. Ella es la chica a la que amas y tenéis una niña preciosa a la que podréis seguir criando por fin juntos.― Él miró un momento a Sophia y agachó la cabeza.― Álvaro, mereces ser feliz y sólo lo serás si estás con ella. Mira el esfuerzo que ha hecho ella para abrir su corazón, no hagas que te espere más, tienes esa oportunidad, ve.

― Gracias, Nat...

Él le sonrió un poco y se giró hacia Elena y Sophia. Bajó del altar y empezó a andar hacia Elena con gesto serio. Ella se preocupó en seguida porque sabía que detrás de esa mirada no podía haber buenas noticias así que las lágrimas que había estado aguantando tanto empezaron a descender por sus mejillas. Álvaro llegó a ella con el mismo gesto haciendo que Elena temblara más si era posible.

― Conque ya no me querías y que lo mejor era casarme con Natalia, ¿no?― Él sonrió.― Eres lo que no hay y eso solo hace que te ame más.

Ella suspiró aliviada y le miró a los ojos enternecida. Álvaro le cogió la cara entre sus manos y la besó con dulzura.

― ¡No!― Se oyó una voz gritar haciendo que ambos se giraran. La madre de Álvaro avanzaba hacia ellos enfadada.― ¡Yo no he sufrido tanto para esto!

― Mamá, por favor...― Álvaro la miró suplicando.

― ¡Ni mamá ni leches!― Enfureció más.― No te irás con esa zorra.― Ella miró a Elena.― ¿Todas las veces que te llamé no te bastaron? ¿No era que me temías y me ibas a hacer caso?

― ¿Eras tú...? ¿Cómo podías hacer todo eso?

― Eso no es de tu incumbencia. No te llevarás a mi hijo.― Ella agarró a Álvaro por el brazo y tiró de él hacia el altar.― ¡Usted!― Señaló al cura.― ¡Continúe!

― No.― Respondió el cura cerrando la pequeña biblia que tenía en las manos.― Dios solo acepta el matrimonio si es consentido por ambas partes y aquí ha habido coacción.

― Mamá, suéltame ya joder.― Álvaro se zafó de su agarre.― ¿Qué estás haciendo?

La madre de Álvaro no le respondió y se fue hacia donde estaban sus cosas en el banco. Álvaro volvió con Elena que abrazaba a Sophia con fuerza contra su pecho. Álvaro le acarició la mejilla a Elena que tenía la cara pálida haciendo que ésta le mirara con lágrimas en los ojos.

― Álvaro, hay que llevarse a Sophia rápido porque quiere matarla...― Le dijo nerviosa.― Por favor, vayámonos...

― Tranquila que nos vamos ya.

Él cogió a su hija en uno de sus brazos y con la mano del otro abrazó a Elena y la empujó ligeramente para que empezara a andar. Elena le miró un momento y enseguida empezó a andar para salir de allí.

― ¡Quietos!― Volvieron a oír a la madre de Álvaro.― Os juro que mataré a todos los que están aquí.

― Mamá por...― Álvaro se giró a mirarla de nuevo y se sorprendió al ver a su madre apuntándole con un arma de fuego.― ¿En serio eres capaz de matarme para que no sea feliz con el amor de mi vida?

― No, la mataré a ella.― Señaló a Sophia con el arma y la apuntó.― A ver si sois felices con vuestra hija muerta de un balazo.

Quitó el seguro del arma y Álvaro puso rápidamente tanto a Sophia como a Elena detrás de él para hacer de escudo humano. Blas se levantó con decisión y se puso delante del arma.

― Por encima de mi puto cadáver vas a matar a esa niña.― Dijo con los ojos llenos de ira.

Le agarró la muñeca a la madre de Álvaro en un intento de quitársela. Se oyeron varios disparos que apuntaban hacia la poca gente que quedaba. Durante el forcejeo, el arma apuntó hacia Paula y antes de que ella pudiera reaccionar, Carlos estaba sobre ella protegiéndola. Lo siguiente que sintió fue algo líquido caliente salpicarle la cara acompañado del sonido de un disparo.

Blas consiguió quitarle el arma y la tiró lejos mientras Carlos caía delante de Paula formando un charco de sangre.

Stranger |II Temporada de Pillowtalk|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora