Capítulo 3

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-Nose tu, pero yo tengo hambre- dijo Albert.

- ¿Y que bajo, en ropa interior?- pregunté.

-Pues... Como quieras- respondió.

-Pues venga, vamos entonces- afirmé.

-Era broma eh- dijo.

Me quité la toalla y se la tendí en las manos y me alejé hacia la habitación de Albert a recoger mi ropa que ya debería de estar seca.

Sentí que la mirada de Albert se iba desviando hacia mi culo.

-Albert... Que se te van los ojos- le dije.

-Lo siento, no era mi intención, me has pillado.- respondió avergonzado.

Entré en la habitación y me puse la ropa, para mi sorpresa ya se había secado. Albert me esperaba impaciente en la puerta, tenía prisa.

-Ya voy, ya voy que me estoy abrochando las botas- respondí.

-¿Dónde te apetece cenar?- me preguntó.

-Me da igual, dónde quieras. Sorpréndeme- dije incorporandome.

Albert abrió la puerta y me cedió el paso. Nos metimos en el ascensor y salimos del portal, ya no llovía tanto ahora sólo chispeaba.

-No hace falta coger el bus, vamos a ir aqui en frente- dijo señalando un restaurante italiano.

El restaurante no estaba muy lejos, sólo había que cruzar la calle y andar un poco hacia la derecha.

-¿A qué hora tienes que volver a casa?- me preguntó Albert.

-Palabras de mi madre: ¡No vuelvas tarde! Aunque hoy tampoco puedo volver muy tarde, tengo que preparar la maleta para ir a casa de mi padre a soportar a mis hermanastros- respondí.

-Es verdad, que el Domingo tienes que irte con tu padre. Bueno... Nos veremos en el insti de todas maneras- dijo Albert.

-Sí- respondí entrando en el restaurante.

En la entrada había un camarero que nos guió hacia una mesa. Los dos nos sentamos allí y en silencio, cogimos la carta del restaurante y cada uno decidió lo que iba a cenar. En un instante apareció otro camarero a tomar nota de lo que queriamos tomar y en pocos minutos lo tuvimos en la mesa.

-Que aproveche- dijo Albert cuando vió que ya había empezado a comer.

-Gracias, igualmente- respondí sonriéndo.

-Te tengo que decir algo y necesito que me ayudes- me dijo.

-Vale, sin problemas, dime que pasa- me ofrecí a agudarle.

-Veras... Hace unos días que me gusta Lidia y nose... Es de mi clase y parece que os llevais bien ¿Crees que tengo alguna posibilidad?- me preguntó.

-¿Lidia?- dije conteniendome la risa.

-Si, ella- respondió Albert.

-JAJAJAJAJAJAJAJA- me reí.

En ese momento no podía aguantar la risa. Mi mejor amigo pidiendome ayuda para gustarle a Lidia, no harían mala pareja sólo que no me imagino a Albert saliendo con Lidia, ella es como más refinada y es muy guapa, entiendo que a Albert le guste pero, nunca pensé que fuese la chica que él buscaba. No le suelen gustar ese tipo de chicas.

-¿Qué te parece tan gracioso?- preguntó Albert creyendo que me había burlado de él.

-Lidia y tú- respondí.

M de MilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora