-Nose tu, pero yo tengo hambre- dijo Albert.
- ¿Y que bajo, en ropa interior?- pregunté.
-Pues... Como quieras- respondió.
-Pues venga, vamos entonces- afirmé.
-Era broma eh- dijo.
Me quité la toalla y se la tendí en las manos y me alejé hacia la habitación de Albert a recoger mi ropa que ya debería de estar seca.
Sentí que la mirada de Albert se iba desviando hacia mi culo.
-Albert... Que se te van los ojos- le dije.
-Lo siento, no era mi intención, me has pillado.- respondió avergonzado.
Entré en la habitación y me puse la ropa, para mi sorpresa ya se había secado. Albert me esperaba impaciente en la puerta, tenía prisa.
-Ya voy, ya voy que me estoy abrochando las botas- respondí.
-¿Dónde te apetece cenar?- me preguntó.
-Me da igual, dónde quieras. Sorpréndeme- dije incorporandome.
Albert abrió la puerta y me cedió el paso. Nos metimos en el ascensor y salimos del portal, ya no llovía tanto ahora sólo chispeaba.
-No hace falta coger el bus, vamos a ir aqui en frente- dijo señalando un restaurante italiano.
El restaurante no estaba muy lejos, sólo había que cruzar la calle y andar un poco hacia la derecha.
-¿A qué hora tienes que volver a casa?- me preguntó Albert.
-Palabras de mi madre: ¡No vuelvas tarde! Aunque hoy tampoco puedo volver muy tarde, tengo que preparar la maleta para ir a casa de mi padre a soportar a mis hermanastros- respondí.
-Es verdad, que el Domingo tienes que irte con tu padre. Bueno... Nos veremos en el insti de todas maneras- dijo Albert.
-Sí- respondí entrando en el restaurante.
En la entrada había un camarero que nos guió hacia una mesa. Los dos nos sentamos allí y en silencio, cogimos la carta del restaurante y cada uno decidió lo que iba a cenar. En un instante apareció otro camarero a tomar nota de lo que queriamos tomar y en pocos minutos lo tuvimos en la mesa.
-Que aproveche- dijo Albert cuando vió que ya había empezado a comer.
-Gracias, igualmente- respondí sonriéndo.
-Te tengo que decir algo y necesito que me ayudes- me dijo.
-Vale, sin problemas, dime que pasa- me ofrecí a agudarle.
-Veras... Hace unos días que me gusta Lidia y nose... Es de mi clase y parece que os llevais bien ¿Crees que tengo alguna posibilidad?- me preguntó.
-¿Lidia?- dije conteniendome la risa.
-Si, ella- respondió Albert.
-JAJAJAJAJAJAJAJA- me reí.
En ese momento no podía aguantar la risa. Mi mejor amigo pidiendome ayuda para gustarle a Lidia, no harían mala pareja sólo que no me imagino a Albert saliendo con Lidia, ella es como más refinada y es muy guapa, entiendo que a Albert le guste pero, nunca pensé que fuese la chica que él buscaba. No le suelen gustar ese tipo de chicas.
-¿Qué te parece tan gracioso?- preguntó Albert creyendo que me había burlado de él.
-Lidia y tú- respondí.