Estas aquí

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Camila vivía con su esposa en Yuma, Arizona. Con su pequeña hija de 10 años, que se entretenía jugando en el patio de la casa con Ángela, la chica de limpieza y también su niñera, con Lolo, su golden mas grande que ella.

Camila las veía desde las puertas de cristal de aquella casa, esperando la llegada de su esposa, Lauren.

Ella servía a la nación, una militar de alto rango, comandando soldados que iban a la guerra por su país, y regresar como victoriosos, pero hace menos de 6 meses que Camila no tiene noticias de ella, por lo que sabia; estaba en Afganistan.

Jugaba con el collar en su cuello, aquel que Lauren le había regalado cuando se hicieron novias a los 16 años, en su quinta cita, en aquel cine donde vieron su primer película, Los deseos del Corazón.

Lolo ladro, dejo la pelota con la que jugaba y salto la valla que separaba la el patio con la calle, Camila se sorprendió pero sonrió. Ella había llegado.

— Hola campeón.— escucho desde la puerta, al abrirla, la imagen de su esposa con el uniforme arrodillada mientras acariciaba al perro, que la recibía saltando a su alrededor, y después los pasos de su pequeña llegaron a su encuentro.

La alzo por sus pies y con un gran abrazo y besando su mejillas constantemente, susurrando a su oído cuanto la había extrañado. La dejo en suelo para así, después de un año y medio, abrazar a su esposa.

— Estas aquí.— le susurro, lágrimas de felicidad corrían por sus mejillas.

— Lo prometí amor.— la beso.

Después de la calurosa bienvenida, las dos esposas jugaron con su hija y la muchacha de limpieza les dijo que se haría cargo de la pequeña para que ellas tuvieran su momento a solas.

Y ahí estaban ellas.

— No deberíamos estar haciendo esto.— Suspiro Camila, complacida.

— No, pero lo queremos, tenemos unas horas hasta que Peyton se aburra.— le recordó, levantando la blusa de su esposa.

— Entonces apresurate.— la alentó, sentando y girando en la cama, posicionándose arriba de su esposa de ojos verdes.

La sonrisa de Lauren creció.

— Muevete.— le pidió, sintiendo placentero el sensual baile de caderas. Su piel ardía en deseo.

— Shh.— puso un dedo sobre sus labios haciéndola callar.

Mientras Camila bailaba moviendo sus caderas a un ritmo lento y dolorosamente erótico para Lauren, fue dejando besos húmedos en las mejillas, mentón, cuello y clavículas de la ojiverde, que dejaba escapar silenciosos suspiros.

Desabrocho aquel uniforme, dejando la chaqueta en el suelo de su habitación, su mayor propósito eran quitar sus pantalones, sus manos recorrían todo su cuerpo, la manera de morder su labio hacia delirar a Camila.

Entonces Lauren las hizo girar, quedando ahora ella sobre Camila sin dejar su peso completamente, quitando sus propios pantalones. Fue dejando besos húmedos por el vientre de su esposa, llegando a la cinturilla de los pantalones de la castaña, desabotono y bajo el cierre, Camila llevo una mano al cabello de la ojiverde.

La necesitaba ahora mismo.

— Has tu trabajo.— rogó, cerrando los ojos cuando su esposa saco fácilmente los blancos pantalones y los lanzo lejos, siendo un gran estorbo.

— A tus ordenes.— guiño, escondiendo su cabeza entre las piernas tersas de su esposa.

Camila se sostuvo de la almohada, apuñando una porción de manta. Abrió la boca cuando rozo sobre la tela de sus bragas, luego el aire caliente de un suspiro y por ultimo, la humedad de la lengua de su esposa.

One Shots (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora