Vienes Raices.

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Camila Cabello era una chica de veinte años recién cumplidos, y para su cumpleaños ella misma se regalo la independencia, mudándose de casa de sus padres a una residencia en Carolina del Norte, con ayuda de su amiga Dinah, consiguió a una vendedora de vienes raíces por la zona donde ella vivía con su novia.

Camila esperaba pacientemente afuera de su auto, donde la había citado la mujer. Lo único que sabia de ella era que se llamaba Lauren, y que era muy amiga de la novia de su mejor amiga, tendría un poco de ventaja en cuanto al precio.

Un auto negro, Mustang; se estaciono detrás de su auto, las puertas se abrieron y una mujer de aproximadamente veintitrés años bajó de él. Vestía un traje negro, pantalones ajustados y un saco del mismo color, podía verse la camisa blanca sobresalir, abotonada perfectamente para dejar a la vista parte de su escote.

Tenia poco maquillaje, resaltando sus ojos que, cuando se acercó, el verde profundo de ellos la hizo temblar. Los labios rojos como el mismo infierno, y la cereza del pastel, era el piercing en su nariz.

— Soy Lauren Jauregui, de Iglesias Inc. Yo seré la encargada de encontrar un lugar perfecto para usted.— se presento, tendiendo la mano.

— Camila Cabello, y por favor, hablame de tu. No soy tan vieja.— dijo coquetamente.

— Perfecto.— sonrió de lado.— Pasemos por aquí.

Alargo la mano y Camila comenzó a caminar por el camino marcado de rocas lizas, la casa de enfrente era pequeña, tenia un patio grande, terraza y pilares a los lados de la puerta principal, las ventanas eran un estilo rustico, toda la casa era de un color blanco, y la puerta era un café opaco.

— No se lo que estas buscando, pero puedo deducir que quieres algo pequeño, como para una persona.— inquirió, mirándola de reojo.— Esta es ideal para ti, cuenta con un patio trasero, piscina cuadrada de 8 por 6 metros. También cuenta con dos pisos más ático, dos habitaciones y dos cuartos de baño, la tercera puerta de el fondo.— señaló por el pasillo.— es la puerta del sótano.

— No estoy familiarizada con sótanos, pero supongo que éste no tiene alguna historia paranormal.— decía Camila caminando detrás de la mujer.

— Te aseguro que no, Camila.— guiño.

— Vale, ese es un punto a favor.

— La casa está amueblada, por aquí.— la llevó a la sala principal.— Tenemos dos sofás de cuero negro, una mesa central, una lampara de lectura y un pequeño sofá reclinable.— se giro a la castaña.— Perfecto para muchas cosas.

— Creo que esta habitación es lo de menos, soy una chica de cocina.— sonrió a Lauren de manera seductora, mordiendo sus labios.— Me encanta cocinar y siempre agradezco cuando a las personas les encanta lo que cocino.

— Entonces veamos la cocina.— sonrió cómplice. Caminaron las dos a la siguiente puerta.

— Vaya.— Camila abrió la boca, sorprendida.— Esta sí es una cocina.

Lauren continuo mostrando la casa a Camila, decía cada detalle, de donde venían los muebles, los aparatos electrónicos, incluso quien construyo la casa. Subieron al ático y bajaron al sótano, agradeció que no parecía de esas películas de terror donde, nada más cruzabas la puerta principal, sabías que no debías bajar al sótano.

— ¿Que te pareció?.— pregunto Lauren,  cerrando la puerta del sótano.

— Bueno, si es pequeña pero muy practica, la cocina me encanto y el sótano parece tranquilo y fuera de peligro.— Lauren se rió. — Creo que no tengo que pensarlo mucho.

One Shots (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora