Familia

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Era un día muy caluroso en New York, las noticias pasaban en vivo como er celebrado el día en que se festeja el orgullo gay. La marcha llevaba más de 2 horas desde el centro de la ciudad.

Dos chicas iban tomadas de la mano entre la multitud, eran parte del principal grupo LGBT del país como representantes. Junto con otros amigos, algunos cantaban otros tomaban fotos de besos y abrazos entre los diferentes grupos.

Pero a unos metros, otra marcha se llevaba a cabo, pero era completamente diferente a la primera. Pues el grupo de las iglesias "ProFamilia" donde madres y padres iban de la mano de sus hijos, con carteles con frases absurdas sobre el porqué está mal ser gay.

Pronto quedaron frente a frente, a pocos metros de distancia sin hacer nada, incluso guardaron silencio y parecía una guerra de película. Como la portada de Civil War, donde el equipo del Capitán América de enfrentaba hacia su mejor amigo-enemigo Iron Man o Tony Stark.

Las dos principales representantes tomaron la iniciativa de avanzar al igual que dos señoras del "equipo" contrario. Algunos manifestantes lanzaban palabras ofensivas y recriminaban los "actos aborrecibles".

— ¡Dejen de envenenar las mentes de nuestros hijos!.— grito una mujer, haciendo que los demás le siguieran.

— ¡Ustedes dejen de abandonarlos!.— grito un chico con barba y castaño desde el otro lado.

A partir de ahí iniciaron los gritos y de un lado a otro, los policías tuvieron que intervenir separando más a las personas, solo cuatro personas estaban frente a frente.

— ¿Saben qué significa lo que están proclamando?.— pregunto la castaña a la mujer.

— Por supuesto que sabemos. Ustedes están ensuciando a nuestros niños con sus cochinadas y muestras asquerosas por todas partes. Ellos se perturban cuando los ven en la televisión y quieren adoptarlos sólo para seguir heredando una aberración.

— Escuche todo lo que está diciendo, señora.— empezó la ojiverde.— Yo nunca he escuchado a un niño decir tantas estupideces como usted. Y creame que vivo con cinco niños.

— Lo más probable es que sean igual que ustedes.— señalo la otra mujer con una mueca de asco.

— ¿Como nosotras? ¿Que quiere decir con eso?.— pregunto la castaña cruzando sus brazos.

Entre la multitud colorida, algunos chicos y chicas grababan con sus celulares en vivo, mostrando a más personas lo que se vivía en ese momento.

— Aberraciones y errores de Dios. Nuestro señor no los aceptara en el reino sagrado y se quemaran en las llamas del infierno por cometer pecado.— cada palabra era seguida de un señalamiento con el dedo. Como cuando tu madre te está regañando.

— Escuche señora, a mi no me interesa si su Dios me acepta o no, o si ustedes me aceptan o no. Muchos de aquí, y ustedes mismos han cometido pecado, no siguen ni la mitad de las reglas o que se yo del testamento.— decía la ojiverde muy firme.

— Ustedes abandonaron al señor en sus corazones. Por eso están pecando y no se dan cuenta. Ustedes sólo perturban la mente de nuestros hijos y los hacen creer que lo que hacen está bien.

Muchos minutos pasaron discutiendo los mismos puntos, la mayoría mejor compró comida del carrito de hot-dogs a un lado de las acera para seguir viendo el enfrentamiento.

En un rato de aburrimiento, la castaña se acerco a las señoras con el ceño fruncido y miro hacia atrás de ellos.

— ¿Puedo hablar con su hijo un momento?.— pregunto la casta a una mujer de no menos de 30 años que tenia de la mano a un pequeño.

One Shots (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora