Señora Jauregui

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En el retiro para ancianos del condado de Texas; "Aguas Tranquilas" trabajaba una joven de veinte años.

Camila Cabello tenia que trabajar desde las ocho de la mañana, hasta las diez de la noche, que era la hora de dormir para los viejitos.

Ella, como otras enfermeras, se encargaban de tres personas, darles sus medicinas a la hora y sacarlos al patio para hacer algún tipo de ejercicio físico, como caminar por el pasto, unas jugadas de ajedrez o simplemente tomar el aire.

Ella era responsable de la vida de tres ancianas, la Señora Cárter, la Señora Hansen y la Señora Jauregui, la última de ellas era su favorita, ya que siempre le relataba historias y anécdotas de su juventud.

Angélica Jauregui era la abuelita que todos los enfermeros querían cuidar, ya que no era necia en cuanto a sus medicinas y se iba a dormir a su hora. Camila se alegro al ver que le tocaría cuidarla a ella, claro que la señora Hansen también era obediente, pero casi nunca hablaba de historias o cuentos. Ella era muy reservada.

—Buenos días, señorita Jauregui.— hablo la castaña entrando al cuarto de la anciana con una sonrisa. Era gracioso ver como la anciana reía al escuchar que la llamaba "señorita".

— Buenos días para ti, Camilita.— se sentó en su cama y miro el portarretrato en su mesita de noche.

Una foto de sus tres nietos, a los cuales no veía hace mucho tiempo, excepto a la mayor, su nieta más grande siempre le llamaba y muy pocas veces la visitaba, ya que tenia que trabajar en una cafetería el día completo, pero siempre le enviaba algunos ramos de rosas.

— ¿Ajedrez o piscina?.— pregunto la castaña, ya que los sábados no tenia una actividad en especifico.

— Mejor bingo, hoy derrotare a Julian y George, ese viejo no me ganara otra vez.— refunfuñaba.

— Mucha suerte.— sonrió de lado, ayudando a la mujer a salir del cuarto.

Ahora debía ir a despertar a la señora Hansen, no estaba muy feliz ya que su nieta la visitaría toda la semana junto a su novia.
Camila le había sacado información a la viejita mientras la bañaba, y se entero que su nieta, de nombre muy largo, tenia una novia muy guapa pero no estaba de acuerdo con eso, sin embargo no decía nada. Era su nieta y la amaba, a demás de que era la única que la visitaba seguido.

— Oh, Camilita. Se me olvido decirte que hoy vendrá mi nieta, ya sabes de quien hablooo.— canturreo la anciana haciendo sonrojar a la castaña.

Angélica sabia de un pequeño flechazo que tenia la castaña con su nieta y le hacia gracia ver lo nerviosa que se ponía y lo rojo que sus mejillas adquirían al verla.

— Q-que bueno, no jugara sola al bingo.— sonrió nerviosamente.

— Es mi amuleto de la suerte.— rió la mujer, despidiéndose y comenzó a caminar con su andadera.

Camila suspiro y abrió la puerta de la señora Hansen, que ya estaba sentada en su cama haciendo sus ejercisios de respiración. 30 minutos después y Camila estaba esperando a que Angélica llegara para darle su medicamento, había olvidado por completo que hoy la visitaba su nieta.

Así que su cuerpo entero tembló y sus mejillas enrojecieron al ver entrar por la puerta abla mujer mayor junto a una joven mujer de veinte años.

— Ya estoy aquí, Camilita.— sonrió la anciana de manera insinuosa.— Y mira quien vino a visitarnos.— guiño un ojo, había hablado de manera plural.

— Hola, Camila.— saludo la ojiverde con una sonrisa divertida por las ocurrencias de su abuela.

— Hola Lauren. Aquí tiene.— le entrego las pastillas y un vaso con agua.— Estaré afuera con la señora Hansen y Dinah.

One Shots (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora