Ella se fue

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Le doy las buenas noches a Crystel y me dirijo a la habitación de huésped, empiezo a acomodar mi cama y me quito la camisa como es costumbre de todas las noches, me detengo en mi camino a la cama al escuchar una voz dulce mencionando mi nombre.

Salgo de la habitación y me recuesto contra el umbral de la puerta para observar su figura dándome la espalda, recorro mi mirada por todo su cuerpo y me cruzo de brazos.

¡Qué enorme cruz!

Ahora entendía porque mis amigos de universidad decían que la criptonita para un hombre eran las mujeres con ropa masculina, mi pijama le quedaba algo floja, pero eso solo hacía que sus curvas se notaran un poco más con la vestimenta. Simplemente era una buena vista lo que tenía. Y ella tenía una delicadeza que solo la hacía más atraíble, tentable, una vista que fácilmente podría ser codiciada. Pero parecía un loco o un enfermo mental mirándola como si fuera la octava maravilla del mundo. Prodigia.

¡Diablos! Tenía que hacer un gran esfuerzo para no cometer una locura, yo era su abogado y no tenía que mezclar lo profesional con el deseo, pero era difícil si ella seguía con esa postura que sabía que no era intensional sin embargo era muy peligrosa para mí. Todo. Todo y absolutamente todo era peligroso para mí, me podría causar tanto daño como si me clavara un alfiler en la garganta, ahogándome de a poco y no podría notarlo hasta la muerte. Pero su cuerpo derrochará cantidades de adrenalina a mi cuerpo dándome escalofríos y provocándome.

Contrólate Zed. Me ordeno poniendo en orden a mi mente.

-¿Cuánto tiempo llevas ahí?- interroga asustada al verme.

-No mucho, ¿Me llamabas?- miento astuto sin moverme de mi lugar.

-Yo... Iba a preguntarte... Si... Podías acompañarme- tartamudea mirando mi torso, me percato de que no había tenido tiempo de colocarme la camisa, voy en su búsqueda y me la coloco rápidamente. No puedo dejar que vea mis cicatrices, aunque casi no se vean,  no me puedo arriesgar.

Me coloco entre el pasillo frente a Crystel.

-¿Pasa algo?- incito para que me diga algo.

-Yo no me siento bien, ¿Podrías acompañarme, por favor?- pide sin mirarme a los ojos. Jugando con sus manos abstraído de la realidad.

-¿Estás segura?

-Yo solo... - suspira desganada -No es nada, déjalo así.

Flashback

-Mi niño, cuando una chica te pida un favor tú tienes que ser un caballero como te enseñé y debes ayudarle- menciona mi madre limpiando las heridas de mi cara.

-¿Por qué mami?

-Porque eso hace un verdadero caballero- concluye brindándome una de esas dulces sonrisa.

Fin Flashback

-Tranquila, te acompañaré- le digo y la tomo de la mano guiñándola hacia la habitación que le había prestado.

-No quiero que lo hagas por...

-Me sentiría mal conmigo mismo sino te ayudo- advierto adentrándonos a la habitación.

La obligo a recostarse sobre la cama y la ayudo a cobijarse lo cual hace que ella se ponga más nerviosa, me recuesto en el sofá cerca de la cama y me cobijo para no sentir frío.

-No puedes dormir ahí, me hace sentir culpable- inquiere ella con expresión culposa.

-No veo otro lugar en donde dormir, a menos que sea ¿la cama?

-Yo...

-Aquí estoy bien- concluyo.

-¡Dios!- exclama ella de manera poco audicional -Duerme aquí- señala la cama con timidez.

-¿Segura?- pregunto inseguro.

Asiente lentamente sentándose en la cama esperando a que me levante.

Dudo unos minutos, pero me levanto y me acomodo a un lado de ella con una distancia prudente.

-Tranquila, todo estará bien. Descansa- le digo y le brindo mi espalda para peores tentaciones.

-Igualmente- murmura acomodándose en su lugar, me cobijo bien con mi propia cobija y cierro los ojos pensando en como he llegado a aquí.

¡Qué prueba, Señor! Me estás castigando y de la peor manera.

......

Me remuevo por toda la cama y me detengo al sentir el vacío del lugar que horas atrás ocupaba Crystel, abro rápidamente mis ojos y la busco por toda la habitación; miro el reloj que se encuentra a mi lado.

6:03 am

Frunzo el ceño levemente, es muy temprano para que Crystel este levantada a esta hora, me desperezo y me levanto con rumbo al baño para enjuagarme. Termino y sigo el exquisito olor que proviene de la cocina, miro extrañado el desayuno que se encuentra servido en el desayunador. Listo para ser devorado.

Llego hasta el y me detengo en la pequeña nota que está al lado del desayuno, la tomo y la leo con cautela. Se ha ido. Ella se ha ido, simplemente se fue dejándome una nota de agradecimiento. Una insignificante nota. La nota no llenaba ese vacío en el lugar, se sentía su imprecencia, petulaba un aire más vacío, como como si ella hubiera traído una felicidad y de pronto, cuando se fué, dejó algo impregnado en el aire. Y ahora estaba sólo... Como siempre. La sombría marcaba el lugar con un sello sepulcral de silencio, el frío calaba cada parte de mi ser y requebrajaba mis huesos, como un ser roto, un títere sin hilos, pero atrapado en cuatro paredes; como un ave sin sus alas, inmersa en la agonía; un soldado sin arma ni escudo, envuelto en una telaraña  de miedo y venganza. Solo.

Flashback

- Nunca estarás sólo. Me tendrás a mí - dijo consolándome.

- Eso lo dices porque el estúpido de mi padre aún no note no te ha quebrado por completo - escupía con rabia marcada en mis labios, con una aborrecencia hacia el hombre que me arruinó la vida y se paseó en mi madre.

-Las personas se rompen, pero alguien  encontrará la forma de pegarle con pegamento; los humanos caemos pero nos volvemos a levantar; siempre habrá algo que nos obstruya el camino, es nuestro deber atravesarlo. No te rindas, hijo. Sigue... Por mí.

Fin Flashback

- Lo haré, madre.

Un pasado con futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora