Una atracción magnética

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-Pov omnisciente-

Crystel entró al cuarto de invitados. Suspiró, no podía creer lo que estaba haciendo, no podía creer que un próximo ser vivo estaría creciendo dentro de ella, se sentía pesada y confundida. No sabía si estar feliz porque traería un bebé al mundo, o porque sería madre, uno de sus más grandes sueños. No sabía si estar triste porque ese niño o niña era procedente de Vladimir, porque no tenía como mantenerlo, porque dentro de sí misma sabía que el asunto de Vladimir y ella afectaría el hecho de la denuncia.

Comenzó a preocuparse, ¿Y si Vladimir intentaba algo con el bebé? ¿Y si... Zed decidía no ayudarla por eso? ¿Y si no podría defenderse la próxima vez que Vladimir intentara algo? Una lágrima se extendió desde su ojo bajando por su nariz y llegando hasta su barbilla, derramándose y haciendo un sonido sordo.

Zed se tomó su tiempo para analizar las cosas, sintió la necesidad de matar a Vladimir con sus propias manos, la necesidad de proteger a Crystel sobre todas las cosas, necesidad de que ella se diera cuenta de que el hecho de que estuviera embarazada lo hacía tambalear. Tenía miedo y esa era la mera verdad, se estaba preocupando por ella y ni siquiera sabía el por qué. Trató de no alterarse, cualquier paso en falso y Vladimir podría... Podría hacer cualquier cosa... Pero él no lo permitiría, ese hombre no iba a tocar una mujer más en su vida, y él se encargaría de eso.

Salió del apartado de su cocina para dirigirse hacia el cuarto de invitados, hace rato le había dicho a Crystel que descansara y que él cocinaría algo. Se fijó en el reloj de pared detrás suyo para confirmar la hora; 9:00pm. Exhaló profundamente y tocó la puerta, no oyó nada, no hubo respuesta alguna, dejó pasar unos segundos y volvió a tocar. Otra vez nada.

Crystel se debatía entre abrir o no abrir, no quería, no quería enfrentar la realidad y dejar el estado de confort en el que estaba, pero sabía que tenía que hacerlo. Se levantó de la cama dejando el celular a un lado y decidió abrir, no podía retener el tiempo por más que quisiera. Pero se recordó que sólo andaba en un top y un pantalón de lana flojo que usaba como pijama, entonces corrió hasta su maleta y buscó una blusa cualquiera. Volvieron a tocar pero esta vez con mucha más insistencia y segundos después la puerta se abrió de golpe. Ella aún no se había puesto la blusa, de hecho, la tenía en la mano. Se irguió enseguida y volteó su rostro hacia la puerta, ahí se encontraba Zed, la blusa se le escapó de las manos. Estaban a dos pasos si a caso de distancia, Zed aún no la había visto, él miraba al frente con el ceño fruncido, Crystel carraspeó y entonces él volteó su vista hacia ella, Zed se sorprendió al ver su vestimenta y más aún sus ojos húmedos, un poco hinchados y levemente rojizos, no se preocupó por el hecho de que estuviera sonrojada ni por su vestimenta, simplemente le entró una oleada de preocupación que sacudió su pecho.

-¿Estás bien?- preguntó él. ¡Qué estúpido! se dijo a sí mismo, es obvio que no está bien, acaba de enterarse de que va a ser madre, de que era de Vladimir y acabo de entrar a su habitación sin permiso; se regañó.

-Eh... Bueno, yo...- tomó un respiro -Yo iba a abrir pero... Creo que no hace falta.

-Disculpa, Crystel. Es solo que me preocupé cuando no oí ninguna respuesta- Crystel enarcó una ceja, ¿Él se preocupaba por ella? -Ya está la comida, si ocupas algo, me dices.

-En realidad, veo que hay un televisor pero no encuentro el control para cambiar los canales, supongo que me estoy aburriendo un poco. ¿Me podrías decir dónde es que está?

-Permiso- lo dejó pasar con un asentimiento, era su apartamento después de todo.

Zed caminó hasta la mesita de noche que quedaba justo al lado de la cama dejando un poco de espacio, en donde abrió el primer cajón que está tenía, revolcó algunas cosas pero lo volvió a cerrar, Crystel se acercó a él y se posicionó en el hueco que quedaba entre la mesita y la cama, justo al lado de unas cortinas que cubrían la ventana. Zed abrió el segundo cajón y agarró el control de esta, se levantó y se lo dio en la mano a Crystel y le sonrió de manera sincera. Pero Crystel al tratar de dar un paso para salir de ese espacio, resbaló con las cortinas que eran grandes y por eso arrastraban hasta el suelo. Zed actuó más por adrenalina que por consentimiento, se volteó al escuchar un pequeño grito y antes de que Crystel resbalara la agarró de la cintura, y trató de estabilizarla, pero como volteó tan rápido y actúo así, él también fue perdiendo rápidamente el equilibrio y cayó junto a ella en la cama, él encima de ella.

Un pasado con futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora