-¡Agh!- grito contra la almohada de la cama de huéspedes -¡Maldición! Eres una estúpida, Crys. ¡Una estúpida!- Mi voz sale amortigüada por la almohada.
No dejo de pensar en ese instante, ese momento. ¡Estuvo apunto de besarme, maldita sea! Y ni siquiera sé porqué me recrimino tanto, tal vez sea porque me creí la historia de princesas encerradas en un castillo y un príncipe azul. ¿Por qué? ¿Por qué de todas, a mí? ¿POR QUÉ? Debo de estar loca pero el destino me odia, es más, me odia tanto que para mí no existe el destino, ni la vida, ni el amor, ni la felicidad, ni Zed...
-¡AAAH!
¿Y porqué se apartó? ¡Porque quería sentir sus malditas cicatrices!... La curiosidad mató al gato, me dice mi mente. Pero al menos murió sabiendo, me consuelo, pero en lugar de consolarme me entra toda la furia posible. ¿Y de qué sirve saber si estás muerta? ¿De qué, ah? De. NADA. De eso. Nada. Y ahora me encuentro en una nada que en este momento es mi todo.
La sensación de sus labios acariciando los míos me embriaga, su respiración ligera y suave, casi con miedo, me invade la sensación de que mi estómago se enfría, da un vuelco y se sacude, casi puedo sentir su boca contra la mía. Pero solo eso, casi. Porque no pasó nada y tengo el presentimiento de que no volverá a pasar, por más que lo anhele, lo invoque en mis cavilaciones, por más que lo imagine cien veces, un millón si fuera. Nada de eso pasará.
¿Qué hubiera sido si no hubiera tocado sus cicatrices? ¿Me habría besado? ¿Se apartaría aún así? ¿Y si yo me hubiese inclinado más? ¿Me habría gustado?... Esas preguntas irrumpen en mis pensamientos atrayendo una ligera esperanza que desvanece poco a poco dentro de mi cerebro. Porque cada una de esas preguntas, son en pasado; y el pasado, pasado es, el futuro es lo que importa y el presente es una mierda. Una completa y descomunal tarde de miércoles verdes.
Con un suspiro cargado de impotencia me levanto y me dirijo hasta el baño, recojo mi cabello, fijándome en el espejo. Ni siquiera pienso, solo me observo con la mente en blanco, esperando a que una maravillosa idea surja desde el fondo de mi cerebro pero, nada, no se me viene nada que pueda hacer para remediar lo que hecho, al fin de al cabo no puedes salir de un pozo sin antes averiguar qué hay afuera o porqué estás ahí.
Recuerdo aquellos días en que temía por mí, cuando Vladimir abusaba de mí. Días tristes y oscuros. Si me reusaba a hacer lo que él dijera, era peor. Lo peor de todo es que Vladimir ni siquiera pensaba en que algún día me fuera a reusar, por lo que se le volvió más habitual llegar a mi trabajo, justo a la hora donde salía o cambiaba turnos.
(...)
Escucho la puerta del apartamento abrirse y luego cerrarse. Me quito el delantal verde que llevo, ya que estaba cocinando. Veo por encima de mis hombros como Zed entra, camina hasta su cuarto y se encierra en el. Suspiro tratando de borrar cualquier pensamiento dirigido hacia él. Sale de su habitación y se detiene abruptamente cuando eleva su cabeza y me ve, aparto la vista y salgo de la cocina.
-Hice comida mexicana... No sé si te gusta pero...
-Está bien.- dijo en tono ausente y moribundo -Puedes comer en la mesa conmigo, si quieres.
-Bien- respondí incómoda.
Y esa es la conversación más rara, hasta el momento. Me siento en la silla con mi plato en la mesa, comenzamos a comer sin hablar, solo con el sonido de los cubiertos y nuestras respiraciones. Mi cuerpo esta aquí pero mi mente en otra parte distante, igual que Zed, ni siquiera se que piensa. Los segundos, los minutos se hacen eternos, y luego hay algo que me corta la respiración.
-Perdiste la virginidad con mi padre ¿cierto? - Primero quedo pasmada, luego sorprendida, confusa y luego triste. Lo miro con los ojos desorbitados, con la boca ligeramente abierta, tomo aire tal vez para decir algo, pero después lo suelto y bajo la cabeza asintiendo. Casi puedo ver como un planeta explota cuando se pone de pies haciendo ruido con su silla y se va a su cuarto, cerrando con un portazo y con llave.
Lágrimas rebosaron de mis ojos en silencio, cayendo en la mesa con un leve sonido... ¿Y ahora qué? Simple. Mañana me iría a casa de Alanna. Otra amiga que supongo no me rechazará.
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Un pasado con futuro
RomanceUn hombre encadenado a un pasado lleno de dolor y sufrimiento, con solo una meta en su mente. "Vencer a su padre" Una mujer destrozada en cuerpo y alma pero sin embargo dispuesta a seguir luchando por una vida libre de abusos. _"Se dice que cu...