Completo error

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Me acerco más a ella y rozo con delicadeza nuestras narices.

Error.

Vuelvo a recordar el suceso de la mañana.

Ella por inconsciencia cierra los ojos y se acerca más a mí, suelta mi mano para colocar ambos sobre mi tórax, las mueve hasta mi pecho, sobre las cicatrices...

Su simple tacto me quemó, provocó mi propia perdición, me hizo recordar las noches que tuve que entender que las cicatrices nunca se irían y se quedaría para forma parte mí. Lo que temía se había hecho realidad, esa atmósfera que me hacía querer más se había destrozado. El deseo pudo más que la cordura y no pude evitar la tentación de sentir ese sabor dulcezco entre mis labios.

Error. No pienses en eso. Me recrimino.

-Oye, hermano. ¿Quieres un cerveza?- pregunta Jastián, mi casi mejor amigo, desde su cocina.

-Claro- respondo consumido en mis pensamientos, consciente del lugar en donde me encuentro.

Tarda unos segundos en volver con dos cervezas en sus manos, me otorga la mía y se sienta frente a mí dando un trago largo. Miro pensativo con mis codos apoyados en mis rodillas la cerveza entre mi mano derecha, pero no me decido en hablar primero.

-No sé que te pasa, Zed- confiesa extrañado buscando mi mirada, no lo veo por pensar en el momento que entre a la casa de su novia.

-No me pasa nada- lo evado tomando por fin de mi bebida, con mi mano libre mi corbata, no desabrocho los botones de las mangas porque ya los tenía recogidos.

-Hermano, te conozco muy bien. Te ves fuera de este mundo, como si cometiste un gran error.

Acertado.

Bufo y me rasco incómodo la nuca, miro su semblante serio que espera mi confesión o aclaración.

-Hoy en la tarde que hablé con Madi la escuché... Algo asustada, temerosa tal vez, y por más que le pregunté que le pasaba dijo que no era nada- dice mirándome de forma extraña, lo sé porque puedo sentir su intensa mirada en mí.

Solo levanto mi mirada, enderezo mi espalda recostándome en el respaldo del sofá.

-Ya se realizó el juicio de mis padres, el juez decidió que se le diera el 50% de los bienes de mi padre a mi madre- le cuento astutamente cambiando el tema al que quiere llegar.

-Eso es bueno, pero te conozco muy bien para saber que estás evitando algo- deja la cerveza en la mesa de centro y espera que le diga.

-Después del juicio... Tenía pensado dejar a mi madre en su casa aprovechando mi hora de almuerzo, pero ella me aconsejó que mejor siguiera a Vladimir...

-¿Lo hiciste?- cuestiona ansioso de saber, por milésimas de segundos dejo mi vista en el suelo, pero la vuelvo a él.

-Claro que lo hice, lamento decirte esto pero...- me detengo dando una gran bocanada de aire -Llegué a la casa de la familia de Madison...

-¿Qué?- se levanta de golpe de su lugar demostrando lo mal que tomó mi confesión -¿Qué hacía ese desgraciado en casa de mi novia?- enfatizando que es su novia.

-Ahí estaba Crystel, la chica que quiere denunciar a Vladimir.

-Hablas de ella de una forma diferente, con anhelo- dice dudoso sentándose lentamente en su antiguo lugar -¿Pasó algo que no sé?

-Estuve a punto de besarla- contesto recordando ese momento, Jastián me a seguir hablando -No sé que me sucedió, de un momento a otro no me pude contener y desee besarla.

-¡Intenso!- exclama picarón olvidando el tema de su novia.

-Cuando llegué a casa de Madison encontré a Vladimir amenazándolas, nunca llegué a pensar que ahí estaría Crystel y al verla tan temerosa e indefensa sentí las ganas de golpearlo, en fin lo deje inconsciente y me llevé a Crystel a mi casa- termino mi cerveza y la dejo en la mesa de centro también.

-¿Te gustó lo que hicieron?

-No pasó nada más que un roce, uno que es un completo error. El error que nunca debió pasar- aclaro mirándolo serio.

Un completo error.

Miro cohibida al abogado salir del departamento apresurado, trago saliva dejando mi cuerpo desplomarse de forma letal; y pensar por un minuto que existía alguien que podía hacer sentirme única, cuan equivocada estaba.

Mi vista se comienza a tornar nublosa al mismo tiempo que mi respiración acelerada, mis piernas tiemblan buscando un lugar en que apoyar su débil peso, con algo de dificultad me siento en lo más cercano a mí sin percatarme que es. Suelto el aire retenido llevando los dedos a mis labios en la acción, vuelvo a mirar la puerta con gran desilusión.

Sus labios rozando los míos me causaron quemaduras invisibles, como si me estuviera besando con el mismo fuego, y por motivos que desconozco no puede evitar desplazar mis manos por su torso firme y duro. Gran error, porque eso es lo que es.

Un pasado con futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora