Demian se encuentra en una encrucijada debido a su lejanía de Gema estando tan cerca de ella, en busca de su redención, hará hasta lo imposible por volver a tener el corazón de la mujer cuya presencia le es vital para sentirse vivo.
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Contraté a la ginecóloga para que estuviera en casa con ella, durante el embarazo me corrió unas 500 veces de la habitación y unas 250 de la casa, me dijo fastidioso, chocante, que la asfixiaba, me lanzó lo que tuvo cerca unas 700 veces, me amenazó con pedirme el divorcio 100 veces, y me lo pidió 25, me mandó a dormir al sofá unas 60 veces, lloró suplicándome que me fuera a trabajar unas 340 veces, pero nada de eso, nada me quitaba la sonrisa que tenía en los labios a causa de su panza que crecía y crecía. A los 4 meses 3 semanas supimos que sería una niña, la soñé desde entonces casi todas las noches, y dudo sentirme tan feliz y en paz con la vida como ahora.
Me pica el cuerpo, Lucciana está lista en el quirófano, es el momento de recibir a Divanny Pradda, me alisté, y nunca había estado tan nervioso como ahora.
- todo listo, señor Pradda.
Lucciana experimentó un embarazo de alto riesgo, por lo que la doctora Marx vio correcto que nuestra pequeña naciera vía cesárea.
ya qué.
- ¿en dónde está mi marido? no, no, no me haga nada hasta que aparezca mi marido.
entré.
- Lucciana.
- ¿en dónde te metes? ya me quieren sacar a Divvy y no estás.
- ya llegué, estaba poniéndome ésto.
- Demy, tengo miedo.
- tranquila bonita, no vas a sentir nada.
- ¿estás seguro?
- claro que si, mi vida, eso es el punto de una cesárea, muchas mujeres las prefieren porque no sienten nada.
- oh ¿si? ojalá, si me duele voy a morir aquí.
- eso no va a pasar.
Lucciana me tomó de la mano y estuvimos así todo el proceso, estaba tan nerviosa como yo y eso no era buena señal, sin embargo, al momento de que la doctora tuvo a mi pequeña en sus manos y ésta lloró, todo cobró sentido.
mi hermosa Divvy llegó al mundo un 18 de Abril, la enfermera la tomó y me la entregó.
-felicidades señor Pradda.
la miré, lloraba que daba miedo de inmediato miré a Lucciana, era su divina imagen.
