"Capítulo 1-Nueva Vecina"

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Todo comenzó aquella vez en la que Emily se mudó a casa, pareciera como si fuese ayer. 


-Emma! Iré a darles de regalo una canasta de pastelillos a los nuevos vecinos como bienvenida!-Oido gritar a mi madre desde la cocina y me quito los audífonos.


-Bien mamá!-Grito por la puerta de mi habitación.


Apago mi ordenador y abro la puerta de mi habitación una vez más para dirigirme hacia abajo y conocer a los nuevos también. Pero algo me detiene, cierro la puerta entrando al baño y enciendo la luz amarilla que me deja ciega por las madrugadas. Observo mi rostro unos segundos mentalizándome de qué era lo que venía a hacer, miro a los costados y vuelvo al espejo. Puedo notar que tengo una espinilla pequeña debajo de mi labio, casi no se nota, abro el botiquín y lo primero que veo es una base de maquillar. No dudo en tomarla y apretando el pomo delicadamente pongo una gota del producto en mi dedo índice, la dejo en su lugar nuevamente y paso el dedo suavemente por la zona del intruso. 


Una vez hecho esto me observo en el espejo y la espinilla ya no se logra ver a menos que te quedes varios minutos observándome. Pero claro que nadie hará eso, más allá de que hoy no salgo con mis amigos tampoco, ya para el lunes esa espinilla habrá desaparecido de mi rostro. 


Tomo un cepillo y lo paso por mi cabello una y otra vez dejándolo totalmente peinado y suave. Por último me delineo los ojos delicadamente y paso bálsamo sobre mis labios gruesos.


Para quién estoy arreglándome tanto si hoy no salgo?


Apago la luz del baño y salgo cerrando la puerta, escucho gritos abajo y el ruido de cosas y muebles. No me preocupa ya que se están mudando nuevas personas a la casa de al lado. Las cuáles al parecer tienen bastante dinero ya que esa casa ha estado desocupada durante cuatro largos años, según los rumores del barrio es porque pedían demasiado para venderla y nadie aquí tenía suficiente dinero.


No es un barrio pobre, pero la cantidad de dinero que se pedía en esa casa era demasiado, se necesita tener una buena profesión para siquiera pagar por una habitación de esas, que debe ser más grande que la mía por supuesto. Recuerdo que miles de veces insistimos a mi madre (mi hermano mayor y mi hermana menor) para que nos mudáramos a esa casa, ella prometió averiguar el precio y al día siguiente cuando volvimos a mencionarlo mi madre casi se desmaya al recordar la cantidad de dinero que debía pagar. 


Lo cuál hizo que dejáramos el tema de inmediato antes de quedarnos sin madre.


Y sin dinero.


Me asomo por la ventana y elevo mi mirada hacia el cielo, no sería raro que próximamente lloviera, luego la bajo hasta donde están los muebles moviéndose de un lado al otro mientras las personas, o mejor dicho vecinos nuevos, las llevan casi arrastrando hasta su debido lugar a cada una de ellas. Quiero ver si hay alguien que pueda llamarme la atención o interesarme en bajar y conocer, pero sólo hay una señora con su esposo supongo, un niño pequeño el cuál por lo que veo ya se ha hecho amigo de mi hermana Charlotte, y una persona que no logro saber qué o quién es gracias a su campera extremadamente abrigada y negra que le cubre más o menos medio rostro junto a su capucha. 

《Perfecto Desastre》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora