"Capítulo 29-Despierta"

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Desperté.


Había dormido todo el día anterior, luego de ser expulsada y pelear con Emily, mi hermano, sin tener a mi hermana en casa y sin saber nada ni de ella ni de mi madre debido a que las pocas horas que está en casa ni siquiera se preocupa por saber cómo estoy, más que no puedo salir con mis amigos por ahora ya que entré en un temperamento de inestabilidad emocional y ellos están en la escuela por lo cuál será difícil verlos más seguido. 


Realmente no sentí nada, luego de haber sido expulsada y pelear una vez más con mi hermano, enterarme de que Cassie estaba internada y aún no tengo idea de cómo se encuentra (No es que me importe demasiado tampoco). Después de todo eso, no me quedó más remedio que dormir, caer en un estado en el que no sentía nada de nada en absoluto. 

No sentía bronca, no sentía tristeza ni mucho menos felicidad, tampoco podía decir que estaba normal porque no era normal dormir todo el día y a penas levantarte de vez en cuando para completar unos pocos dibujos a la mitad y volver a acostarte, cerrar los ojos y pensar en todo lo que sucedió desde que Emily entró a mi vida, sin llorar porque como dije antes, no sentía esa necesidad, quedarme dormida y despertar una vez más. Aquí. 

Fue entonces, cuando recordé, que hoy llegaría la hermana de Emily a su hogar, y moría de ansias de conocerla. Quería saber cómo era y si tenían cosas en común junto a ella, pero nada de eso sucedería, o al menos no por hoy debido a que la niña rica y yo estamos enfadadas una con la otra, o al menos yo sí. 

Salí de la habitación luego de todo un día entero allí dentro, al abrir la puerta el aire del pasillo pegaba en mi rostro y por instinto propio arrugué los ojos un poco mientras caminaba hasta la ventana del corredor para cerrarla. 

Y fue cuando lo hice, trabé la ventana y al voltearme, un silencio volvió a estremecerme, no había nada.

Los gritos y risas de Charlotte ya no estaban, mi hermano con su estúpida música aburrida mientras bailaba por todos los rincones del segundo piso, se paseaba por cada habitación procurando dejar algo de su energía dentro de ellas. Mis gritos de felicidad por aprobar materias, o por reclamarle que deje de cantar esas canciones tan absurdas y me deje ver televisión en paz. Las risas de mi madre desde el primer piso en la cocina, pidiéndonos que nos calmemos y dejemos de pelear por estupideces. 

Ya no estaban.

Y en ese instante fue cuando comencé a sentir algo, tristeza. O quizás no era tristeza, pero algo extrañaba. Extrañaba llegar por las tardes y aunque mi mundo se estuviera desvaneciendo sabía que al entrar por la puerta todos en casa estarían para recibirme con los brazos abiertos y prometerme que todo estaría bien, mientras estuviésemos juntos.

Y fue real, porque desde el primer minuto en el que nuestra familia se separó, todo comenzó a ponerse cada vez peor.

Y me preguntaba: Esto es parte de crecer y madurar? Tener que alejarse de las personas que creíste que estarían en tu vida por siempre? Conformarte con lo poco que consigues hasta que vuelvas a perderlo? Extrañar cada parte de ti? De lo que solías ser y ya no encuentras. 

Porque si eso es así, si madurar significa dejar que todo a tu al rededor se venga abajo y ser consciente de que no puedes hacer nada para que cambie porque es parte de la vida, entonces, eso no sonaba tanto a madurar, sino a comenzar a ser infeliz.

Y bajé la mirada hacia el suelo mientras sentía como el frío del pasillo congelaba mis pies descalzos y cansados, encontrando a un lado de este un pequeño papel, muy arrugado y escrito con letras que se me hacían familiares. Lo tomé sin pensarlo dos veces con un cigarro en la boca sin encender, pensando que quizás lo había lanzado Emily, o simplemente era una carta de mi madre hacia mi pidiéndome que me fuese de casa, pero no.

《Perfecto Desastre》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora