"Capítulo 30-Promesas"

556 41 6
                                    

Tomé aire una y otra vez preguntándome a mi misma qué hacer, necesitaba estar a su lado, no lograba entender absolutamente nada. 

Por qué Emily trataría de suicidarse teniendo a su hermana a su lado?

Mis lágrimas comenzaron a brotar cada vez más por una enorme desesperación, estaba allí varada esperando que la tierra me tragara y me escupiera al lado de la niña rica. Fue entonces cuando voltee hacia mi casa y estaba mi hermano Lio, corriendo hacia un taxi y deteniéndolo, luego me miró, aún hoy, escribiendo esto, recuerdo como me había mirado y mi piel se eriza por completo. 

Sus ojos estaban decaídos, sus labios plasmados y los entre abrió para susurrar una palabra que desde esa distancia logré percibir.

-Vamos.

Corrí hasta dentro del auto y una vez ambos en él, marchamos hasta nuestro destino, tenía miedo y me arrinconé en una esquina del coche lejos de mi hermano, porque aún así continuaba enfadada con él y no iba a dejarle toda mi confianza por solamente haberme llevado hasta el hospital. Yo podía hacerlo sola de todas formas.

El viaje fue silencioso, el chofer a medias preguntaba si sabíamos el camino debido a que habían muchas formas de llegar, propuse que tomara el más rápido, tenía que estar con ella y mantenerla a salvo. No necesitaba nada más que ella estuviese bien. 

El auto estacionó frente al hospital y mientras mi hermano pagaba yo bajé lo más rápido que pude sin siquiera agradecerle por haberme traído en menos de quince minutos. Entré al hospital y pregunté a la primera persona que vi en la recepción por Emily. 

-Necesito saber su nombre completo y si es posible, edad.-Dijo en tono seco mientras observaba el ordenador.

-Emily...-Resoplé.-Emily Anderson, 17.

Tardó unos quince o quizás veinte segundos en buscarla los cuáles, como sabrán, se sintieron como toda una eternidad. Cuando más apuro tienes y más desesperada estás, es cuando más sentirás que todo resulta eterno. 

Una vez con el número de habitación y pasillo caminé lo más rápido que pude sin mirar hacia atrás para ver a mi hermano, aunque suene tan egoísta, él es lo que menos me importa en este momento. Nadie me importa en realidad, sólo Emily. 

Llegué al pasillo número 35, allí se encontraba la madre de Emily sentada al lado de su padre, quién para ser exacta hacía muchísimo tiempo no veía, desde que se mudaron más bien no lo hacía. Su hermanito también estaba, al parecer había vuelto de la casa de su abuela, sentado en el suelo mientras jugaba con sus dedos, y su hermana Grace muy lejos de todos ellos, como si no formase parte de esa "familia". Estaba observándome callada, cuando mi mirada iba hacia la suya corría sus ojos para evitarme, no sé por qué me recordó tanto a Emily. 

La extraño tanto.

La mano de mi hermano se posó sobre mi hombro y voltee a verlo, seguía con su seriedad, la misma que traía desde que habíamos subido al taxi. Pero se lo notaba preocupado, después de todo, no tendría otra razón para estar aquí. Verdad?

Quise preguntarle a Grace si entendía la razón por la que su hermana hizo esto, pero no creo que sea el momento sinceramente, y considerando que no hace ni siquiera un día desde que está aquí, debe entender menos que yo y que todos los demás. 

Para ser realista, de todas las seis personas que nos encontramos en este pasillo, compartiendo un silencio tan triste y poco agradable, de su padre, madre, hermano, hermana, mi hermano y yo, estoy segura que soy la única que realmente conoce un poco a Emily. No del todo y tampoco como quiero realmente, pero sé que ella no es así, es más sensible de lo que alguien puede creer y tengo miedo. Tengo miedo de que toda esa fuerza que tenía ella y la valentía que la mantenía, se haya esfumado de repente, y esa sea la razón por la que nos encontremos todos aquí. Haya decidido que se cansó de luchar, y se hartó de fingir estar bien en cuánto no lo está. 

《Perfecto Desastre》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora