Últimamente me las he ingeniado para estar de buen humor, y es que han pasado cosas increíbles. Navidad en familia, Año Nuevo en el tejado, todo tiene su regusto amargo, pero ¿sabes? Me lo he pasado tan bien que ni siquiera se me cruzó por la cabeza pensar que podría haber sido mi último diciembre.
Fue el mes que más rápido se fue de mis manos. Regresar a casa, verte a ti muy seguido, buscar información de universidades e inscribirme para el año próximo. Todo va excelente, si más encima le sumamos estos poquitos días de enero, no podría ir mejor. Quiero decir, nadamos en un lago que no estaba congelado sólo por que paró de nevar el día anterior. ¡Fue excelente! Quiero decir, una terrible estupidez, pero llena de sus sensaciones nuevas. Primero que nada, nunca tuve tanto frío; y en mi vida habría pensado que, si alguna vez corriera el riesgo de morir de frío, me habría reído tanto. Qué curioso, ¿no? Cómo un día tan frío y falto de calor puede formar parte de un recuerdo tan bonito.
Las mantas, el té, el chocolate, las órdenes que te hacen parecer mi propia madre, pero en una versión más rubia y.. robusta. La ropa que me prestaste y las carcajadas que soltaste al verme. Todo, todo, todo, te lo agradezco por montones. Incluso los salpicones y empujones y el hecho de que me haya entrado agua por la nariz. Todo formó parte de esa nueva experiencia que, ambos sabemos jamás habría hecho por mi sola.
Además de tus infinitas atenciones me has dicho tantas cosas bonitas, que siento que no te devuelvo nada de aquel cariño. Me pongo de todos los colores y me muerdo la lengua, por que aún no estoy segura de saber si estaría bien o no, por aquello mismo que te comenté unas cuántas páginas atrás.No entiendo por qué la gente cree que todo debe ser blanco o negro, luz y sombra, bien y mal. Es mucho más complicado que eso, hay tantas variables, tantos efectos secundarios y daños colaterales. No entiendo por qué la gente no puede ver los grises de cada situación.
Tal vez ese sea mi problema, pienso demasiado las cosas y termino dándome cuenta de que, hay tantos colores intermedios, tantos colores de luz y tantos de sombra, que me cuesta diferenciarlos y se me mezclan. Es, para mi, casi imposible saber qué hacer cuando me dices esas cosas. No es por ti, no por que me cohíba ni intimide. Me agrada, incluso me pongo roja y lo sabes; pero así como tus palabras tienen diversos efectos en mi, las mías los tendrán en tí. Efectos que tal vez, a largo plazo, cuando ya no haya tiempo, podrían tornarse de lo más oscuros y crueles.
No quiero ser cruel, pero ahora mismo todos los grises me son iguales, un poquito más negros que el blanco; y es que no veo la forma de evitar hacerte daño.
Ojalá fuera sencillo, ojalá fuera todo blanco y negro y optara siempre por el que más luz me da. Pero no lo es y me rompe el alma no saber qué hacer.
Tengo la esperanza de que, si lo hablo contigo, si te digo lo perdida que estoy, me ayudes a tomar la decisión. Que me digas que me quede, que no existe aquel punto en que mi tiempo se acaba, que no pasará nada. Que no te haré daño ni tú a mi. Que tal vez, si lo deseamos con fuerza, pueda quedarme siempre cinco minutos más.
No tienes idea de lo que daría por cinco minutos más.
Da igual, estoy contenta. ¿Recuerdas? Tal como dije antes. Soy feliz. Y suena ridículo incluso, pero no me importa.Estuve pensando y quería agradecerte por una cosita tan grande como significativa a la vez, aunque tal vez tú ni te des cuenta de que lo haces.
¿Sabes? Siempre he admirado el color azul de tus ojos, no envidiado ni nada de eso, por que se que te pertenecen sólo a ti y nadie más, fueron hechos a tu medida. Los he admirado no sólo por el color, sino por que muestras tu alma entera en ellos.
Como cuando me convencías para ir al lago, la excitación de aquella nueva travesura en frío te llenaba los ojos. O cuando te preocupas, como aquella vez que dije que tenía que hablar contigo. Cuando te ríes se vuelven cautivadores, es como si se incendiaran en fuego azul para acompañar tu risa.
Conozco bien tus ojos, sé, por lo tanto, cuándo me miras con tristeza; incluso cuando miras a otro lado para que yo no me de cuenta. Es ese pequeño gesto el que quiero agradecerte, por que no quiero ver tristeza en tus ojos. Mucho menos lástima, pero sé que no sentirías lástima por mí. Tú no dices "pobre chica, tan joven", dices mucho más, me propones tirar fuegos artificiales en tu propia habitación y bailar sin música en medio de la gente. Me he cansado de la lástima y quería agradecerte por no sentirla hacia mi. Como te dije antes, no soy desgraciada, tengo propósitos, y la lástima es para desgraciados.
Me apena tu tristeza, pero aunque el final de mi cuento sea inevitable, haré todo lo posible para que sea una historia feliz, para opacar la tristeza que te sale de los ojos a veces.
Te he dicho que te quiero, millones de veces, y te lo diré millones de veces más. Quiero compensar de alguna forma el cariño que me haz dado, pero ahí regreso a los colores grises, a pensar a futuro y a armarme tanto lío, por algo que siento que debería ser tan simple como un "si"; o tal vez un "no". Son palabras tan cortas y tan, tan pero tan difíciles de pronuncias a veces, que me da miedo decir la equivocada.
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No es tan fácil
Romantik(¡Corregido!) Seguramente reconocerás mi letra a la primera; bien sabes que desde siempre me he esforzado en que el maldito palito de la "d" quede inclinado con una ligera curva, y la "y" cuente con un final retorcido bastante pronunciado. Sabes t...