Enero 9, 2013.

30 3 0
                                    


  "Había una vez un tipo, Andrew, era un hombre inglés, común y corriente en todo sentido que te puedas imaginar, salvo uno, sabía soñar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

  "Había una vez un tipo, Andrew, era un hombre inglés, común y corriente en todo sentido que te puedas imaginar, salvo uno, sabía soñar. Andrew, como era de esperar, estaba enamorado, pero ella se fue dejándole la promesa de que algún día volvería por él. ¿Y sabes qué pasó?
Èl la esperó durante toda una vida. Se conocieron en el verano del año 1967, en una isla cercana a la costa española, en donde se encuentra un pueblo hoy en día. Andrew solía subir día tras día al faro del puerto, desde la mañana al atardecer, desde el atardecer al anochecer. Cuando el cielo recién se abría y comenzaba a volverse claro. Cuando los matices inundaban al cielo de anaranjado, rojizo, violeta y una gama infinita, hasta cuando finalmente el cielo se volvía oscuro y las estrellas aparecían como luciérnagas.
¿Por qué ella tardaba tanto? No sé y Andrew tampoco. El tiempo pasó y la rutina siguió sin importar que las estaciones pasaran una tras otra, sin detenerse. Toda persona que conocía a Andrew estaba preocupada por él, tanto que subían a hacerle compañía para intentar convencerlo de desistir con su propósito. Pero él nunca lo hizo. A veces, cuando la gente le insistía demasiado él se enojaba, sacaba una caja de herramientas vieja, que guardaba bajo su silla, y le enseñaba unas fotografías de él y ella.
Nadie lo comprendía, y por tanto, seguían intentando razonar con el hombre. Mas nunca algo lograron. Durante una noche, antes de que Andrew bajara del faro, creyó ver una lluvia de estrellas. Imagínatelo; cientos y cientos de luces parpadeantes en el firmamento que caían al mar. ¿Y sabes qué se le pasó por la mente?
Se le ocurrió que las estrellas caídas eran como las fugaces, que si atrapaba una podría pedir un deseo y ella volvería por él. Y el lo hizo, saltó del faro hacia la oscuridad de las aguas, dispuesto a conseguir su estrella para ella.
Algo así. El cuerpo de Andrew fue encontrado en las orillas de la playa, sin vida.
Pero la historia no termina allí. Meses después de que él muriera, el espectáculo se volvió a repetir en los cielos, y a la mañana siguiente llegó un barco, con una dama abordo que preguntaba por Andrew B."
Te he dicho lo injusta que es esa historia, lo horrible que me parecía dentro de toda su belleza, lo cruel que resultaba y lo mucho que me molestaba. Pero es por que no la había oído dos veces. Por que no la había apreciado en su totalidad. Por que no me había dado cuenta de que, daría muchas cosas por encontrar mi estrella y pedir un deseo.
Y es que, la verdad, es una historia hermosa. Siempre he admirado tu capacidad para inventarlas, y se que no quieres escribirlas, pero insisto, en que algún día tendrás a alguien que ames mucho; alguien que te pida un bonito cuento para dormir, alguien que quizás sea más pequeña que yo; que tenga sueños vivos, rebosantes de colores. Insisto, que es un desperdicio dejarlas solo para mí.
No me malinterpretes, por favor te lo pido. Amo tus historias, las aprecio tanto como a ti, por que de alguna manera forman parte de ti. Agradezco y de cierto modo disfruto que las inventes para mí, es un gesto precioso por tu parte y me fascina. Así que, con tu permiso o sin él, escribiré tus historias. Para mi y para ti, para que pueda leerlas cuando no tenga tu voz cerca y una llamada no lo solucione.   

¿Sabes por qué he descubierto recientemente que me agrada la historia? ¿Aunque sea trágica e injusta? Últimamente he descubierto muchas cosas a decir verdad.

He recibido un contundente y firme mensaje de que la vida no es justa, pero.. Uno hace lo que fuera por un deseo, ¿verdad?
¿Qué harías si sólo quisieras una cosa en el mundo y de pronto encontraras la manera de tenerla? Creo que yo, si tuviera una oportunidad, me tiraría de cabeza desde faro en busca de mi estrella.
No era mucho lo que tenía para decirte hoy, sino que gracias, por quedarte conmigo y espantar las terribles pesadillas sobre relojes de arena e imágenes que no logro comprender; por espantar el frío también, y por decir "nunca".
Haré lo posible para hacerte la tarea más fácil, ¿vale?  

No es tan fácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora