Marzo 17, 2013.

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Oh Tarik, no sé cómo lo haces

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Oh Tarik, no sé cómo lo haces. 
De alguna forma lograste que me sacaran del hospital, junto con mis padres, imagino. Asumo que el hecho de que estudies medicina ayudó un montón, sobre todo a lograr la tranquilidad de mamá ( que igual te ama). Le he dicho que quiero esto, que necesito dedicarte tiempo, que los visitaré, que me visitarán, que estará todo más que bien. Supongo que también ayudó. 
El punto es que, a este punto estoy un poquito más fuerte, e inicia la quimioterapia. Porque debía llegar, ¿verdad? No basta con una operación. Las células son pequeñísimas y hay que quitarlas químicamente. 
Así que tengo mi sonda, o catéter, o cánula, qué se yo cuántos nombres tiene. Sale del pecho, y me han explicado por qué, pero a mí sólo me alegra que no tenga que andar atenta a doblar el brazo para no pincharme. Se quedará ahí porque es un tratamiento largo, y bueno, entre mil cosas más, es lo conveniente. 
Entonces me quedo en casa, contigo, y en cierto punto... lo lamento, ¿sabes? Sé que estás pendiente de mí, y sé mil cosas más, que las diré sólo porque te prometí que lo escribiría todo. 
Sé que no nos casaremos. Sé que no te daré hijos. No podremos tener una familia, por Dios, ni siquiera se si mi cuerpo resistiría... ya sabes, "el acto". (Maduraré, lo prometo). Entonces sé que te faltan cosas, que hay mil vacíos que no puedo llenar. Porque sé que no soy suficiente, no así, no cuando no funciono al 100%, y lo lamento, lamento mucho hacerte esto. Quizás en otra vida te encuentre, y ahí sí, te cuidas. (Es una promesa/amenaza, tómala seriamente.) 
Tengo pena, porque siento que te desgasto. Tengo pena por dormir tanto. Por pasármela con vómitos tras cada tratamiento. Por dedicarte tan pocos, tan tan tan pocos besos. 
Sueño con una vida mejor, y a veces, cuando despierto tan enredada en tus brazos la siento real. No hay cáncer, no hay nauseas, no hay fecha de caducidad salvo la de esas cosas que sé aún están en tu alacena (tienes que revisarla más seguido, Tarik). Entonces son unos segundos, minutos si tengo suerte, en los que todo es tan bonito. 
Lo relataré para ti. 

Resulta que, ¿viste esas cortinas de las que siempre te quejas? Que no cierran bien, que encima son blancas, que reflejan todo y dejan pasar el sol a cualquier hora. Son mágicas, Tarik, te lo prometo. Tú te recuestas siempre de espaldas a ellas, ¿y sabes? La luz te hace aún más rubio, parece que los pelitos despeinados de siempre brillan en los extremos en un arcoíris de naranjas, blancos y amarillos. La luz que se filtra hace líneas, te dibuja en colores oscuros, proyecta en mi piel tu silueta, tu perfil. Y estás tan tranquilo, tan en paz. Se te borran las arrugas de preocupación, pero igual me sostienes fuerte, con dulzura. Tengo la costumbre de levantarme antes, y en esos segundos de paz acariciarte la mejilla, y no se si lo sabes, si te despiertas  o es puro instinto, pero te acomodas bajo mi mano y me derrito un poco más. Me digo que no voy a pensar en otra cosa, que hasta que sea hora de ir al hospital de nuevo no pensaré en lo que sucede. No hasta que me bañe y vea la cánula, al menos. No quiero desviaaaaarme, hay tanto por decirte. Entonces te acercas a mi mano, porque eres bien bebé cuando te lo propones, y sonrío para ti, aunque no me veas, aunque a final de cuentas sea para mí. A veces, cuando más consciente estás, me pides otros cinco minutos, como antes, como siempre, y me siento en casa. Otras veces, te acercas y me encierras contra tu pecho, y siento tu corazón, fuerte, rítmico, tranquilo, y espero y ruego porque el mío lata con la misma fuerza, porque lo sientas también. Me hago chiquita ahí mismo, y Dios bendiga el frío por dejarme tenerte encima tanto como pueda. Me concentro en cada parte de mí en contacto contigo, desde mis pies en tus pantorrillas, tu mano en mi espalda, tu brazo en mi costado, mi pecho contra el tuyo, mi rostro en el hueco de tu cuello. Tu respiración me hace cosquillas en el pelo, sí, así de raro como suena, y me duermo de nuevo hasta que la alarma me avisa que en un rato debes ir a trabajar y vendrá mamá a hacerse cargo de mí. Pero tienes que saber que daría lo que sea por esos minutos mágicos contigo, por despertarte todos los días de mil formas diferentes. Y no así de cursi siempre, que las necesidades las tenemos todos. ¿Sabes? Moriría por tener una imagen bonita para ti, algo más sexy quizás, pero tengo una cicatriz muy grande, y un catéter saliendo de mi piel, cada vez estoy más delgada, y se me caerá el pelo. Un desastre. Con qué cara me llamas "bonita".  He bromeado sobre esto, diciendo cosas como que, con suerte, la depilación será cosa del pasado, o que el calor ya no será adversario para mí. Pero sé que sabes que me hundo un poquito más con cada cosa nueva, y sé que todo lo que haces supera con creces el nivel de energía que puede tener cualquier ser vivo del mundo por día. Me encantaría recompensarte de mil formas distintas, y sólo puedo darte un día más, un beso antes de dormir, mimos en la mañana. 
Mis sesiones de quimioterapia son cada lunes, así me recupero al día siguiente, y para el fin de semana, cuando estamos juntos, cuando puedo caminar por todos lados, cuando mi energía me acompaña y puedo respirar profundamente sin nauseas, puedo estar contigo, disfrutando unos días perfectos de nuevo. Quiero que paseemos, que vayamos al cine, a la playa, al lago. A tirar fuegos artificiales, conseguir un perro, aferrarme con cada momento un poquito más a esto que tenemos. 
En fin, ¿por qué el diamante? Porque quedaré calva y lisita lisita como él. No ya, mentira, bueno no es mentira, pero es precioso. Y es fuerte. Bonito y fuerte. A eso aspiro, y tú me ayudas. 
Gracias, Tarik, por todo, desde entenderme, hasta curarme. Ayudarme cuando estoy débil, y soportarme cuando no. 
Lo he dicho mil veces, y lo diré mil más; te amo. 
Y te sorprenderé, lo juro. Se te caerá la mandíbula al suelo, espera y verás. 


No es tan fácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora