–¡¡No!! –gritó Giovanna abriendo desmesuradamente los ojos y respirando trabajosamente. Su sueño se había visto interrumpido por una pesadilla, una que hacía mucho tiempo había dejado de tener.
Bajó de la cama y se dirigió a tomar un trago de agua. Eso la ayudaría a calmarse, a volver a la realidad. Si tan solo aquellos sueños no se sintieran tan tangibles como su propia vida, como ese instante.
Y no era algo normal en ella. No todos sus sueños se sentían así, de ninguna manera. Solo había uno, tan solo uno. Ese. Con él. De otro mundo. De otra vida.
Era tan extraño. Con lo práctica que siempre había sido, no podía evitar sentirse ridícula al atribuir aquellos extraños retazos de sueños a una vida distinta a la suya, anterior. No creía que existiera algo semejante, de seguro que no, pero después de tener un sueño como aquel, no podía ignorar que estaba ahí. Lo sabía. Lo sentía.
Sacudió la cabeza para aclarar sus pensamientos y notó que, tan perdida estaba en sus reflexiones, que había olvidado que no estaba en ningún lugar familiar. Ni siquiera estaba en Italia.
Volvió a recostarse y acudió a su mente el recuerdo de la casa de su familia. Los Sforza eran parte de una rama selecta de la sociedad italiana y su propiedad principal era maravillosa, una mansión de ensueño con jardines preciosos. Pero no un hogar, nunca nada semejante.
Había sido lo mejor, por supuesto. No había nada más rentable que pensar con frialdad, sin dejar que las emociones gobernaran las acciones de uno. Eso lo había aprendido de su padre.
Giovanna lo adoraba. Y, Vincenzo Sforza, estaba orgulloso de su primogénita. Siempre lo estaría, de eso se encargaría ella.
Sumergiéndose en un profundo sueño, Giovanna empezó a escuchar aquella voz masculina llamándola nuevamente. Pero pronunciaba un nombre diferente y aun así ella lo reconocía como suyo. Le pertenecía. Tanto o más que ese hombre. Sintió sus brazos envolviendo su cuerpo, su sonrisa contra su cabello antes de que sus ojos azules oscuros la recorrieran lentamente, con ansiedad.
Un suspiro y unas palabras ininteligibles marcaban el olvido que Giovanna experimentaría al amanecer del día siguiente. Ese sueño no sería parte de sus recuerdos. No todavía.
***
Un sentimiento de angustia se extendió por su pecho, haciendo que Luke despertara con fastidio. Aquel sueño de nuevo, una sensación de pérdida y la idea de haberla defraudado. A ella.
No tenía ni la menor idea de quién era ella, pero la había defraudado. Tenía que haber hecho algo, o dicho algo, o... bueno, solo no lo había hecho. Y la había herido.
Cada vez que tenía un sueño de ese tipo, intentaba recordar a qué se debía. Identificarlo con alguna de sus experiencias de vida pero no lo lograba. Era diferente, era una sensación extraña de ser y no ser. Como algo que le pertenecía, pero a la vez no.
Absurdo. Y se sentía un poco estúpido cuando le pasaba aquello. No creía en los sueños ni en el destino ni en nada de ese tipo. Pero después de la fuerza de esos trozos de imágenes y sonidos desarticulados, sin saber de dónde surgía, al despertar sentía como se desataban en él emociones intensas y confusas.
Dejó la cama y empezó a dar vueltas por la casa. No era muy grande, ya que vivía solo, pero hacía un tiempo que no tenía que repetir aquella rutina. Despertar sobresaltado, caminar de un lado a otro, no lograr apartar la mente de aquellas imágenes indefinidas... hasta que amanecía.
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Marcas del ayer (Sforza #1)
Любовные романыGiovanna inicia un proyecto particularmente ambicioso para la Corporación Sforza, empresa que representa el poder de su familia en Italia y a nivel mundial. Con grandes dotes emprendedoras, la primogénita de los Sforza no duda en que este será uno m...