Capítulo 12

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–¿Sí? –la mujer que abrió la puerta la evaluó con detenimiento. Giovanna no creía haberla visto antes en la ciudad–. ¿Puedo ayudarla en algo?

–Buenos días. Soy Giovanna Sforza –se presentó extendiendo la mano– me gustaría hablar con usted sobre esta propiedad.

–Ah, Sforza. ¿Corporación Sforza? –precisó entrecerrando los ojos. Giovanna asintió– pase, señorita Sforza. Esperaba su llegada hacía meses.

–Sí, bueno... ¿de verdad?

–Sí. Ustedes los empresarios no suelen darse por vencidos con facilidad –declaró con una sonrisa cansada– ¿puedo ofrecerle algo de beber?

–Té... –Giovanna negó– un café estaría bien, gracias.

–Perfecto, es usted de las mías –los ojos oscuros de la mujer brillaron–. No me he presentado. Soy Marian Burk.

–Mucho gusto señora Burk –Giovanna tomó asiento en el sofá en el mismo momento en que Marian lo hizo. Pidió un servicio de café al ama de llaves que estaba en el salón.

–Llámeme Marian, por favor –pidió y Giovanna solicitó que ella hiciera lo mismo–. Bien Giovanna, ¿cuál es su oferta?

–¿Mi oferta?

–En efecto. Si está aquí, sin duda tiene un plan de negocios infalible y beneficioso que quiere proponer, ¿cierto?

–Veo que definitivamente no soy la primera –señaló divertida. Marian sonrió.

–No. Y no será la última.

Giovanna se sorprendió a sí misma cuando esbozó una sonrisa ante la declaración de Marian. Carraspeó.

–Sin duda alguna. Esta es una propiedad hermosa. Herencia de generaciones, ¿cierto? –apuntó Giovanna y Marian asintió–. Excelente. Si puedo preguntar... ¿a qué se dedican?

–¿Para conservar el legado familiar? Ganadería básicamente. Lo hemos llevado a cabo por décadas.

–Ya veo –Giovanna tomó la taza de café que le extendieron. Bebió un sorbo del líquido amargo y lo dejó en la mesa–. ¿Sin planes de venta a la vista? –inquirió con un deje esperanzado y algo irónico. Marian arqueó una ceja pero negó–. Lástima.

–Sí, lo imagino. Cuando hablé con uno de los representantes de su Corporación se lo dejé muy claro. No obstante, supuse que no sería lo último que escucharía de ustedes... ¿es propietaria de la Corporación? –Marian se encogió de hombros–. Es que es muy joven, Giovanna, y...

–Ah. Es una empresa familiar –contestó, entendiendo a dónde se dirigía la pregunta. Aunque calificar a la Corporación Sforza como familiar era algo bastante impreciso–. Mi padre la dirige.

–Sí. Bueno, no quiero que pierda su tiempo Giovanna, así que seré muy clara. Esta propiedad no está en venta y es muy posible que jamás lo esté. Es una de las condiciones al heredarla. Gran parte de las ganancias deben reinvertirse obligatoriamente en ella y ningún Burk se atrevería a venderla, ni siquiera en parte.

–De acuerdo –Giovanna miró a su alrededor–. Como veo que no lograré que cambie de opinión, tengo una curiosidad al respecto.

–¿Sí? ¿De qué se trata?

–Esta propiedad entonces, ¿es de usted?

–¿Está intentando determinar si hay un copropietario dispuesto a vender? –precisó Marian, para sorpresa de Giovanna–. Si es así, le garantizo que no lo hay. Si bien parte de la propiedad es mía, la mayor parte es del heredero directo y esa no soy yo.

Marcas del ayer (Sforza #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora