Capítulo 30

8K 1.1K 10
                                    

Cinco semanas después de su llegada de Italia, Luke estaba frente al altar donde tomaría como esposa a Giovanna y así unirían sus vidas para siempre. Un sentimiento de familiaridad lo recorrió por completo, como si en lo profundo de su ser reconociera el momento trascendental que iba a tener lugar.

–¿Nervioso? –inquirió divertido Mark. Luke arqueó una ceja y negó.

–Ansioso. Quiero que la ceremonia termine, así nadie dudará que es mi esposa.

–No creo haber visto a un hombre más impaciente por casarse. ¿Acaso temes que huya? ¡Ah, quizá piensas que notará que podría conseguir alguien mejor!

–Cállate –gruñó Luke a su padrino. Él rió por lo bajo–. No te entusiasmes tanto, cuando te enamores, veré cómo lo manejas.

–Con calma, te lo aseguro. ¿Soy policía, recuerdas? ¡Tengo un don natural de control sobre mí mismo!

–Claro, por supuesto –murmuró burlón. En ese instante, cerró la boca ante la marcha nupcial que anunciaba la llegada de la novia. ¡Finalmente, Giovanna!

Cuando la tuvo a su lado, tomó la mano de Giovanna y le dio un apretón. Ella sonrió levemente y su mirada celeste, fija en el altar, brilló. Luke intentó mirar al frente, pero no podía apartar sus ojos de ella. Dios, como la amaba.

No tenía la menor idea de lo que decía, o para el caso, lo que hacía. Colocó el anillo, repitió los votos y lo único que supo fue que tenía una estúpida sonrisa en el rostro en cuanto fueron declarados marido y mujer.

La estrechó entre sus brazos y la besó largamente. Varios aplausos lo hicieron volver a la realidad y la risita que soltó Giovanna ante el espectáculo que estaban representando frente a sus invitados. ¡Menos mal que no se había molestado!

–Creo que has dejado claro que nuestra boda fue por amor –sonrió Giovanna saliendo del brazo de Luke de la iglesia–. ¡Me sorprendiste!

–¿Por qué? –Luke detuvo a Giovanna y volvió a besarla en la entrada de la iglesia, mientras pétalos de rosas caían sobre ellos. Al separarse, tomó su rostro entre las manos y dijo–: ¿No sabías que es una tradición terminar las bodas con un beso?

–Sí, pero no un beso así –Giovanna continuó avanzando junto a Luke y rió–. Eres sorprendente, Luke. Cuando creo que sé cómo irá todo... tú lo cambias.

–Tú dijiste que las sorpresas es lo que mantiene nuestra relación interesante, ¿no?

–Probablemente. Suena como algo que yo diría.

La celebración se realizó en la propiedad de la familia Burk y tenía un gran parecido al baile celebrado antes del festival de la ciudad. Alegre, ruidosa y sencilla. Las únicas personas desconocidas en el pueblo y, por tanto, invitados de Giovanna, eran sus dos hermanos y su amiga Isabella, junto con su esposo Tristán.

–Ha sido muy lindo –suspiró Isabella abrazando a Giovanna–. Te ves hermosa.

–Gracias. No fue grandiosa como tu boda, pero supongo que yo no soy una duquesa.

Isabella rió ante el comentario de Giovanna y la volvió a abrazar con cariño.

–Lo lograste. Sabía que lo harías. Estoy tan orgullosa de ti.

Giovanna parpadeó varias veces para ocultar las lágrimas que se agolpaban en sus ojos. Había sido un largo camino el que había recorrido para llegar junto a Luke, pero estaba segura de que no cambiaría nada si obtuviera el mismo resultado una y otra vez.

–¿Encontrar un marido? ¡No debías perder la esperanza! –bromeó Giovanna.

–No, eso no era difícil. Temía que no lo hicieras por la motivación correcta.

Marcas del ayer (Sforza #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora