–¿Has hablado con Giovanna al respecto, hijo? –inquirió Marian mirando a Luke. Él negó secamente–. ¿Por qué no?
–Porque... no lo sé. No creo que haya explicación posible.
–¿Y si la hay? Además, ¿es tu novia, verdad?
–Ya no –contestó Luke renuente. Prefería no pensar demasiado en aquello. La respuesta de su madre fue un resoplido de incredulidad–. No he dicho que no la quiera, solo que ya no es mi novia –añadió.
–No sé, Luke. Hay algo que evidentemente no encaja. Deberías pensarlo.
–No he hecho mucho más que pensar al respecto –gruñó–. No he logrado nada.
–Quizá no lo estás enfocando desde el ángulo correcto –reflexionó su madre.
–Quizá –concedió Luke sin convicción. Trataba de no revelar demasiado, porque lo cierto era que no quería arrepentirse de decir algo que no sentía. O de admitir algo que definitivamente sentía. Soltó el aire lentamente–. Es complicado, madre.
–Puedo verlo –murmuró Marian estrechando la mano de su hijo entre las suyas. Luke esbozó una sonrisa leve, antes de despedirse para regresar a la alcaldía.
Al entrar a su despacho, terminó de asentir con rigidez ante los recados que le daba su asistente. Miró con incredulidad a la mujer que lo esperaba.
–Tú. De nuevo –murmuró con cansancio y ella giró con una sonrisa burlona.
–Sí. Yo, de nuevo. ¿Me dijeron que me estabas buscando? –preguntó Rebecca con curiosidad. Luke negó–. ¿No?
–No. Estaba buscando al representante de la Corporación Sforza.
–Pero no ha querido recibirte –adivinó Rebecca.
–Al parecer, es un hombre muy ocupado –gruñó Luke con desagrado.
–Ciertamente lo es.
–¿Puedes conseguir que me reciba?
–No. Difícilmente logro hablar con él. Siempre que lo veo, sabe exactamente qué quiere decir y las únicas respuestas posibles se componen de una sílaba.
Luke se recostó en su silla y cerró los ojos por un segundo. Esto no iba a servir de nada. Rebecca se levantó. Luke la miró fijamente antes de incorporarse también.
–Entonces, ¿estoy diciendo la verdad o no? –inquirió con un deje irónico Rebecca. Luke se encogió de hombros, le dedicó una media sonrisa antes de asentir–. Sigues siendo igual que antes, un detector de mentiras ambulante.
–No, no igual que antes. Tal vez mejor –bromeó Luke.
–Adiós, Luke –se despidió y giró. Camino hasta la puerta y antes de tomar el picaporte, se volvió a él–. ¿Estás saliendo con alguien?
Luke esbozó una sonrisa enigmática con un toque de diversión brillando en sus oscuros ojos azules.
–Adiós, Rebecca.
Por un instante pareció que ella añadiría algo más, pero al escuchar el timbre del teléfono de Luke, lo pensó mejor y siguió su camino.
–¿Sí?
–¿Luke?
Era Giovanna. Luke ni siquiera había visto el número ni lo había necesitado porque había bastado una palabra para que la reconociera. Giovanna.
–Giovanna.
–¡Oh Dios, Luke! ¿Por qué no contestabas? ¿Por qué no has devuelto mis llamadas? No tienes idea lo que empezaba a pensar...
–¿Tus llamadas? ¿Cuáles? ¿Cuándo...?
–¡¡Hoy!! –exclamó Giovanna y tomó aire, en un intento de calmarse–. Luke, estaba preocupada por ti.
–Ya veo. ¿Sucede algo, Giovanna? –Luke soltó una risa seca–. Además de lo evidente, por supuesto.
–Sí, claro que sucede... –Giovanna se quedó en silencio–. ¿Además de lo evidente? ¿A qué te refieres?
–Tu claro intento de desligarte de todo el proyecto. Asumiré que no estabas de acuerdo y por eso no lo estás llevando tú.
–Bueno...
–Porque no creo que seas capaz de actuar a mis espaldas, ¿cierto?
–No. Yo nunca haría algo semejante, Luke. De hecho, por eso tuve que irme.
–¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no me advertiste algo?
–No todo está perdido, Luke. Puedo arreglarlo.
–Difícilmente. Todo parece estar en orden y decidido. El representante de tu corporación ni siquiera se digna a reunirse conmigo.
–No lo dudo, eso suena muy típico de Cayden –exhaló cansada Giovanna.
–Suenas agotada. ¿Te encuentras bien? –Luke inquirió preocupado. Giovanna sonrió un poco.
–Para haber renunciado, suenas extraordinariamente preocupado por mí.
–No he renunciado.
–Claro.
Un silencio se extendió entre ellos y ninguno parecía dispuesto a romperlo. No parecía quedar mucho por decir. Si bien Luke se había afirmado en su postura de continuar con Giovanna, era evidente que ella no creía que lo dijera en verdad.
–Creo que... –empezó Giovanna.
–¿Cuándo volverás? –inquirió Luke al mismo tiempo.
Los dos se silenciaron, un poco incómodos y un tanto divertidos. Giovanna fue la primera en romper el silencio al suspirar audiblemente.
–Pronto. Quizás al final de la semana. Debo hablar con Cayden.
–¿Por qué no hablas primero conmigo? –sugirió Luke molesto.
–¿De verdad? ¿Para qué? Tú no pareces muy dispuesto a escuchar lo que tengo que decir al respecto.
–Eso no es cierto, Giovanna –protestó con poca convicción.
–¿Confías en mí, Luke?
–Sí.
–¿De verdad?
–Sí, claro que sí.
–Entonces vas a tener que demostrarlo. Ahora.
–¿Cómo?
–Debes esperar a que yo llegue para tomar cualquier decisión.
–Pero, Giovanna, no me puedes pedir algo semejante. ¡Soy el alcalde! No puedo dejar que simplemente pasen sobre mi autoridad.
–No lo harán. El proyecto no se llevará a cabo. Yo no lo permitiré.
–¿Por qué?
–¿Aún lo preguntas? Sé que no es el mejor proyecto, aunque tú nunca lo dijeras. Decidiste por una propuesta mejor, ¿cierto? ¡Pues será esa la que se ejecute!
–¿Cómo puedes saber...? –Luke dejó salir el aire–. Nunca dejas de sorprenderme, Giovanna.
–Espero que siempre sea así. De lo contrario, tendríamos una relación de lo más aburrida, Luke Adler.
Él soltó una carcajada divertida y añoró que Giovanna estuviera ahí, a su lado, para abrazarla con fuerza. ¡Dios, como la había extrañado! Y, cuanto le había costado negárselo a sí mismo. ¿Cómo había pensado que ella lo engañaría de manera alguna? ¡Era Giovanna! Él nunca podría amar a una mujer que no fuera leal... ¡Amar! ¿Acaso había dudado de que aún la amaba? Quizá, ¿más que nunca?
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Marcas del ayer (Sforza #1)
Любовные романыGiovanna inicia un proyecto particularmente ambicioso para la Corporación Sforza, empresa que representa el poder de su familia en Italia y a nivel mundial. Con grandes dotes emprendedoras, la primogénita de los Sforza no duda en que este será uno m...