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Fernanda tenía reiteradas pesadillas, en las cuales vivía una y otra vez como Ramiro se burlaba de ella y la humillaba frente a todos. Sentía cada vez que despertaba como si hubiesen vuelto al colegio.
Otras veces soñaba que él se iba con una mujer rubia, delgada y exuberante.
También se despertaba agitada.

Todas sus pesadillas eran por el temor a perderlo. Pero se convencía a si misma que solo era su mente tratando de jugar con ella, que Ramiro la amaba y nunca haría algo para dañarla.

Estando de viajes en Londres no podia evitar que esas pesadillas no tan solo las tuviera mientras dormía sino también las imaginaba despierta.
No veía la hora de volver a ver a su amado.

***

Ramiro estaba disfrutando a más no poder sus últimos días sin Fernanda.

Se había acostado con cuanta mujer quisiese. Había salido de fiesta todas las noches y regresaba borracho por las mañana a su loft ubicado en Puerto Madero. Había visto a sus amigos más veces que cuando estaba con la gorda solar, como la llamaban entre ellos. Otra burla más a la mujer que le dio todo.

También estuvo aprovechando para seducir a Micaela, la nueva contadora de Vigs. Pasaban muchas horas juntos, supuestamente trabajando, aunque él se la pasa diatrayendola de sus deberes hablando sobre otras cosas.

Carla rápidamente se dio cuenta de la situación y encaró a Ramiro, exigiéndole que respete a su amiga, pero nuevamente él hizo oídos sordos a lo que la entrometida de Carla decía.

- Comprate una vida Carla. Me tenes podrido - le gritó en medio del lobby Ramiro llamando la atención de todos. - ¿Ustedes que miran? Sigan en su trabajo - ordenó al darse cuenta de las miradas indiscretas de sus empleados. Bueno, los empleados de su novia en verdad.

- Tengo una vida Nayar. Una vida en la cual Fernanda, tu novia te recuerdo, tiene un importante lugar. Es como mi hermana y no voy a permitir que le tomes el pelo y menos la dejes como tarada en SU empresa en la cual vos sos un empleado más - remarcó la morocha. - Te pensas que nadie se da cuenta como te chamuyas todo el tiempo a la rubia esa.

- Déjame de joder, no vuelvo a repetirlo más. - fue la palabra final de él e ignorandola se fue a su oficina dejándola con la palabra en la boca.

Todos habían presenciado la discusión entre ellos, todos sabían a que se referían. Porque Ramiro era muy obvio. Babeaba por Micaela y lo hacía notorio.

Él había quedado tan irritado por el planteo de Carla, que no era nadie para darle ni consejos ni opiniones, que no dudo ni un momento en entrar a la oficina de Micaela y finalmente encararla.

- ¿Salimos esta noche? - Le pregunto directamente.

- ¿En una cita? - jugó coqueta la rubia.

- Sin títulos - respondió él en el mismo tono y ella sonrió.

Porque te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora