Bratvá On Ice - [El secuestro de Yuri Plisetsky]

La tristeza de Víctor

Al cabo de una semana la prensa dejó de pronunciarse en el caso. Todo a causa de la muerte de un reportero que estaba investigando más de la cuenta.

Kolya Gólubev, reportero de un conocido canal vespertino, había tenido un "accidente" de tránsito que le había costado la vida.

El responsable de ese hecho alegó que sus frenos habían sido cortados por alguien...

El silencioso mensaje teñido de rojo hizo que el resto de reporteros entendieran lo que pasaba. Ya no debían buscar más.

Victor leía su celular mientras abordaba un lujoso porche negro. Un pequeño artículo en un diario narraba la muerte de una de sus personas más allegadas. Tristemente maldijo en voz baja.

El camino desde Moscú a Ohotsk había sido muy largo, ya que técnicamente había atravesado todo el país. Pero ahora no solo estaba cansado, sino más bien abrumado por la noticia. Otro de sus mejores amigos fuera del mundo del patinaje había muerto... Y claramente la mafia roja estaba involucrada.

Impaciente de llegar a su destino otro mensaje le robó toda su atención. Este era de Minako, a quien había encargado el cuidado de Yuuri. Uno de sus informes diarios. Cuando Víctor tuvo que irse de Japón , Yuuri se había desanimado más de lo normal, por lo que le había pedido a Minako que mantuviera un ojo sobre el katsudon mientras encontraba a Yurio.

No obstante, el informe que recibió fue por poco desconcertante... "Victor, Yuuri se niega a usar la pista de patinaje. Dentro de dos días empiezan las eliminatorias. Por favor dile algo."

Víctor simplemente tomó una foto de él sonriendo lo mejor que pudo para Yuuri. Tardó un par de segundos en terminar de escribir su mensaje. "¡Animo Yuuri! Te estaré esperando cuando acabe la primera fecha. Por lo que me gustaría que patinaras para mí... O me aseguraré que la prensa vea tus fotos privadas..."

Sonrió para sí mismo, él sabía que eso bastaría para la primera fecha. Le quedaban 4 días... No, solo tres. El viaje entre ambos países demandaría unas buenas horas de viaje.

Pero ignorando ello, finalmente había llegado. A uno de los barrios más peligrosos de Rusia, el hogar de la Bratvá, ese pequeño rincón del mundo al que alguna vez llamó su hogar.