Sin padre

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Leysha se arreglaba su traje de mayordomo. Él soñaba que en un futuro cercano ese traje seria de la tela más cara y que su peinado cambiaría a un estilo más elegante.

Y que finalmente su padre le alabara como a su otro hijo... Solo Grysha existía como heredero a sus ojos. Solo Grisha podía llevar el apellido Vlosrov, pero aun así no lo lucia. ¿Y él que?

Un par de letras juntas se lucían tras su nombre, una familia de acogida le regalo el apellido por lastima, Loe le había dejado claro que nunca le daría su apellido. Pero eso no quito el hecho de que le ofreciera trabajo en la mansión de su jefe. Leysha al cumplir los 17 años se sintió la persona más feliz del mundo cuando su padre apareció en la puerta de los "Ar", su familia de acogida, pidiendo su custodia definitiva... Un simple trapazo y no un reconocimiento como pensó.

El infierno que vivió de niño se disipo lentamente, pero nunca desapareció. Fue amaestrado por la servidumbre de la mansión. Aprendió el silencio con torturas y métodos nada ortodoxos. A servir aun si el empleador era cruel... Y con tendencias a disparar. Y finalmente a bajar la cabeza como un perro leal.

A los veintiuno quedo al cuidado de la princesa de la casa. Una niña retraída e introvertida. Vestida de seda y perlas. Una muñeca con ojos muertos. Los hermanos Nikiforov le llenaban de regalos pero ella no sonreía o mostraba sentimiento alguno. Un fantasma para el gusto de Leysha.

En contadas ocasiones ella se sentaba frente a su espejo y le ordenaba cortarle el cabello. Otras simplemente le pedía buscar en su armario fantasmas o escuchaba como ella le enseñaba a tocar el piano.

Y fue ella precisamente quien le dio la idea de drogar al joven patinador mientras se hospedaba en su hogar. Mientras que este era tratado por su casi hipotermia, ella le cepillaba el cabello como a una de sus muñecas. La pequeña niña volvía ante los ojos de Leysha, algo digno de ver, pero tenía una sonrisa algo fuera de lugar en su personalidad.

Por supuesto que ella vistió al muchacho cuando este tuvo que irse repentinamente antes de lo previsto. Su maquillaje y las joyas que lo adornaban... Ella quería quedarse con su "muñeca", pero su padre no quiso. Aun así "el jefe" le permitió, al ver su sonrisa, visitar alguna vez a su juguete.

Leysha aprendió a tratarla... Y ella a hacerle alguno favores de vez en cuanto. Como dejarle escudriñar entre los archivos del almacén. Documentos aparentemente insignificantes, pero valiosos a los ojos del hijo de Loe. 

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Yuuri había echo una llamada y esta costaba... Costaba una búsqueda. Favor por favor, perdido por extraviado. Buscaba la tumba de una persona desaparecida. Para ser más exactos tenía una pala, guantes de cuero y una linterna. Sumándole el hecho de estar en medio de una montaña de Nagano a media noche.

Llevaba dos días cavando en busca de un desaparecido por dos años. Acampaba junto a las zonas de búsqueda, pero no tenía suerte. La descripción de la ubicación del cuerpo era muy vaga y habían muchos lugares que se acomodaban a la descripción.

Para que le dijeran donde estaba Yurio, tendría que encontrar a ese chica de doce años, enterrada por su padre luego de perderse en esa montaña. ¿Un caso de asesinato o no?

Solo debía encontrarla, tomarle un par de fotos a sus restos y buscar un disquete entre sus ropas. No le gustaba a Yuuri hacer algo ilegal, pero el destino de su compañero estaba en juego. Por lo que se levantó de su asiento frente a su fogata y continuó cavando.

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Jeje, debería estudiar para mis penúltimos exámenes... Pero me dije "Ya viene siendo hora de escribir algo" 


Bratvá On Ice - [El secuestro de Yuri Plisetsky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora