Bratvá On Ice - [El secuestro de Yuri Plisetsky]

Fecha de vencimiento

Por medio de la televisión se enteró del secuestro de su homónimo y concluyó que esa fue la razón por la que Víctor regresó a Rusia con tanto apuro. Y no pudo evitar sentirse terrible por ello. Simplemente por ser el último que se enteró de la situación. 

A pesar de lo poco que habían convivido en su entrenamiento por Víctor y posteriormente en el Grand Prix, repentinamente para Yuuri el mundo se detuvo al saber que su antiguo rival estaba en peligro. Por lo que tras meditar, hizo la única cosa que pensó sería útil... Fue a su hogar, buscó bajo su cama una caja de madera y de ella sacó una pequeña tarjeta de presentación ligeramente gastada. 

En ella venía escrito el nombre "Ya- Ren" junto a las siglas "EYES". Yuuri marcó al número que indicaba. Podía sentir como un nudo se formaba en su garganta... Estaba por hacer una estupidez. Sus nervios aumentaron cuando empezó a timbrar.

"Uno" inmediatamente una voz agria contesto. 

"D-Dos" Yuuri por su parte apenas si podía seguirle la conversación. 

"Japón, Hasetsu"

"S-Sí...es correcto. Buenas noches."

"¿Cuál es el nombre?"

Yuuri se contuvo ... Respiró lentamente y recobró la compostura.
"Yuri Plisetsky"
Un incómodo silencio reapareció siendo coronado por una leve risa en el otro lado del teléfono sintiendo una extraña sensación recorrer su espalda, Yuuri continúa hablando.

"Rusia"

"Yuuri, no esperaba que usaras la tarjeta ... Veo que las cosas no marchan bien ¿Tan desesperada esta la situación?

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Loe se sentía con un terrible dolor de cabeza. La muerte de Kolya había sido tomada con demasiada importancia y todo por culpa de su hijo... bueno, uno de ellos. Leysha siempre le traía problemas. Odiaba y despreciaba su mera existencia, pero tenerlo cerca era su castigo. Pero ahora lo importante era que...

La mansión Nikiforov ya estaba completa. El rey y sus hijos. Anatheiya y Víctor. Los hermanos malditos de la mafia.  Una mafia que estaba por empezar a contar sus historias en páginas de carbón humeante. 

Empezando con un favor, seguido por una advertencia santa y ahora con el régimen de un legado menos claro que una taza de cristal. 

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Una rubia cabellera ondeaba ligeramente al cargar a su portador entre brazos. Yuri había llegado. Y su destino... incierto.