Veintitrés

956 65 74
                                    

-Sabina-, escucho a Berit llamarme, pero no le tomo atención porque mi vista está enfocada en aquellos ojos que ya he visto antes. Ambos nos quedamos con las miradas atascadas, ambos estábamos inmóviles sin saber qué hacer. Una sensación de escalofríos recorre constantemente mi cuerpo, era como si al fin hubiera encontrado aquello que no sabía que tanto había estado buscando.

Era él, sabía que lo era. El de mis sueños, lo sabía perfectamente, algo me decía eso.  Siento cierta emoción, pero también vacío, ¿por qué?

Parece que todo se detiene por un momento, y solo estamos él y yo. Mientras más lo veía, más me gustaban esos ojos tan preciosos, que me llenaban y a la vez, recitaban una melodía que solo yo podía entender. Le sonrío temerosa y él hace lo mismo, ¿por qué estaba pasando esto? ¿Quién era él exactamente?

Quiero acercarme y veo que él también intenta eso, pero los carros no nos dejan. Debía encontrar alguna manera de hacerlo.

-Damian-, suelto de improvisto y todo se vuelve confuso.

***

-¿Sabina?-

-¿Qué ha pasado?-, me tallo los ojos.

-Te desmayaste después de susurrar un nombre-. Frunzo el ceño.

-Damian-, repito cuando ese nombre viene a mi mente. ¿Por qué se me ponían los vellos de punta?

-¿Damian?-, se tensa y se para.

-¿Qué pasa?-

-Nada- y se va.

***

-¿Berit?-, la llamo cuando ella se encuentra en la cocina-, necesitamos hablar-.

-Estoy ocupada- y se va dejándome con la palabra en la boca.

***

-¡Berit!-, la llamo cuando está yendo a su cuarto, pero una vez que me escucha se va corriendo.

-¡Estoy ocupada!-

***

Estoy sentada en el sofá frustrada pensando en todo lo que ha pasado hoy. ¿Por qué se había puesto extraña conmigo?

-¡Berit!-, me paro de inmediato y la empiezo a perseguir-, ¡tenemos que hablar, ahora!-, corro más rápido y la alcanzo. Le agarro la mano y le doy la vuelta-, ¡escúchame!-, chillo.

-¡Suéltame!-, forcejea.

-¡No hasta que me digas qué está pasando!-

-¡Nada!-, desvía la mirada.

-¡Eso no parece nada! ¡¿Por qué te tensaste cuando dije ese nombre?!-

-¡Por nada!-

-¡Dime!-

-No puedo-, susurra.

-Por favor-, se me cristalizan los ojos-, merezco saberlo-, hablo y ambas nos quedamos en silencio por un buen rato.

-Sabina-, empieza, pero se queda callada. Bufa-, esto te parecerá extraño, pero ya nos conocíamos-, frunzo el ceño-. En tu antigua vida éramos mejores amigas-.

-Imposible, te recordaría-.

-Lamentablemente, no-.

Adicto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora