Tres

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Abro los ojos y siento los brazos de Damian abrazándome por la cintura, despacio me doy la vuelta y lo observo dormir, se ve tan tierno que, inconscientemente, sonrío. Por un momento a mi mente viene imágenes de Damian de pequeño; igual de tierno. Y por un pequeño segundo cruza la idea de tener un hijo. ¿Un hijo? Un mini Damian, una mini yo. Hasta ahora no me había plantado esa idea, ¿estaría lista para poder cuidar a alguien?

Pero y ¿qué tal si a Damian no le gustaba la idea de tener un bebé? ¿Y si me dejaba por eso? <<¡Estúpida, Alysa>>, niego. Estúpidas ideas que iban y venían. Creo que lo mejor era no decirle nada y tal vez más adelante se lo comentaría.

-Aly-, escucho que me susurra en el oído. Me estremezco y sonrío, lo miro y le doy un pequeño beso.

-Buenos días, dormilón-.

-Buenos días-, sonríe y me mira detenidamente. Me besa y siento que se va poniendo encima mío. Rio sobre sus labios y lo empujo, él gruñe.

-¡Damian!-, escuchamos que chillaron detrás de la puerta. Damian bufa y se para, se cambia rápidamente y se acerca a la puerta: April. Veo cómo lo mira, mueve un mechón de su cabello seductoramente y yo me meto un dedo a la boca en signo de querer vomitar.

-Mi padre quiere hablar contigo, dice que es algo importante, pero... ¿Qué tal si mejor yo hablo contigo?-, abro los ojos como plato. Definitivamente April estaba loca. Cuánto deseo arrancarle los pelos a esa.

-April, detente por favor-, ¿desde cuándo era tan amable?-, no me gusta que estés haciendo todo esto-, habla firme y ella rueda los ojos-. Ahora, hazte a un lado que tengo que ir a hablar con tu padre-, la mueve ligeramente y pasa a su lado. Ella bufa molesta y me queda mirando.

-No puede ser-, me da una sonrisa fingida y se va. Escucho sus pisadas más fuerte de lo normal.

Me paro exasperada y me meto al baño. Estaba a punto de meterme a duchar cuando me acuerdo de lo que había pasado ayer con Liam. Frunzo el ceño. Me dirijo a la puerta y le pongo seguro, no quería que hubiera otros imprevistos. Luego de bañarme, voy a mi clóset y escojo un jogger y un polo blancos.

Me miro al espejo y veo las grandes ojeras. Bufo. Últimamente había estado durmiendo mal.

Me doy la mejor sonrisa que puedo y escucho que alguien toca la puerta-, ¡juro que si es Liam!-, susurro molesta. Me acerco a la puerta y la abro rápido. Siento tristeza al verlo con la cara desencajada, ¿qué le había dicho Frank?-, ¿estás bien?-, lo miro preocupada. Me mira frío y entra a la habitación.

Traté de acercarme más a él, pero se alejó, agaché mi cabeza y asentí. Me dirigí a la cama y me senté, de pronto se había convertido en un momento incómodo. Quería salir de ahí, no quería estar viendo cómo me ignoraba sin razón alguna. Me vuelvo a parar y cuando estoy a punto de salir, siento que me agarra de la cintura y me jala, dándome la vuelta.

-Perdóname-, me susurra en el cuello, siento que está llorando. ¿Qué había pasado? Lo abrazo y trato de mirarlo a los ojos-, perdóname-, vuelve a decir y me besa.

-Cariño, ¿qué pasó?-, me mira apenado y me lleva a la cama. Me estaba poniendo muy nerviosa el hecho de que no me dijera nada.

-Frank-, suspiró-, me dijo que mis padres-, trató de hablar, pero bajó la mirada. Fruncí el ceño y con mis dos manos agarré su rostro, le di una cálida sonrisa y lo volví a abrazar-, me dejaron una herencia, esos terrenos, en realidad-.

Adicto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora