Diecinueve

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Últimamente han pasado cosas muy extrañas.

Creo que me estaba volviendo loco por dos motivos; por Alysa y por la chica de aquel vestido en aquella fiesta tan inusual y peculiar.

Todo comenzó cuando April me obligó a ir a esa estúpida fiesta de halloween. Yo no tenía nada de ánimos para estar yendo a estas niñerías inventadas por los americanos, lo único que yo quería era quedarme en mi cuarto o tal vez, irme a hacer de vampiro y cazar algunas presas.

Aunque, ya nada era divertida, ¿secuestrar a una humana? Me recordaba a la señora Merimeé. ¿Hacerla sufrir? Me recordaba a la señora Merimeé. ¿Besarla? A la señora Merimeé.

Ya no estaba seguro si debería seguir llamándola así.

-¡Apúrate!-, todavía me martillan sus gritos. Juro que la hubiera matado si no fuera mi amiga. Ese día en particular, se había vuelto insoportable, ¿te gusta mi vestido rojo? ¿Me pongo estos tacos? ¿Estoy bonita?

Me daban ganas de gritarle que estaba horrenda, pero estaba bonita.

-Ya voy-, hablo desganado cuando salgo del baño con el horrible traje que me había hecho poner. Creo que no había usado uno desde el día que me había casado.

-Perfecto-, me mira con una sonrisa. La miro y apenas saco una sonrisa, ¿por qué estaba yendo a esto con ella? ¡Alysa debería estar en su lugar! ¡Ella debería estar exigiéndome que me cambie! ¡Que me apure! ¡Que esté de buen humor!

Pero es que con ella todo sería diferente, con ella sería feliz.

-Lo sé-, hago lo mismo. Qué podía decir, era perfecto. Podía estar triste, pero la perfección no se iba de mi ser.

-Cállate y mueve tu trasero-, carcajea y empezamos a dirigirnos a la horrible fiesta, de seguro que iba a ser muy aburrida y por ende, estúpida.

Pero fue todo lo contrario.

Desde el principio fue interesante porque cuando estaba a punto de entrar, una muchacha tonta se cruzó en mi camino, ni siquiera tuve tiempo para mirarla porque sino, la mataba.

Era una de esas afanosas y ñoñas que hacen cola para todo, estaba ahí como tortuga esperando su turno. En cambio, yo no estaba para hacer tontas colas, la vida era muy corta como para esperar haciendo colas.

Al verla, sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo. Por alguna extraña razón, sentía opresión dentro mío. Como si me quisieran decir algo, pero ¿qué? Al parecer me estaba volviendo loco porque por mi cabeza corrió el pensamiento de que Alysa estaba aquí.

Te extraño, Aly.

-Ten cuidado-, gruño y agarro de la mano a April. Una sonrisa sale de mi boca porque sabía que esa chica me debía estar odiando, me encantaba. Camino con April de la mano hasta que ella me dice que se va por algún trago, asiento y la miro irse, la verdad es que aquel vestido rojo le sentada muy bien-. Mierda-, niego y pienso en otra cosa.

Mi mente solo debí tener a una: Alysa.

Ver a tantas parejas juntas me da asco, me recuerdan tanto a Alysa que me pone furioso. La extraño y al parecer, estas personas vienen y me lo restriegan en la cara con sus asquerosos actos de amor. ¿Por que era tan difícil encontrarla?

Adicto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora