Ese día no cené. Realmente quería esforzarme en ser mejor. Lidiar con viajes de espacio-tiempo constantes, un... ¿superpoder? que me permitía derretir metal con solo tocarlo, un brazalete misterioso, y si bien ya me estaba acostumbrando a todo esto, se sumaron sentimientos de cariño y dependencia que crecieron demasiado rápido para mi gusto, y los cuales no había sentido antes. Ya se iban a pasar, me decía, pero hasta que eso sucediera no la estaba pasando bien. Dejé que la televisión hiciese ruido mientras intentaba dormir, para no sentirme tan sola. Pero no pude. Tenía demasiados pensamientos corriendo por mi mente: algunos se contradecían, otros, era la primera vez que los tenía. Pero era todo tan confuso. Ya no sabía cuál era la posición correcta a tomar frente a esto. Ya había intentado mantenerme positiva, pero era realmente difícil.
No aguantaba. No aguanté. Chillé, y golpeé con todas mis fuerzas mi antebrazo izquierdo entero contra una de las paredes de mi cuarto. Mi brazo no dolió, pero el brazalete se partió en unos cuantos pedazos que cayeron al suelo. Solté la respiración, sin darme cuenta que la estaba reteniendo. Miré hacia arriba. No tendría que haber hecho eso. Mi respiración se agitó. No sabía qué hacer. Junté todas las piezas y las guardé en un cajón de mi armario. Aún no entendía la verdadera importancia del brazalete, pero estaba segura de que haberlo roto no fue lo mejor que pude haber hecho. De repente, el armario comenzó a sacudirse. Abrí el cajón, y las piezas levitaron fuera de ella. Intente agarrarlas pero no pude. De sus gemas, destellos rosados y azules salieron, emitiendo un ruido ensordecedor. El brillo me cegó y tuve que taparme la cara, pero escuchaba ruidos de hojas volando y cosas cayéndose. Y luego, los ruidos pararon.
Me destapé la cara. No había nada. En serio. No había paredes, ni techo, ni suelo. Todo era absolutamente blanco. Miré hacia los costados, y tampoco había nada. Estaba sola.
—Tessie, ¿Qué hiciste? —dijo una voz.
Intenté levantar las manos para contestar, pero la voz me interrumpió:
—No, Tessie. Puedo leer tu mente, y tú la mía. Tú eres yo, yo soy tú, y ambos somos este lugar. Eso es algo muy importante. Yo no estoy hablando. Estoy pensando. Pero escuchas mis pensamientos como una voz, cuando, en realidad, no hay aire siquiera, así que las ondas de sonido no podrían moverse. Ya sé que ibas a preguntar quién soy y dónde estás. Pero creo que ya te respondí. Pero como eres nueva, voy a intentar guiarte un poco más. Llámame Bao Chen. Yo era el rey de China que se quedó con el dragón. Antes de despertar en el bosque, estabas aquí. Yo te di tu brazalete. También se lo di a Jacques, a Betty, a Afra... Podrías haber conocido al resto, pero decidiste romper el brazalete. Rompiste tu destino, Tessie, ni más ni menos. Y ahora volviste aquí. La leyenda que contaste siendo Betty era cierta. Los que recibieran los brazaletes, serían los nuevos guardianes del Dragón. Cada guardián es llamado dragón también. Tú eres el sexto. Todos han viajado a través de los cuerpos de los demás para conocerse mejor. Todos tienen poderes que en realidad les fueron otorgados para cuidar al Dragón. El tuyo era derretir metales. Todos viajaron en el tiempo y espacio, también. Algunos viajaron al futuro, y otros al pasado, pero por supuesto que en universos paralelos, cosa de no afectar las demás realidades y los presentes de cada uno. Te faltó conocer a tres dragones más. Sí, tres. Porque tú eras la única que conoció a otro dragón en el mismo tiempo y espacio real: Joshua es el séptimo dragón. Sé lo que estás pensando: ¿Y ahora, qué? Pues gracias a tus actos pasionales, Joshua va a tener que conocer a todos los dragones, pero antes de llegar con el Dragón y reunirse con los demás, va a tener que encontrar los restos de tu brazalete y traértelos para que puedas terminar tu viaje y llegar a ellos también. Tienes suerte, porque podrás comunicarte con Joshua a través de sus sueños. Ahora, que realmente sepa que no es más que un sueño depende de él.
Me recosté en el vacío. «Ambos somos este lugar. Eso es algo muy importante». No entendía eso. Quería irme. Me imaginaba saliendo de allí... De reojo vi una puerta. Me paré e intenté abrirla, pero del otro lado solo había otro espacio en blanco. Entré en él, pero era el mismo lugar que antes.
—Tessie, que te quieras ir no alcanza.
—Bueno, quiero irme a casa.
—¿Y? ¿Qué de quieres que haga? Imagínatelo, niña.
Eh... ¿Imaginarlo? Cerré los ojos e imaginé una puerta. Detrás, el bosque de Valle de Cali. Fui hacia la puerta y la cerré para volver a abrirla. Y finalmente, tal como lo había imaginado, allí estaba la arboleda tan familiar para mí. Antes de salir, Bao dijo:
—Recuerda: solo podrás ver lo que sucede, pero no vas a poder interactuar con nadie. Es la realidad original, y puedes observarla, pero como destruiste tu destino, hasta que recuperes el brazalete ya no formas parte de él.
Dudé un poco, pero de todas formas salí. Cerré la puerta detrás mío, por supuesto.
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El séptimo dragón [en pausa] #FantaAwards2017 #CarrotAwards2017
FantasyTessie Sutton despierta en los bosques de su pueblo natal con un brazalete cían y rosado en forma de dragón envolviendo su muñeca. Luego cierra los ojos, y está en su cama. Su tía, Sybil, le asegura que sólo alucinó con su fiebre, y que nunca se hab...