Todo otra vez

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Lo único que llegué a ver fue una luz cegadora, como la que había visto al partir mi brazalete. Joshua ya estaba con Bao Chen. Supuse que él me había visto porque estaba pasando de la realidad al universo paralelo. Pedaleé entonces hasta el bosque para poder ver a Joshua cuando saliese de allí. En el trayecto, tomé un respiro de todo lo que estaba sucediendo y por fin pude reflexionar de lo que él le había dicho a Cristina. No entendía cómo se había podido obsesionar conmigo en solo un día, aunque eso también me había pasado a mí. Por lo que había notado, principalmente estaba arrepentido de haberme tratado "mal". También, supuse, es que como nadie sabía dónde estaba, quería verme el doble. Luego de haber visto que él no quería estar con mis amigas si no pedirles mi número, debo admitir que yo también me sentía culpable de haber pensado esas cosas de él. 

Entre pensamiento y pensamiento, llegué al bosque, solo para ver a Josh tirado inconsciente. Intenté despertarlo pero mi mano solo lo traspasó. Me bajé de mi gran vehículo rosa y me acosté junto a él, mirándolo. Tenía los labios entreabiertos y tenía un tic en uno de sus dedos. Su brazalete, en su brazo izquierdo, era igual que el que teníamos todos, excepto que era blanco con piedras negras. 

Josh se levantó lentamente, primero comenzando por abrir sus ojos, luego sentarse, y finalmente pararse del suelo. Caminó hasta el árbol con la puerta hacia la realidad paralela y lo abrazó fuertemente, acariciándolo cada tanto. Todos debíamos tener una forma diferente de querer regresar. Me quedé sentada en el pasto vigilándolo mientras hacía... lo que sea que eso fuese, como si yo fuese su ángel guardián. Era lo que Bao Chen me había dicho que hiciese, después de todo. Tal como era de esperarse, y como me había pasado a mí, Josh volvió a quedar inconsciente, acostado sobre las raíces del árbol. Pero a diferencia de lo que yo estaba esperando, se levantó torpemente del suelo y comenzó a caminar balanceándose entre sus pasos. Esa vez sí pude seguirlo sin problemas, porque su caminar era excesivamente lento. Luego de unos cuántos minutos, Josh llegó a una casa y sacó un juego de llaves de su bolsillo e intentó introducir una de ellas bruscamente en la cerradura, sin éxito al principio, hasta que finalmente pudo abrirla. Entré con él.

Joshua comenzó a trastabillar rápidamente a través de su sala de estar, el pasillo, y finalmente su cuarto. Esta vez, sí se me hizo más dificultoso verlo. Una vez que entró en su cuarto, se quitó su abrigo y corrió las sabanas de su cama, con las que se tapó luego de acostarse. Respiró hondo, frunció el sueño y agarró su estómago, como si tuviese náuseas. Por un momento, intenté abrazarlo, pero luego recordé que no podía. Me dio un poco de angustia. Luego, escuché la puerta abrirse. Mi primer instinto fue pararme en la puerta del cuarto de Josh, en caso de que algo le pasase. Una mujer pasó por la puerta, atravesándome. Se sentó al lado de su hijo, y le puso una mano sobre su frente.

—Oh, Josh, no tienes fiebre. ¿Qué sientes? —le preguntó su madre.

—Quiero vomitar...

—Pero aquí no, aunque sea. Vete al baño si te puedes parar.

Josh salió de su cama a rastras, y entró como pudo al baño. Se arrodilló al lado del retrete, y tuvo su cabeza abajo. Aunque él no pudiese verme, yo me senté a su lado e intenté a su lado. Le apoyé una mano en su espalda, pero solo lo traspasó. Suspiré. Mientras, Josh miraba el agua del escusado. Se apoyó vagamente en el asiento y cerró los ojos. Lo observé fijamente esperando a que los abriese, pero luego cayó hacia un costado. ¿Se había quedado dormido ya? ¿O se había desmayado?

El séptimo dragón [en pausa] #FantaAwards2017 #CarrotAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora