La bola de cristal

18 5 0
                                    

Josh ya se había desmayado. Pero si yo viajé en orden cronológico, él también, probablemente. ¿Estaba siendo yo? Imaginé a Bao Chen detrás de la puerta del baño, y me focalicé en el cuarto blanco. Cerré la puerta, y al abrirla entré a donde quería estar. Antes de abrir la boca, Bao me dejó saber que Josh efectivamente estaba viviendo lo que yo ya había vivido en algún momento. Me dijo que podía verlo si me concentraba lo suficiente, y que, de paso, ejercitase mi imaginación a la hora de crear objetos con los cuáles interactuar; que, en realidad, podría verlos sin necesidad de un objeto, pero que iban a canalizar mejor mis intenciones.

¿Con qué podría ver eso? Decidí que una bola de cristal era lo más lógico. Cerré mis manos, una encima de otra, y al alejarlas, vi cómo se materializaba un cristal liláceo sobre una base de madera color negra. Me arrodillé, y sosteniéndola entre ambas manos, miré en ella. Un hipnótico baile de humo dentro del cristal hizo que no pudiese dejar de mirarla. Uno de los espirales que se formó, se tornó marrón, y luego me mostró uno de mis ojos. Me vi tirada en el suelo de mi sala de estar, tal como lo había estado alguna vez. Pero la reacción que mostré no fue la que recordaba. Josh estaba reescribiendo lo que ya había sucedido, pero en una realidad alterna.

La bola de cristal mostró a Josh, que había despertado en mi cuerpo, y a los pocos segundos, había comenzado a gritar al verse. Sybil le había atendido corriendo, diciendo que mejor no vaya a la escuela, pero en vez de escucharle, Joshua se había parado y fue corriendo hacia la puerta. Pero al querer salir, el picaporte se derritió. Más gritos. Era un caos constante. Sybil, desesperada, intentó calmarlo diciendo que él, o yo, ya sabía que si tocaba metal, éste se derretía. Los gritos eran ensordecedores. En un movimiento brutal, vi mi cuerpo despedido por una ventana, cayendo violentamente contra el piso antes de correr en dirección hacia la escuela. Todos los vecinos de Valle de Cali miraban la escena extrañados. Luego de espantar a varias personas, finalmente Josh llegó a su destino, solo para ver que el edificio estaba cerrado. Era sábado, probablemente.
La hipnotizante visión se cortó. Me alejé de la bola de cristal, y luego de acomodarme al cambio, materialicé una mochila en dónde guardarla para llevarla conmigo. Abrí la puerta para volver con Josh, a quien encontré agitado sobre la taza del baño. Él se levantó corriendo y fue a su cama. Se quitó los audífonos y miró su celular: 1:30 a.m. Joshua se acostó a dormir, y me paré a su lado.
Esa era la oportunidad de entrar en su sueño. Intenté meterme en su cabeza físicamente, concentrarme en lo que estaba pensando, despertarlo, hablarle. Nada. Josh seguía durmiendo como un tronco, y dudaba mucho de que me hubiese escuchado. Le tendría que haber preguntado a Bao Chen. Maldición. Me rendí y descansé en el suelo.
Cuando su despertador sonó, ya era la una de la tarde. Su madre entró gritando, escoba en mano, pidiéndole de una forma no muy amable que se despertara para almorzar y visitar a su abuela, o que "ya vería". Josh se desperezó tranquilamente, haciendo caso omiso a su familiar. Al ponerse los audífonos, sus oídos pudieron finalmente escuchar los gritos de su madre, lo que le hizo prácticamente saltar de su cama y vestirse. Y yo también salté del suelo al darme cuenta que tenía que seguirlo una vez más.

El séptimo dragón [en pausa] #FantaAwards2017 #CarrotAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora