8. Una rosa

2.9K 163 15
                                    

Habían pasado tres días desde que Agustín se me declaró en la playa. En esos días estuve pensando todo lo bueno que ha ocurrido en las últimas semanas.

La llegada de Agustín a mi vida, ha sido grandiosa. Ha hecho que cada día lo disfrute. Sólo a, él, se le ocurriría llevarme a dar un paseo en bicicleta.

Él, es el chico que cualquiera desearía tener en su vida. Tanto así, que tengo miedo de decir que Si y que después me deje porque encontró a alguien más.

Debería dejar de pensar en lo que sucederá a futuro y concentrarme en el presente, pero no puedo. No volveré a recuperar la vista. Y eso, siempre me hace pensar en lo que será de mi vida. Ruggero, formará su familia, mi padre un día dejara de estar y yo, solo deseo formar una familia.

Entre tanto pensar no me había percatado que estaban tocando la puerta de mi habitación. Avise que podían pasar, era Cande, la novia de Rugge.

—Hola. —dijo mientras me abrazaba. —¿Cómo estás?

—Bien, ¿vos? —dije sonriendo. —Puedes sentarte. —le hice un espacio para que se sentará. Y así lo hizo.

—Me alegra verte contenta. Estoy bien. ¿Qué tal tu corazoncito?

—Hay un chico, se llama Agustín. —dije sonriendo, al recordar los momentos que me hace vivir. 

Le narre a Cande cómo nos habíamos conocido con Agustín, todo lo que él ha hecho por mí en estas semanas.

Lo tierno que se comparta, todo lo que hace para que pueda tener una idea de como son las cosas. Detalle cada momento que me ha dado, como si lo estuviera viviendo de nuevo.

—Te das cuenta, ¿no? —dijo interrumpiendo cuando le relataba la parte de lo que sucedió cuando estábamos en el agua.

—¿De qué? —pregunte confundida, no entendía a que se refería. 

—No te puedo asegurar que estés enamorada de Agustín, pero si, que te gusta y que lo quieres como más que un amigo.

—Tal vez... —suspire sin saber realmente que sentía. —Desde que se declaró, no puedo sacar sus palabras de mi cabeza. —agregue. 

—Entonces, ¿cuál es el problema? Aunque lo niegues, sé que hay algo. —nos quedamos calladas. Después de varios segundos, Cande, continúo hablando. —No creo que aún sientas algo por Santiago, ¿o sí? —me encogí de hombros.

Aunque no se porque no contesto de inmediato, si estoy segura que ya no siento nada por él. Desde que me dejó, lo único que supe es que se había ido de la cuidad. 

Negué. —Por, él, no siento nada. Y con Agustín, tengo miedo que las cosas no duren, estoy ciega... —hice una pausa, aún me dolía decir esa verdad. -Él siempre va a tener que estar al cuidado mío por más que trate de hacerme la independiente.

—Deja esos miedos. No dejes ir esta oportunidad. —tomo mi mano derecha y la comenzó a acariciar. —Recuerda lo que decía tu mamá, cuando es amor verdadero, los obstáculos no son nada, no son un impedimento y no dejes que te impidan ser feliz al lado de la persona que amas.

—Aún recuerdas sus palabras. —dije sonriendo con nostalgia, en estos momentos es cuando más extrañaba de mi madre. —Gracias.

—Lo hago porque te quiero. —dijo abrazándome.

—¿Dónde está, Rugge? —dije cuando nos separamos del abrazo.

—Tenía que ir al supermercado a comprar unas cosas que le encargó tu papá. Pasará comprando pizza y helado. No tarda en regresar.

Amor Verdadero |COMPLETA| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora