Al ángel de colegio

225 13 3
                                    

Hay miradas que hipnotizan, combinadas con cejas tupidas y largas pestañas. Hay cabellos con forma de las olas del mar en prisa, mejillas ruburizadas haciendo juego con una nariz respingona y como hecha de marfil, hay rostros perfilados cual figura de cerámica. Existen sonrisas rotas que te llevan al mismísimo cielo, y humanos que se encargan de destruirlas; o a su vez, de repararlas.

Y soy tan cobarde; mi cielo ; aquel colegial que me ha robado un suspiro con sus ojos de triste mirar, con su boca rebosante de miel, con su perfil puberto y que tanta atracción me provoca.

He sentido su pureza al sentir su suave mano; delicada y temblorosa; posándose en la mía con sumo cuidado.
¿Es que acaso quieres que mi corazón se paralice de emoción de una buena vez?
He palpado su ternura en sus ojos, casi lúgubres; y su pálido rostro sosteniendo sus finísimos labios al formar una sonrisa de lado.

Si supieras, mi sutil firmamento, que al haber unido mi amanecer con el tuyo, que al observar tu rostro inocente contra el reflejo de los vidrios, mi dulce estrella, convertiste mi mala noche en una bienaventurada madrugada, porque tú; mi edén; cambiaste mi mal humor a una sonrisa, y mi destino del día a uno totalmente distinto al que quizá la vida me tenía planificado.

Mi íntegro muchacho, tú que con tu castidad inundaste el alma de una futura mujer sumergida en tristeza, próxima a la mismísima muerte, tú que con tu inocencia calmaste mi frenética ira, mi impúdico coraje; sólo te pido otro encuentro casual; en donde tú, mi delicado pedazo de seda, satures cada partícula de esta alma incapaz de sentir amor propio.

Entre lágrimas y dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora