1. ¿Déja vú?

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Dos semanas más tarde...

Dos semanas en las que no escribí una sola frase de mi libro.

Dos semanas en las que esperaba con incertidumbre a que Simon recuperara la memoria interna de la computadora.

Mi libro estaba guardado en mi pendrive. Mi pendrive se perdió en el accidente.

Sentía como mi universo se desmoronaba de a poco. Como si cada partícula que conformaba mi pequeño mundo, construido lentamente de ladrillo a ladrillo, se fuera desintegrando con solo un accidente automovilístico.

–Creo que necesitaré más tiempo  para esto, Francia. Está, literalmente, destrozada.– dijo Simon, dándole un sorbo a su café, con un rostro de lástima.

–¿Hablas en serio?– dije en un bufido poniendo mis codos sobre mesa y mi cabeza sobre las manos.

–Se que esto es terrible, pero mira el lado bueno: Al fin podrás concentrarte en las cosas de la escuela.

–¡Pero yo no me quiero concentrar en cosas de la escuela!– exclamé recostando mi mejilla de la mesa.

Me sentía patéticamente frustrada. Las clases comenzarán mañana, la tortura comenzaría mañana. No es que odiara sin remedio al Instituto, solo eran ciertas clases las que detestaba. Además de las personas, los clichés y la cantidad de profesores simplemente irritables. Pero no, no era a él Instituto como tal, el edificio era lindo.

Está bien, está bien. El caso es este, mi Instituto está divido en escalas 1: Los populares de manera exagerada y 2: Los que no lo son, aunque, en el medio estamos tanto yo, como un minúsculo grupo de este colegio. Es difícil dar el salto de la zona 2 a la 1, a no ser que seas una chica nueva con anteojos que es acosada por el capitán de fútbol americano del colegio. Es decir, un cliché. He leído y escrito lo suficiente como para darme cuenta lo comunes que son estos clichés, por eso el nombre.

Yo, simplemnte, observo. No tengo idea de lo que soy, saludo a todos, no tengo enemigos, he estado con uno que otro jugador de fútbol, nunca he ido a una fiesta de secundaria, pero no tengo notas excelentes. ¿Qué soy? Creo que Divergente.

–¿Cómo está tu madre?– preguntó éste.

–Lo suficientemente irritante, está de maravilla en tal caso.– dije aún con mi mejilla pegada al metal de la mesa.

Mi madre mejoró increíblemente rápido, ahora sólo tenía cinco puntadas en su frente. En el caso de mi padre, está completamente estresado por el hecho de no poder realizar sus actividades diarias con toda normalidad por el yeso en su brazo. Sin embargo, rechazó por completo el ofrecimiénto de su jefe de unas semanas de descanso. ¿Yo? Bueno, salí casi intacta del accidente, a excepción de moretones y unas costillas golpeadas.

–No seas tan pesimista...

–Ya es tarde, me voy a casa, debo preparar la cena.– dije tendiéndome el bolso a los hombros, dándole un beso a la mejilla.

–Oh, vamos, Francia. Son las cinco de la tarde...– dijo fastidiado, yo lo saludé una última vez con la mano  y salí del local.

La llovizna pronosticada comenzó y saqué mi paraguas para cubrirme, presioné el botón una y otra vez, pero el palo del paraguas se quedó trabado.

–Hoy no, por favor. –gruñí golpeando el paraguas con el puño, pero nada– ¡Ábrete cosa del dominio! –comencé a golpear el paraguas contra el suelo, pero ni con eso abría –¡¿Sabes qué?! ¡Vete a la verga!

Lancé el paraguas contra el suelo y lo pateé, como si el universo estuviera en mi contra, el paraguas se abrió y salió volando por la brisa.

–¡¿Es en serio?!– grité, volviendo a mi marcha enojada a casa.

–¡Oye! ¡Creo que perdiste algo!– exclamó alguien detrás de mí, volteo y veo a un chico sosteniendo paraguas de tal manera de que no saliera volando.

–¡Te lo regalo!– dije sin detenerme.

Mi día, que lo había planificado al nivel de la perfección para olvidar el tema de mi libro, estaba llendo de mal en peor.

–Hey, no te enojes, muñeca.– dijo el chico, llegando hasta mi lado.

–¿Acaso es demasiado común ese apodo?– murmuré a mi misma.

–¿Qué?

–Nada que te interese, imbécil.– espeté poniendo mis manos en mi chaqueta.

–Sólo intentaba ayudarte, no tienes que ser tan agresiva– dijo claramente enojado, escuché el ruido clásico de el paraguas abriéndose y después la llovizna no me mojaba.

–¿Qué estás haciendo?

–Protegiendote de la lluvia ¿No?

–Típico: El arrogante defiende a a la chica, la chica se confunde, el arrogante ignora a la chica, la chica lo busca, el arrogante juega con la chica, la chica se entera, el arrogante se enamora de la chica, la chica lo ignora, se vuelve un círculo vicioso hasta que se entera de que está perdidamente enamorada de aquel chico. Se enamoran, se vuelven novios y viven felices para siempre. Pero nadie cuenta lo que ocurre después de el epílogo, nadie cuenta que el chico engañó a la chica, nadie cuenta que nunca encuentras a tu pareja eterna en un amor veraniego de secundaria.– dije, sin poder detenerme de manera exageradamente rápida.

–Wow, ehm, eso es algo aplastante. No tenía todo mi plan perfectamente estructurado, pero he de reconocer que era muy parecido al que acabas de decir.

¿Ven? Como dije antes, he leído y escrito lo suficiente como para darme cuenta de que la historia se repite una y otra vez. Es increíblemente irritante vivir en el Instituto del maravilloso cliché.

–Siempre es lo mismo, muñeco.

–¿Cómo sabes que soy un muñeco si ni siquiera me has mirado?– dijo con arrogancia.

–Porque tu autoestima es lo suficientemente alta como para admitir que estabas dispuesto a jugar con una chica.

–Auch. Lamento interrumpir nuestra melódica conversación, pero ahí viene mi autobús. –dijo de manera jocosa, silbando para que aquel autobús plateado se detuviera. Eso hizo, y de repente comencé a sentir la lluvia contra mi cabello de nuevo.

–¡Devuelveme mi paraguas!– grité volteando a verlo, pero el ya se había subido al auto y lo único que llegué a ver fue su cabello color caramelo.

–¡Tú me lo regalaste!– gritó asomando sólo los ojos, para luego entrar y cerrar la puerta del autobús.

¿Por qué esto me está pareciendo un deja ?

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No se si les guste el capítulo, aunque si se que es corto 😔 Lo lamento.

Pero es que apenas la cosa se está poniendo interesante.

-Los jamoneo a todos, ficticios y ficticias.

Yo te creé #PNovel #HopeAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora