Cada quien escribe por lo que se le antoja, recuerdo que la primera ve, que lo hice fue una estupidez con más errores ortográficos de los que he podido tener en mis diecisiete años de vida, sin embargo, tiene un lugar en mi corazón, pues fue lo que me contagió de la enfermedad que tiene nombre de escritura. Ahora, a pesar de todo, cuando comencé a escribir Sin nombre tenía otro tipo de enfermedad: Despecho.
¿Alguien recuerda cuando conocí a Jeremiah? Bueno, la historia que conté, fue mi historia, y sí, fui un maldito cliché de secundaria. Cuando pasé a la preparatoria, todo cambió. ¡Era una niña! Creía que podías conseguir al amor de toda tu vida en secundaria, pero eso nunca es cierto, la mayoría de las veces no. Duele que jueguen contigo, pero no se compara con el dolor que se produce cuando creías que a ese alguien le importabas.
En fin, cuando eso se me pasó (parcialmente) escribí. Nunca había tenido tanta inspiración en mi vida y pensé algo: si yo tenía tanto dolor retenido, ¿por qué no hacer que los lectores...sufrieran? Conozco la tristeza que viene cuando muere tu personaje favorito entonces, simplemente, lo maté. A Jeremiah.
Tranquilos, al de mi libro, no al...otro.
–¡Francy, baja rápido! –gritó mi madre desde el piso de abajo.
Odio ese apodo ¿Para qué me ponen nombre de país y luego me llamas por un diminutivo tan...feo? A mala gana bajé las escaleras, que rechinaban cada dos escalones. No tengo ganas de describir mi casa, pero para el momento hay que especificar que las escaleras dan a un pasillo, el pasillo da a la puerta principal, y al lado de esa puerta estaba el bolso de mi padre, eso significaba que había vuelto después de un dos turnos seguidos detrás de una oficina.
Entré a la cocina, ahí estaban mis padres dándose un beso resucitador-de-matrimonios
–¡Por el amor de Dios!– dije con asco, cubriéndome los ojos– ¡Hagan eso en una habitación!
–Sólo era un beso, Francy.– dijo mi madre, creo que noté una pizca de vergüenza en su tono.
–¡Al diablo con eso! Yo tenía que celebrar. – dijo mi padre, yo abrí dos dedos para darme sólo un poco se visión.
–¿Celebrar qué?– pregunté, definitivamente habían captado mi atención.
Mi padre sonrió ampliamente, cosa que no hacía desde que le habían puesto ese soporte de de brazo, lo que me puso los micro cabellos de la nuca de punta. Mi padre nunca sonreía, nunca lo suficiente como para que se vieran arrugas en los bordes de sus ojos.
–¿Recuerdas al sargento George, el de barba pero calvo?
¿Cómo no olvidarlo? Es el tipo que mi papá invitó una vez a cenar, que asimismo trajo a su hijo de catorce años que no paraba de intentar tocarme la pierna.
–Un hombre encantador...– comenté.
–Encantador un bledo, el bastardo me miraba los pechos– dijo mi madre.
De tal palo tal astilla
–El caso es que lo encontraron robando armas y chalecos antibalas, así que terminaron llegando a un acuerdo para que se retirará antes de tiempo así que...
–Asi que...– dije impaciente.
–¡Soy el nuevo sargento de homicidios!
Un zumbido llenó mis oídos. ¡Santa estas cosas madre de Dios! ¿Por que estas cosas me están pasando a mí? Primero ese maldito rubio estúpidamente igual a mi Jeremiah, luego mi madre con crisis existencial que renuncia a su trabajo y ahora mi padre con un cargo que siempre soñó con tener. O soy sonámbula y me drogo durmiendo, o soy la persona más afortunada de la historia. Esta clase de cosas no me pasan a mi, por eso soy escritora, está clase de cosas sólo le pasa a mis personajes, repito: ¡No a mi!
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Yo te creé #PNovel #HopeAwards2017
Genel KurguSe escribe para descargarse. Se escribe para divertirse. Se escribe para soñar. O de vez en cuando, sólo para pasar el rato. Aunque nunca pensé que se escribía y se hacía realidad. Portada hermosa y sensual hecha por @94sDallas Prohibida...