Mi respiración era agitada, mis músculos se tensaban a cada paso y sentí como una tibia gota de sudor caía por mi espalda. En alguna mala película de terror, yo sería la protagonista, siendo perseguida por alguna criatura del más allá; sin embargo, no está muy lejos de la realidad, pues resulta que estoy siendo perseguida por un fantasma: El fantasma de la asistencia perfecta.
No llego tarde a ningún lugar, no lo hago, simplemente. Soy incapaz mentalmente para llegar tarde, siempre ha sido así. Además, tener una asistencia perfecta sin ningún retraso obligaba al instituto a otorgarme puntos extras, lo cual no me viene nada mal.
Siento que mi nariz pica de nuevo y tengo que detenerme para estornudar como si mi vida fuera a acabar en cualquier momento. La mañana era fría, las personas iban caminando con bufandas y abrigos mullidos. No había ni un mínimo rayo de sol. El suelo era resbaloso a causa de la torrencial lluvia de anoche, lluvia que, debo agregar, me hizo despertarme con una gripe con la que parezco una desahuciada. En serio, cualquier persona podría creer que contraje viruela demoniaca.
Un sonido parecido al de una paloma ahogándose suena desde mi bolsillo, saco mi teléfono y a duras penas logré desbloquear la llamada. Mi teléfono, mi pobre teléfono se mojó en mi travesía de ayer.
-McKallister está pasando lista, apura tu trasero, mujer- los murmullos de Sam me hacen darme cuenta de que seguramente está doblada escondiéndose de la mirada de aquella profesora.
-Estoy...a...una...calle- cuelgo.
Entre el dolor que tenía en todo mi cuerpo a causa de la gripe y el constante sentimiento de que me iban a arrebatar los puntos extras, pensar en todo lo que le ocurría a mi vida no tenía espacio, aunque era favorecedor, pues había carcomido mi mente durante la noche.
El edifico de mi instituto estaba frente a mí y detuve al portero antes de que cerrara. Sentí el coro de ángeles cuando chocó conmigo el fresco aire acondicionado. Tal vez me den espasmos por el resto del día, pero valió la pena.
El sonido de la paloma ahogándose llega de nuevo y contesto.
-Por el amor de Dios, Marlene, si no te apuras va a cerrar la puerta- un ruido extraño interrumpió la voz de Sam, un gorgoteo por parte de mi celular y, de repente, se apagó.
Que en paz descanses, Samsung de 2014.
Vislumbré el salón de Matemáticas y corrí hacia él. La profesora estaba cerrando la puerta, y cuando la cierra no hay vuelta atrás. Corrí con todas mis fuerzas hasta ahí y clavé mi pie justo entre el marco de la puerta y esta. ¡Mi pie! Por todos los arcángeles, eso duele.
-Francia Donatteli, no me esperaba esto de ti.
-Lo siento, profesora, tuve varios inconvenientes en el camino.- vacilé un momento
-Eso no me interesa- comentó amarga- Vaya y siéntese donde no interrumpa la clase a los que de verdad le interesa.
-Entonces me puedo sentar dónde me plazca
-¿Qué dijo?
-Nada.
Me senté al lado de Sam, curiosamente teníamos todas nuestras clases juntas. Ella sonreía, como siempre, era casi imposible verla de mal humor. Por un momento tengo ganas de que ese buen humor se me contagie, pero teniendo en cuenta todo lo que había estado pasando ultimamente, no creo que sea posible.
Pensar en que voy a hacer después de la fase uno ya me tenía hasta la coronilla, no se me ocurría nada, ni la más mínima idea. Porque todo era tan extrañamente simple, que intentar desarrollar una buena idea era complicado. No puedes intentar cambiar de parecer a alguien que tal vez ni siquiera ha pensado en lo que va a terminar haciendo, y mucho menos intentar explicar cómo lo sabes.
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Yo te creé #PNovel #HopeAwards2017
Ficción GeneralSe escribe para descargarse. Se escribe para divertirse. Se escribe para soñar. O de vez en cuando, sólo para pasar el rato. Aunque nunca pensé que se escribía y se hacía realidad. Portada hermosa y sensual hecha por @94sDallas Prohibida...