C A F É

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Cuando hay un invitado, el olor del café reemplaza al del té verde que a Yixing le gusta preparar cuando el sol se va a dormir y las luces de la ciudad despiertan.

A veces el invitado es su amigo Jongdae, de sonrisa traviesa y siempre una broma en la punta de los labios. A veces, lo es Zitao, con su inseparable gata con nombre de diseñador y miles de cotilleos en esa cabeza atolondrada. A veces, lo es Minseok, su mayor y el único aparte de Yixing de dejar a Luhan con la palabra en la boca. En otras ocasiones, es Yifan, que entra en el apartamento con el ceño fruncido quejándose de que la puerta es demasiado baja.

—Y tú demasiado alto —suele responder Yixing entre risas mientras el olor del café se propaga por todo el apartamento.

A veces, el invitado son todos a la vez, sentados en el sofá, charlando y riendo, una taza de café en las manos a la que dan un sorbo de vez en cuando. Cinco amigos que, aún con el pasar de los años y la distancia, se mantienen unidos en esa habitación como si el tiempo no hubiera transcurrido.

Comentan sobre sus vidas, sus parejas, sobre decepciones y alegrías, trabajos y perspectivas de futuro. Yixing escucha a todos sus amigos con la cabeza apoyada en el hombro de Luhan y ríe de vez en cuando aportando en la conversación. Mientras tanto, Luhan a su lado gesticula y gesticula, su rostro mostrando mil emociones que Yixing conoce y memoriza continuamente.

Los minutos y las horas pasan sin darse cuenta. Una taza de café pasa a otra, el estéreo deja sonar canciones que traen recuerdos y crean nuevos. Mientras tanto, al otro lado del cristal, la ciudad sigue su curso.

Bromean entre ellos y se burlan de Yifan, tiran de las orejas a Zitao por el cumpleaños que no han llegado a celebrar, avasallan a Jongdae sobre sus novias e intenta sacarle información a Minseok, que sonríe y se hace el misterioso.

Yixing cuenta secretos de Luhan y este le pellizca por soplón y se hace el ofendido. Les cuenta las manías que tiene ese joven de rasgos demasiado juveniles y Luhan no se queda callado. Les habla de la casera pervertida y como, en el fondo, Yixing nunca se niega a enseñarle un poco de carne porque es un presumido. De cómo ha descubierto que a su pareja le gustan los juguetes tecnológicos en ciertas partes, a lo que Yixing esconde la cara detrás de la espalda de Luhan, demasiado avergonzado pero la risa escapándosele de entre los labios. También cuenta sobre el vibrador que le regalaron a Yifan, las orejas de este tornándose rojo escarlata. Y de cómo Lay Han se ha convertido en un miembro más de la familia, a pesar de habérselo encasquetado (con amor y el soborno) a Yifan.

Todos ríen mientras Yifan intenta hacerse el cool y evita la lengua viperina de Luhan, que aprovecha a preguntar si ha disfrutado de dicho soborno hasta el fondo.

Las veladas siempre terminan con las despedidas, con un hasta luego y alguna maldición por parte de Yifan, con un beso de Yixing a Luhan, de esos provocativos que hacen silbar a sus amigos y levantar los pulgares orgullosos de la pareja.

Cuando la puerta se cierra con el último invitado, el olor del café todavía permanece en el aire, en las tazas de porcelana vacías y acumuladas en el fregadero. El sabor en los labios de Yixing, en la boca de Luhan y en los siguientes besos que comparten hasta el amanecer mientras ríen y celebran estar juntos un día más.

[layhan] 21 daysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora