E S C A P E

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Todos tienen una manera de escapar de la realidad. De hundirse en su propia burbuja para protegerse del exterior, de las miles de obligaciones, habladurías, del violento ritmo de la vida diaria.

Yixing lo hace arrancando notas a unas cuerdas de metal en un cuerpo de madera con caja, mástil, trastes y clavijero; su guitarra, compañera fiel desde la más tierna adolescencia. Toca y toca y se deja abrazar por decenas de notas que conforman melodías improvisadas, que se llevan sus pensamientos, los dolores de cabeza, la pesadez y el cansancio. A veces, Luhan está ahí, acompañándole con una sonrisa, con su voz. Otras, le ve cerrar los ojos tumbado en el sofá mientras toca, acunado por las melodías que le llevan al mundo de los sueños. La mayoría de las veces, toca solo, en el silencio del apartamento, mientras Luhan está en el trabajo, sus turnos siempre tan contrarios.

Toca y toca, pero a veces los dedos tropiezan, la nota suena mal y la burbuja explota. Lo intenta de nuevo, pero algo va mal, el momento de escape ha pasado, se ha esfumado y no tiene sentido intentar tocar más. Pasa una mano por el mástil de la guitarra con cariño y la deja sobre el sofá. Respira hondo y busca el número de Luhan en la agenda del móvil pero no llama. Vuelve a respirar hondo y se levanta, coge las llaves y la chaqueta de cuero, y sale de allí.

Apretar el acelerador y quemar el asfalto es otra de las maneras en la que intenta escapar de todo un poco. La adrenalina de la velocidad le libera por dentro, le activa la sangre y le hace sonreír bajo el casco. Subido en la moto, cruza calles y avenidas en mañana soleadas, tardes de otoño, noches de lluvia, madrugadas en las que el mundo parece ralentizarse. Se interna por callejuelas, recorre el distrito de Xichen, viaja hasta el de Haidian, esquiva camionetas y turistas y deja rascacielos atrás.

Al final de trayecto, para la moto, apoya un pie en el suelo. Se quita el caso y respira hondo.

Otra de sus vías de escape es la que lleva por las noches, a regresar hacia el centro de Pekín y tomar un desvío diferente al del distrito en el que reside. Es el que le lleva a subir a un ascensor, sacar un par de llaves diferentes y entrar en un apartamento a oscuras en el que un perro le ladra dándole la bienvenida.

-Lay Han -le saluda.

Entierra los dedos en el pelaje, deja que la lengua húmeda le bañe los dedos. Se abraza al animal y siente el calor que despide.

Rato más tarde, las luces siguen apagadas, sólo la luz que entra por el balcón ilumina el interior. Yixing, sentado en suelo, la espalda apoyada en la pared, se lleva un cigarrillo a los labios mientras el perro duerme a sus pies. Mantiene el humo en la boca, lo suelta, observa la pequeña nube que desaparece con rapidez.

La puerta del piso se abre quince minutos, una hora, dos horas más tarde, no está seguro, el tiempo se ha detenido ahí sentado en el suelo. Ve una figura acercarse hasta él. La luz del exterior baña un rostro de rasgos duros pero que esconden un alma todo lo contrario.

-Xing... -pronuncia el recién llegado.

Yixing le da una calada al cigarrillo.

-Fan... -sonríe expulsando el humo hacia él.

En la oscuridad, se levanta y se acerca a él. Tira de su camisa, acerca el rostro, le come los labios. Se pega a él y le pide sin palabras que siga congelando el tiempo por él, que, por unos segundos, unos minutos, le haga olvidar todo. Que aparte con sus manos, con su calor y sudor, las inseguridades, la molestia que siente por dentro al estar ahí, la culpabilidad a pesar de que Luhan sabe de esos encuentros.

Le sonríe, le provoca, juega de una manera cruel con Yifan para que baile a su son, se queda a su merced al final cuando le siente dentro de él. Hunde las uñas, marca la espalda amplia de Yifan, se muerde los labios y gime al llegar al orgasmo.

No hay palabras, sólo sexo. No hay abrazos, no hay un corazón latiendo contra su espalda, no hay el Te quiero susurrado por los labios pequeños de Luhan. Hay sábanas, frías al rato, que abandona en busca de otro cigarrillo. La luz del exterior le ilumina el cuerpo desnudo. Lay Han se acerca a él y pide atención.

Enciende el mechero, prende la punta del cigarrillo. Da una profunda calada y cierra los ojos.

[layhan] 21 daysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora