E S P I N A S

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Todos tienen espinas clavadas en corazón. Ese tipo de dolores que siempre permanecen, que se hacen presentes cuando menos te lo esperas. Arrepentimientos, dudas eternas, malas experiencias, decepciones. Sentimientos llenos de Y si que tocan a la puerta de la mente, como si fueran un gentil mensajero, para después entrar con brutalidad.

Yixing no escapa a la sensación de esas espinas, aunque se guarda de mostrar su cruel efecto. Ese que le despierta a la madrugada, en la oscuridad de la habitación y el sonido de la suave respiración de Luhan a su lado.

No sabe qué hora es, pero entre las rendijas de la persiana sigue siendo de noche y el silencio es dueña de todo en ese momento. Tantea el móvil con los dedos y lo coge iluminando la pantalla.

04:16

Se incorpora con cuidado y sale del abrigo de las mantas. Con ayuda de la luz del móvil, se guía por la habitación, cierra la puerta de esta y se dirige a la sala. Enciende una lámpara, se sirve un vaso de agua y se apoya con las manos en la encimera mientras suelta un suspiro.

Por un momento, desea que las cosas fueran tan fáciles como cuando tiene a Luhan entre sus brazos o viceversa. Esa sensación de plenitud y calma total que hace pensar que el mundo es perfecto, que los problemas no importan y que, por muy grande que sea una ola, conseguirán sortearla.

Desvía la mirada por los objetos de la encimera: un par de cactus decorativos, cubiertos, una foto del grupo de amigos haciendo muecas dispares a la cámara y un sobre de color crema con su nombre escrito en pulcra caligrafía.

-¿No puedes dormir?

Yixing aparta los ojos del sobre y mira hacia el pasillo. Luhan, apoyado contra la pared, se incorpora y se acerca hasta él. Le coloca una mano en el hombro y le rodea en un abrazo que le hace cerrar los ojos y responder al gesto. Hunde el rostro en el cuello de Luhan y respira el confortable olor de su piel.

-¿Quieres que hable con tu madre y le diga que no puedes ir? -murmura Luhan. Su mano le acaricia la nuca y juega con las puntas del pelo.

Yixing se deja hacer. Necesita más que nunca contacto, el calor de Luhan, con la debilidad mental que está experimentando. Por la mañana, volverá a sonreír pero, mientras tanto, sólo puede abrazar a su compañero de vida.

-No quiero que vaya sola -responde al cabo de un rato.

Luhan le coge el rostro entre las manos y le separa, haciendo que sus miradas se encuentren.

-Déjame acompañarte entonces.

-No quiero que te veas involucrado con esa familia.

-Yixing, fue... tu padre. Tu familia es mi familia -dice pasándole un dedo por la mejilla-. Tanto para lo bueno como para lo malo.

-¿Puedes considerar familia a alguien que te abandona y que no te vuelve a hablar hasta el día de su muerte?

Luhan baja la mirada y se muerde el labio inferior.

-Puedes, porque si no fuera así, no te afectaría tanto esa carta -responde. Le rodea de nuevo con los brazos y le estrecha contra él. --La hubieras tirado al cubo de basura y seguiríamos durmiendo en la cama -añade.

-Siempre hemos sido propensos a trasnochar -comenta Yixing.

-Cierto. Pero sabes a qué me refiero.

Yixing asiente con la cabeza contra el cuello de Luhan.

-Siempre... -empezó a hablar tras un breve silencio-, esperé que volviera. Que quisiera verme. Un deseo tonto.

-Ningún deseo es tonto, Yixing.

-Puede.

-No suenas muy convencido -replica apartándose y cogiéndole de las manos.

-Estoy cansado. Pensé que esto se había acabado. A veces odio lo pesado que puede ser todo.

-Pero sabes que puedes compartir ese peso conmigo, ¿verdad? Por algo soy un macho de pelo en pecho.

Yixing no puede evitar sonreír.

-Pero si sólo tienes pelusilla -comenta-. Aunque tus piernas baten un récord de peludez.

-La casera sí que bate un récord.

-Argh, nada de imágenes mentales, por favor -ríe.

Esa mujer parecía no saber que el verbo depilar estaba en el diccionario.

-Sonriendo estás más guapo, así me gusta -sonríe Luhan llevando un dedo al hoyuelos que siempre se le marca en la mejilla.

-Tienes superpoderes.

-Qué va. ¿Recuerdas quién lleva los pantalones en esta casa?

-¿Yo?

-Más quisieras -replica dándole un pico rápido en los labios-. Soy yo, y mi deber es conseguir que te sientas bien pase lo que pase.

-Pensaba que esa era mi misión.

-Como segundo al mando, sí. Y yo, como Capitán de este barco, te ordeno que muevas ese culo hacia la cama.

Yixing alza una ceja y sonríe con las penas arrinconada en un rincón de la mente.

-¿Y qué pasa si me sublevo?

-Que dormirás en el pasillo del edificio -responde mientras caminábamos hacia la habitación.

Yixing observa su sonrisa pícara y su rostro somnoliento, la manera en que se para y se pone una mano en la cadera a la espera. Y, como un asteroide siendo atraído por la gravedad de un planeta, camina hacia Luhan, le coge de la mano y se funde con él en un abrazo bajo el calor de las mantas que le hace sentir pleno de nuevo.

[layhan] 21 daysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora