I N I C I O

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Luhan no recuerda exactamente la primera vez que vio a Yixing, pero sí recuerda su risa sonando en el aire de la cafetería de la universidad. Recuerda ese par de hoyuelos que le hicieron sonreír, y cómo se presentó en mandarín con un deje de otra región. El resto está cubierto por una niebla en la que Yixing sólo ríe y le dedica miradas.

Pero sí recuerda exactamente el inicio de su baile más privado, la primera vez que sus labios se rozaron entre copas de más de tequila en un bar de ambiente y un cigarrillo compartido en un callejón maloliente. Recuerda cómo Yixing le dio una calada al cigarrillo y se mordió el labio tras exhalar. Recuerda sensaciones, esos labios deslizándose sobre los suyos, el sabor amargo del tabaco de liar, el del tequila en la lengua, el tacto de las manos de Yixing rodeándole la nuca y haciendo desaparecer el espacio entre los dos. Recuerda el calor, la sensación electrizante de esos dedos, la manera tan provocativa con la que le tocaba el cuerpo. Recuerda la pared húmeda del callejón, la lengua de Yixing en su cuello, las ganas de dejarse devorar ahí mismo.

También recuerda la primera vez que compartieron una cama, las sábanas en el suelo, sus cuerpos sudorosos sobre el colchón, Yixing dentro de él. Calor, gemidos, los dedos de Yixing despertando cada parte de Luhan de manera mágica y sensual, lento, con cariño pero cierta lujuria al mismo tiempo. Dedicado, una tortura por momentos, un placer la mayor parte del tiempo.

Su memoria también retiene la primera vez que Yixing le susurró Te quiero contra el oído, el abrazo cálido en el que estaba envuelto en ese momento, la manera con la que le correspondió con las mismas palabras y un roce tierno en los labios.

Recuerdo el inicio de su amistad, las horas compartidas en la biblioteca, la cara de mal humor del bibliotecario al reír detrás de los libros. Recuerda los besos, el alcohol compartido, el tabaco fumado en la azotea de un viejo edificio de Pekín, con sus estrellas imposibles de ver. Recuerda deseos murmurados contra la piel cálida del otro en una noche en el campo, con el calor del verano y un telescopio al lado.

Recuerda cada parte explorada del cuerpo de Yixing, las curvas, los recovecos, las partes sensibles que le hacen gemir, la decena de lunares que le cubren la espalda, las pequeñas cicatrices de la infancia. Las palabras que le hacen enrojecer, las que le hacen añorar lo dejado atrás, las que le provocan y excitan en los lugares menos esperados.

Recuerda y recuerda, pero también vive, porque ese inicio ha dado paso a un presente con el que entrelaza dedos y comparte saliva, al que le dice Te quiero mientras se hacen uno bajo las sábanas de una fría noche de invierno, y al que besa al despertar con la primera luz de la mañana.

Un presente lleno de hoyuelos y sonrisas como las del primer día a las que él no duda en corresponder.

[layhan] 21 daysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora